La polémica de la semana ha girado en torno a los actos planteados para conmemorar el Día de la Mujer. Tanto el Ministerio de Igualdad como las grandes organizaciones feministas habían hecho ya, en los últimos días, contundentes llamamientos para «tomar las calles», otro año más. Eso sí, con las medidas de seguridad pertinentes. Faltaría más.
Se autorizaron entonces manifestaciones de hasta 500 personas en toda la región. Tercera ola, pandemia mundial y 500 personas una al lado de la otra. Y de aquí, como saben, opiniones y enfrentamientos para todos los gustos. Sin embargo, el pasado jueves y contra todo pronóstico, la Delegación del Gobierno en Madrid reculaba y tomaba la decisión firme de prohibir, por motivos de salud pública (la peor crisis sanitaria que hemos conocido, por si alguien va perdido), todas las manifestaciones y concentraciones convocadas, entendiendo que Madrid sigue siendo uno de los territorios de España con mayor índice de contagios y de personas hospitalizadas, por encima de la media nacional.
Ese mismo día, la ministra de igualdad, Irene Montero, asumía que, como miembro del Gobierno, efectivamente estaba obligada a cumplir con las recomendaciones sanitarias y a acatar dicha prohibición, sin embargo, aseguraba que se está produciendo un «señalamiento» y una «criminalización» del movimiento feminista, lamentando que «hay quienes quieren negarnos la calle».
Pero ministra, vamos a ver, hasta donde yo sé, la calle nos la tienen negada a todos desde hace casi un año. Esta pandemia nos niega la calle, por temporadas nos niega también los gimnasios, los centros comerciales y toda nuestra hostelería. Puestos a hablar de negaciones.
Qué quieren que les diga, la falta de raciocinio de quien quiere manifestarse en plena pandemia resulta bastante evidente. Pero es más evidente aún la jeta de criticar y condenar todas las manifestaciones de quien no comparte tus ideas, y animar ahora a la gente a manifestarse porque la fiesta la organizas tú.
Y aquí, como siempre, cada uno a lo suyo, que no está la cosa como para renunciar al suculento filón de votos que han encontrado en el movimiento feminista.
Dentro de unos días llegará el primer aniversario. Un año desde que Sánchez decretara el estado de alarma y el estricto confinamiento domiciliario. Recuerdo el bucle, el eslogan que se repetía sin parar: «de todo esto vamos a salir mejores», ¿se acuerdan? Pues así de mejores salimos.
No sé si les pasa lo mismo, pero tengo la sensación de que cuanto más escucha la gente hablar de feminismo, menos entiende lo que es, lo que significa, o porqué se lucha.
Ese discurso manido sobre el patriarcado, el dominio masculino sobre las mujeres, y la supremacía del varón opresor, es algo que no se sostiene ahora mismo en esta parte del mundo, aún menos cuando el discurso sale de la boca de las señoras de las poltronas, esas que tienen mucho de privilegiadas y muy poco de oprimidas. Un discurso que además desprecia sin pudor todo lo que el movimiento feminista ha conseguido, como las leyes, los derechos, o la participación de mujeres en lugares impensables hasta hace unos años. Cambios que, por cierto, también han apoyado muchos hombres.
Y como la curia feminista no permite la crítica ni la discrepancia, y aún menos la libertad de pensamiento, yo soy feminista a mi bola, feminista así como «de andar por casa».
Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
Feminismo en tiempos de pandemia
La polémica de la semana ha girado en torno a los actos planteados para conmemorar el Día de la Mujer. Tanto el Ministerio de Igualdad como las grandes organizaciones feministas habían hecho ya, en los últimos días, contundentes llamamientos para "tomar las calles", otro año más
07/03/2021
Actualizado a
07/03/2021
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