Pepe (José Ángel) y Jesús — primos y Fernández los dos—caminan por la nave hacia la gran puerta de entrada a la fábrica de harinas Fernández Nistal, en Benavides de Órbigo. Al llegar a ella, para salir, parecen resistirse a mirar atrás, a volver a recorrer las amplias naves llenas de maquinaria ya parada pues la histórica fábrica acaba de cerrar sus puertas, seguramente para siempre.
- ¿Mucha historia queda ahí?
- Demasiada. Más de un siglo, no sabemos la fecha exacta en la que abrió sus puertas, pero alrededor del año 1900. Del año 1906 ya existe documentación de su existencia, entonces en manos de las que llamaban aquí ‘Los Barrios’. La mujer de uno de ellos se llamaba Concepción y por eso su primer nombre fue Fábrica de Harinas La Concepción.
- ¿Y en manos de vuestra familia?
- Desde 1931. Ese año la compraron entre cuatro socios, que tuvieron que unirse para juntar las 200.000 pesetas que les costó. Eran mi abuelo, un tío nuestro, otro hermano y un socio de Santander, que después lo dejó.
Nacía la fábrica de harinas Fernández Nistal, que llegó hasta 2023, casi un siglo de trabajo y que sigue en manos de la familia, tres primos son los actuales propietarios: los citados José Ángel Fernández Fernández y Jesús Fernández Núñez, junto a un tercero, FranciscoFernández Criado, que en la oficina anda enfrascado en los últimos papeles, que guarda viejas fotografías, facturas históricas cargadas de historias de precios, producciones, sacos, toneladas y hasta funciones diferentes del este "viejo molino".- Es que, como ocurría con frecuencia con los viejos molinos tenían otras muchas funciones. Este fue fábrica de harinas pero también fábrica de luz, también sierra y en la nave de al lado, primero fue cerería y después almacén y venta de vinos. Un completo, como puedes ver; explican.- ¿Fabrica de luz?- Con caldera eléctrica. Era muy frecuente en los molinos, aprovechando la energía del cauce de agua para la fábrica; servía luz a los pueblos más cercanos y se cobraba por bombillas, aunque eso nosotros no llegamos a conocerlo.- Era fácil engañar a nuestros antepasados, cuando pasaban a ‘mirar el contador’ siempre había alguno que escondía alguna bombilla; bromean los primos Fernández.- ¿Y esa nave que ahora es almacén decís que fue cerereía y para venta de vinos?- Y cárcel. A ver. Primero fue construida como cerería, para hacer velas, velones y todo eso, pero funcionó muy poco. Lo de cárcel fue cuando la guerra, metían ahí a presos, que los llevaban a comer al centro social de Benavides y los tenían trabajando en las carreteras de aquellos pelotones de castigo, por decirlo así."Daba luz a los pueblos de la zona y cobraba por las bombillas" Y en ese mismo espacio, después del funesto uso de cárcel, funcionó el negocio del vino, que traían en cubas y grandes pellejos e iban embotellando en garrafones y botellas. «Un tío nuestro bajaba cada año a La Mancha por vino y lo subía en grandes cantidades. Era aquel vino fuerte, contundente, que había que rebajarlo con agua para que fuera más ‘bebible’. Era sencillo, estaba al lado el pozo artesiano. Nos contaban que mi tío les bromeaba a los hermanos: ‘Le saco yo más producción al agua que vosotros a la harina’. No sería para tanto, pero bueno.- ¿Llevaba mucha agua el vino?- Mitad y mitad, decían ellos cuando les preguntaban pues, al margen de negocio, era necesario en un vino tan contundente.Pero el corazón, y el alma, de aquella fábrica de harinas Fernández Nistal era... la harina, el molino, la larga historia que arrancó en 1931 y tuvo dos años más tarde un gran hito: la chimenea, de 1933, "coincidiendo con la fábrica de la luz. Es una obra de ingeniería, verla por dentro es una gozada".Parte de la maquinaria de la fábrica es la original y algunas máquinas llegaron en una importante obra en 1968. "Hasta entonces era todo de madera, y modernizamos sobre todo para lo referente a aspiración neumática, que aquí la ves perfectamente".
- ¿Cuántos kilos se podían producir en esta fábrica?
- Trabajando normal, unos mil kilos a la hora.
- Parece mucho.
Sonríen los dos primos ante la ingenuidad del parece mucho. Y explica Pepe. «Con esas cantidades no puedes competir con lo que están montando en la actualidad en lugares como Arévalo o La Riojana, en Nájera. Producen en un día lo que nosotros en un año, entre un millón y dos millones de kilos diarios.
- ¿Y qué os dejan a los demás?
- En nuestro caso nos mantuvimos compitiendo en calidad y en trato personalizado para cada cliente, ahí no nos pueden igualar. Hacíamos la harina especial para cada caso, la que el cliente necesita, personalizada; en cantidad no se puede.
Se detienen ante otra de las señas de identidad de la fábrica, un gran ventanal, tantas veces fotografiado. Se ven las praderas de alrededor, viajan en los recuerdos: "Ahí llegaban los carros, había que descargar los sacos, a mano o con carretillos, después al molino... no me extraña que los mejores luchadores fueran molineros, se hacía ejercicio... Hoy van directos por la cadena".
Caminan hacia el exterior. No parecen querer volver la mirada.
- ¿No hay futuro, alquilar?
- Esta fábrica lo fue todo, pero su tiempo ya pasó.
Fin a más de un siglo "metidos en harina"
La fábrica de harinas de Benavides (Fernández Nistal) cierra sus puertas tras haber sido sierra, fábrica de luz, de harina, cerería o vinateros
26/02/2023
Actualizado a
26/02/2023
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