[’La Sagrada Familia según Gaudí’ / Armand Puig i Tàrrech]
Con semejante bagaje de incertidumbre es un milagro que la Sagrada Familia de pueda estar terminada en su arquitectura, según las previsiones de la Junta Constructora, en el 2023 las dos torres de los Evangelistas, en el 2026 la torre de Jesucristo, al cumplirse el centenario de la muerte de Antonio Gaudí, y en el 2030 la fachada principal, la de la Gloria. Una de las razones de ese milagro es la única fachada que Gaudí (casi) terminó en vida, la Fachada del Nacimiento. El programa escultórico que el genial arquitecto de Reus pergeño entre los años 1894 y 1926 representa, en sus tres portadas, las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Al comienzo de la obra su vida sufrió una gran transformación [ver artículo publicado en LNC: ‘Gaudí. El poder de las imágenes (1ª Parte)’ (25-05-23)], y la Fachada del Nacimiento se fue convirtiendo para él en un ejemplo de vida a seguir (austera y solitaria), sobre todo a partir de la pérdida de su padre Francesc (fallecido en 1906 a los 93 años) y su sobrina, Rosa Egea Gaudí (fallecida en 1912 a los 36 años); acrecentando su fe, no perdiendo la esperanza y fomentando la caridad entre sus congéneres.
Más difícil para Antonio Gaudí fue observar las cuatro virtudes cardinales, debido a su carácter, que, siendo de joven acusado y alegre, se convirtió en introvertido y reservado. La prudencia es «la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo». «El hombre cauto medita sus pasos», pero ha de morderse la lengua muchas veces ante la intolerancia e ignorancia de la gente…, y Gaudí no solía callarse, como se comprobó en el «encontronazo» que tuvo con don Miguel de Unamuno en 1906, con motivo de la visita del rector de la Universidad de Salamanca a la Sagrada Familia acompañado del poeta catalán Joan Maragall; pues no se debe confundir el mal gusto del que hizo gala el escritor y filósofo vasco, ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o disimulación.
De lo que sí tuvo que hacer acopio Gaudí fue de la justicia, la fortaleza y la templanza para hacer frente a otra debacle social: La Semana Trágica de Barcelona. En el verano de 1909 (entre el 26 de julio y el 2 de agosto), el embarque en Barcelona de unos reservistas para combatir en el norte de África fue la chispa que encendió un violento fuego insurreccional. Este se cebó especialmente en la quema y profanación de conventos, iglesias y otros edificios religiosos de la ciudad…, y de la que se libró milagrosamente la Sagrada Familia.
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–Si como se vio en el anterior artículo [’Gaudí. El poder de las imágenes (1ª Parte)’] la «bomba Orsini» lanzada en el Liceo de Barcelona en 1893 influyó en la concepción de la Capilla del Rosario –también conocida como la capilla de las tentaciones–, se puede decir: ¿que la Semana Trágica de la Barcelona de 1909, espoleó las conciencias de Gaudí y de sus ayudantes a la hora de concebir la fachada del Nacimiento en torno a la fe, la esperanza y la caridad?
Creo que Gaudí, con el apoyo de Mn Gil Parés, párroco de la Sagrada Familia, decidieron construir y financiar unas escuelas provisionales para educar y ayudar a los niños a respetar, independientemente de sus opciones o ideas hacia lo religioso, iglesias, etc. y no seguir el ejemplo de los destructores e incendiarios de 1909.
Para su obra, la Sagrada Familia, Gaudí tuvo en cuenta la totalidad del edificio, la configuración del espacio interior y la relación de este con el espacio exterior. Establece en las fachadas secundarias tres puertas, en base a las virtudes teologales, y en la principal 7 puertas, los 7 sacramentos, debiendo ser una verdadera unidad en su totalidad, conforme a los presupuestos teóricos, artísticos y teológicos de Gaudí (por cierto, no tenidos en cuenta en la disposición de las esculturas de la fachada de la Pasión). Y Gaudí, conocedor de que no podrá acabar su Templo dice: «Hemos hecho una fachada completa del Templo, para que su importancia haga imposible dejar de continuar la obra». (Compilación de textos y comentarios por Isidre Puig Boada, ‘El pensamiento de Gaudí’, pág. 235)
–Será en 1915, con setenta y tres años, que Antonio Gaudí abandone todos los encargos que aún tenía pendientes para consagrarse en exclusiva a las obras de la Sagrada Familia. Su cristianismo se va acentuando con la lectura de la Biblia y con respecto a la liturgia será ‘L´Année liturgique’, obra del abad benedictino de Solesmes Dom Guéranger, su libro de cabecera. A tenor de lo expuesto, tras media vida dedicada a la construcción del Templo Expiatorio, y dando por supuesto que es merecedor de ser beatificado. ¿En qué estado se encuentra el proceso de beatificación y cuál es su grado de aceptación por parte de la iglesia católica?
El proceso está en estos momentos en el estudio de La positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis, volumen impreso en el que se recogen:
1. Una exposición acerca de la historia de la causa o proceso, el aparato probatorio.
2. Las declaraciones de los testigos, la documentación sobre la vida, la obra y la fama de
santidad de intercesión del siervo de Dios.
3. El dictamen sobre sus escritos.
4. La biografía documentada del siervo de Dios.
5. La Informatio sobre las virtudes ejercidas en modo heroico por el mismo.
Los consultores históricos, teológicos y el congreso ordinario de cardenales y obispos del Dicasterio de las Causas de los Santos, estudian la positio super vita, virtutibus et fama sanctitatis. Si sus pareceres son concordemente favorables sobre el ejercicio heroico de las virtudes por parte del Siervo de Dios, el Prefecto de dicho dicasterio romano presentará al Santo Padre el respectivo decreto de heroicidad de las virtudes para que autorice su publicación. A partir de este momento Antoni Gaudí podrá ser llamado «venerable» (no puede recibir culto público).
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Mossèn Ignasi Segarra fue el inspirador de la Asociación civil, compuesta por el arquitecto Javier Fransitorra, el escultor Etsuro Sotoo, el ingeniero y biógrafo de Gaudí Josep Mª Tarragona, el jubilado José Luis Lázaro, y el arquitecto José Manuel Almuzara, Desde el primer momento, nos dedicamos a dar a conocer la figura de Antoni Gaudí como cristiano consecuente y a extender la devoción privada del arquitecto por todos los rincones del mundo.
Antoni Gaudí «contribuyó genialmente a la edificación de la conciencia humana anclada en el mundo, abierta a Dios, iluminada y santificada por Cristo. E hizo algo que hoy es una de las tareas más importantes: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza» (Homilía del papa Benedicto XVI en la Consagración del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, el 07 de noviembre de 2010).
Nuestra misión era, y es, dar a conocer al arquitecto que con su vida y con su obra «nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre». Este conocimiento completo de Gaudí, lo impulsamos a través de la difusión de estampas para la devoción privada, boletines, folletos, libros publicados con la editorial Claret, y con la colaboración de la Real Cátedra Gaudí y el Archivo Diocesano de Barcelona.
En los próximos meses la Asociación civil pasará a ser Asociación Canónica de Antonio Gaudí. Una iniciativa del Arzobispado de Barcelona para impulsar, más y mejor, la causa del siervo de Dios Antoni Gaudí.