Gentes que coleccionan la vida a 'cachos'

Casas museo podían ser, lo son, unas cuantas repartidas por la provincia en las que sus dueños van acumulando todo tipo de objetos. Fernando Rubio nos recuerda hoy una que conoció y fotografió en 1969, el Museo Yebra que Adelino cuidaba y conservaba en su casona de Villar de los Barrios

Fulgencio Fernández
21/02/2022
 Actualizado a 21/02/2022
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No son pocas, ni mucho menos, las veces que un periodista de camino a un reportaje se encuentra con otros, con diferentes personajes, paisajes... lugares y gentes que seducen, unas veces al reportero, otras al fotógrafo, muchas veces a ambos que, me parece, es el caso que nos ocupa con la casa museo de Adelino Yebra.

Al menos, así lo recuerda Fernando Rubio, que ha sacado de su archivo de 1969 estas imágenes: «El 21 de abril de 1969, mi compañero Bernardino González (Nin) y yo pasamos por Villar de los Barrios y, dentro de nuestro trabajo sobre El Bierzo, visitamos el Museo Yebra. Un curioso e interesante conjunto de piezas que había recopilado y mostraba con orgullo su creador: Adelino Yebra». Y añade Rubio algunos datos de un artículo publicado por el fallecido escritor berciano César Gavela, quien escribía: «Adelino Yebra inventó un mundo. Y se dedicó a él, a ese reino nuevo y antiguo que instaló en su enorme casa palaciega de Villar de los Barrios.

Antes de la guerra, don Adelino Yebra se hizo viajante y trabajó durante algunos años por Galicia. Allí compró, casi siempre a precios muy bajos, parte principal de su museo inefable y embarullado. Donde se exhibían excelentes bargueños.

Don Adelino tenía muchas armas en su museo, donde convivían muy bien el valor y la notoria superchería. Una pistola, que dijo, era la que había matado a Girón, el del maquis, nacido en el vecino pueblo de Salas».

Recordaba Gavela que era soltero y tenía la casa abierta para que pasaran por aquel abigarrado museo quien le apeteciera, cuando lo hizo el escritor ya eran ocho mil las visitas.

Es el ejemplo de Yebra una especie de constante en diversas casas museo de la provincia, detrás de la que siempre hay algún personaje como Adelino, algún coleccionista de trozos de vida que van reuniendo con mimo y se acaban convirtiendo en verdaderos museos. Así ocurrió, por ejemplo, en La Ercina, donde el cura don Hilario comenzó a reunir piezas sin ningún criterio de exclusión —desde tricornios de la guardia civil a fósiles, radios...— y las iba colocando, acumulando, en un espacio que también era bar, donde la tapa eran cacahuetes. Falleció don Hilario y allí sigue el museo de Santa Bárbara, en manos de una asociación de mineros de la localidad.

Muy cerca, en el Valle de las Casas, hay un verdadero museo etnográfico,que han ido creando Juan García Tejerina (Juanito) y Aurora Medina, con miles de piezas que fue coleccionando y documentado, desde el último apero a la máquina de hacer las hostias... todo. «Y encantados de que vaya la gente a verlo», diceAurora pues su marido falleció en la pandemia.

Y la historia de la Feve la guarda Maximiano Díez en su casa de Palacio de Valdellorma, y la explica con la pasión de quien fue durante ‘toda su vida’ trabajador de esta empresa hoy en franca crisis.

La misma motivación de Maxi el de Feve, que su trabajo fuera a su vez su pasión, está detrás de la impresionante colección de radios antiguas que fue acumulando el berciano Luis del Olmo. Tantas y tantas que acabaron siendo un museo, el que hoy se puede disfrutar en Ponferrada.

La misma idea tenía José Vicente Casado, el cazameteoritos, pero con su colección de fósiles, minerales... miles y miles de piezas, que iban a ir a un museo que al calor de los fondos mineros comenzó a levantarse en Serrilla, en el municipio de Matallana de Torío, pero nunca llegó a acabarse y allí permanece arrumbado, a la orilla de la carretera, este edificio que bien podría ser hoy el ejemplo del despilfarro o los dineros mal aprovechados.

Hay muchas casas museo más. En Zacos (La Cepeda) Balbino de la Calzada tiene piezas de todo tipo mientras Antonio Molinero tiene en Ponferrada la mejore colección de botellas de gaseosa... Y en el histórico Maragato de Busdongo hay botes con arena de más de mil playas de todo el mundo...

Y los que quedan, cientos.
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