Una gloria nacional

Jaime de Armiñán, dramaturgo, escritor, guionista y director de cine, falleció este martes a los 97 años. A modo de homenaje al artífice de ‘Mi querida señorita’, reproducimos esta entrevista concedida a este cronista en la década de los noventa

11/04/2024
 Actualizado a 11/04/2024
El dramaturgo, escritor, guionista y director de cine madrileño Jaime de Armiñán falleció el pasado martes a los 97 años de edad. | ACADEMIA DE CINE
El dramaturgo, escritor, guionista y director de cine madrileño Jaime de Armiñán falleció el pasado martes a los 97 años de edad. | ACADEMIA DE CINE

El dramaturgo, novelista, guionista y ganador del Goya de Honor 2014, Jaime de Armiñán, falleció la pasada noche del martes a los 97 años de edad en su casa de Madrid, según ha informado la Academia de Cine en un comunicado conocido este miércoles.


El artífice de títulos como ‘Mi querida señorita’ o la serie ‘Juncal’ pasó por León en 1994 para participar en un curso organizado por la Universidad, lo que posibilitó esta entrevista en la que hace un repaso a más de cuatro décadas de actividad profesional.


Los antecedentes familiares fueron determinantes para que Jaime de Armiñán descubriera su vocación de escritor y orientara ésta hacia el mundo de la farándula, no sin antes pasar por la Universidad donde alcanzó la licenciatura de Derecho, «una carrera a la que fui literalmente empujado por mis padres, temerosos de que no tuviera las cualidades suficientes para poder ganarme la vida en la difícil profesión que ellos habían elegido».


El premio Calderón de la Barca por la obra ‘Eva sin manzana’ supuso la confirmación de Armiñán como uno de los dramaturgos más prometedores del momento, condición que corroboró tres años más tarde con el premio Lope de Vega por ‘Nuestro fantasma’. Sin embargo, Jaime de Armiñán abandonó los escenarios para convertirse en guionista de televisión. «Escribí diez o doce comedias y algunas de las que se estrenaron tuvieron éxito, pero me aburría escribir para el teatro. La única experiencia gratificante, sin contar el caso de ‘Eva sin manzana’, fue una obra titulada ‘Café del Liceo’ que estrenó Adolfo Marsillach en Barcelona. Era una obra de difícil argumento, que no se sujetaba a lo que solían pedir los empresarios».

 

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Irene Gutiérrez Caba en 'Historias de la frivolidad'.

Pese a la censura reinante, Armiñán encontró en la televisión una libertad creadora que no había tenido hasta entonces en el teatro. ‘Historias de la frivolidad’ significó un caso excepcional y uno de los hitos de la incipiente e imaginativa televisión española de los años sesenta. «La escribí en colaboración con Chicho Ibáñez Serrador y tuvimos el privilegio de que la censura no intervino, pues presentaban el programa en el Festival de Montecarlo. Sin embargo, las bases obligaban la emisión previa a su presentación en el certamen, por lo que televisión la pasó de tapadillo, una vez finalizadas las emisiones del día y tras una desconexión de varios minutos. Paradójicamente, el programa obtuvo, entre otros, el Premio de la Oficina Católica, lo que posibilitó su posterior emisión ya en horario normal». 


El paso de escribir guiones de televisión a hacerlo para el cine fue relativamente sencillo para Armiñán, encontrándose especialmente satisfecho de dos colaboraciones con José María Forqué, ‘La becerrada’ y ‘Yo he visto la muerte’, historias que abordaban el mundo de los toros, una de las grandes aficiones del escritor y cineasta, que con los años encontraría perfecto acomodo en la serie de televisión ‘Juncal’.


Durante su etapa como guionista de televisión, Armiñán entró en contacto con la puesta en escena y la dirección de actores, lo que con el tiempo crearía en él la necesidad de dirigir sus propias historias. ‘Carola de día, Carola de noche’, un vehículo de lucimiento para Marisol, levemente inspirado en el clásico de William Wyler ‘Vacaciones en Roma’, supuso su debut como director de cine. «No guardo un buen recuerdo de esta película, pues, entre otras cosas, el guion me lo cambiaron. Con relación a mi segunda película, ‘La Lola, dicen que no vive sola’, me equivoqué en el reparto, no porque los actores fueran mediocres, sino porque no eran los más adecuados para los personajes».

 

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José Luis López Vázquez como Adela en 'Mi querida señorita'. 

La amistad de Armiñán con José Luis Borau fue el germen de una película que marcó época en el cine español, ‘Mi querida señorita’, «una película de la que no cambiaría actualmente ni un plano y a la que la censura apenas cortó más de treinta fotogramas en los que a Mónica Randall se le veía el pecho de refilón. La censura no entendió en ese momento lo que realmente significaba aquella película». 


Jaime de Armiñán recordaba divertido las dudas y los temores de José Luis López Vázquez a aceptar el papel. «Pasó mucho miedo. Pensaba que aquello no se lo iba a creer nadie. Sin embargo, todo ese esfuerzo se vio recompensado por el gran éxito de la película, que estuvo incluso nominada para el Oscar. A raíz de su presentación en Hollywood, George Cukor quedó enamorado de la película y propuso a López Vázquez que aprendiera inglés y se quedara a trabajar en América». 

Amor y nostalgia


La negativa experiencia de ‘Un casto varón español’ daría paso a uno de los mayores éxitos comerciales en la filmografía del realizador, ‘El amor del capitán Brando’, historia de amor platónico entre un adolescente y una mujer que le supera en edad, una constante temática –la relación entre personajes de edades dispares– que se repetirá en ‘El nido’ y ‘Al otro lado del túnel’.


La nostalgia y la evocación del pasado es otra de las constantes que dominan el cine de Armiñán, un aspecto que estaba presente en ‘¡Jo, papa!’, una película cuyo telón de fondo era la guerra civil española y que su director cree que la realizó antes de tiempo. «Un año después hubiera sido muy distinta. Cuando yo escribí ‘¡Jo, papá!’ todavía vivía Franco. Aquella película la machacó la censura por todos lados, no permitiéndome utilizar una expresión como ‘cruzar España’ porque aludía a la ‘cruzada nacional’. Tampoco se podía decir ‘rojos’ ni ‘republicanos’. Tuvimos que hacer dos y tres versiones y cuando se presentó a la censura la película terminada me dijo literalmente el subdirector general de cine que ‘mientras viva la momia del Pardo esta película no se estrena’. Franco se murió y la película se estrenó dos meses después, cuando los periódicos decían más cosas que la película».

 

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Marilina Ross en 'Al servicio de la mujer española'. 

‘Al servicio de la mujer española’ fue una película muy representativa de la transición política, realizada ya sin la presión de la censura y en la que Armiñán tuvo ocasión de trabajar con su amigo Marsillach y con la actriz argentina Marilina Ross, entonces muy popular en España por ‘La Raulito’. «Me divertía mucho trabajar con Marilina Ross, que me parece una extraordinaria actriz, con Amparo Baró, una presencia habitual en mi cine, y, sobre todo, con Adolfo, al que conocía de mi etapa como dramaturgo, pero con el que nunca había hecho una película. Me gustaba esta historia un tanto sórdida en torno a un hombre que en el fondo es un homosexual pero que además siente un inexplicable odio hacia las mujeres, erigiéndose en el destructor de un ser inocente».


La elección de un paisaje rural e idílico se repite a menudo en la obra de Jaime de Armiñán. «Me interesa más la España rural que la urbana y me divierte rodar fuera de Madrid. Incluso cuando te encuentras con un equipo de cine fuera de su entorno habitual funciona todo mucho mejor».


La elección de este marco lleva inexorablemente a una estética en la que priman los tonos otoñales y crepusculares, no resultando en este sentido casual la elección por parte de Armiñán de operadores como el malogrado Luis Cuadrado o su discípulo Teo Escamilla. «En muchas ocasiones el paisaje y la localización se convierte en un personaje más, por lo que suelo concederle una gran importancia en la película».

 

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Héctor Alterio y Ana Torrent en 'El nido'. 

Esto nos lleva a ‘El nido’, una historia imposible de hacer en una época de censura, donde volvía a plantearse una historia de amor platónico entre un hombre maduro y una adolescente, un planteamiento que volvería a repetir en ‘Al otro lado del túnel’. Armiñán justifica su tendencia a reincidir en ciertos temas en que los que practican un cine de autor tienen obsesiones.


‘En septiembre’ es de todas las película de su autor la que contiene más elementos autobiográficos, indagando de nuevo en el tema de la nostalgia, situando a los personajes en un marco idílico y sometiéndoles a un viaje físico y mental a su etapa adolescente. «Aquella era una excursión que hacíamos en mi colegio todos los años por la sierra de Guadarrama».


El origen de la historia de ‘Mi general’, en la que un grupo de altos mandos militares retornan a la etapa escolar cuando se convierten en subordinados de los oficiales instructores de un cursillo de especialización, se debía a Fernando Fernán Gómez y a Manolo Pilares, tal y como reconoce honestamente Armiñán. Trabajar con intérpretes de diferentes generaciones resultó, en palabras del director madrileño, una experiencia muy divertida. «Tuvimos la gran suerte de rodarla en Casteldefels, en un hotel que se llamaba Rey Don Jaime, donde también estábamos hospedados, por lo que no teníamos que trasladarnos hasta el lugar de rodaje»

 

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Rafael Álvarez 'El Brujo' y Francisco Rabal en la serie 'Juncal'. 

Jaime de Armiñán no tenía en principio preferencias entre rodar una comedia de estructura coral, como ‘Mi general’, o hacerlo con una historia más intimista, como ocurría con ‘Stico’, si bien a la hora de escribir el guion reconoce la mayor dificultad de la primera opción, a la que se suma igualmente la redacción de guiones correspondientes a dos seriales televisivos como ‘Juncal’ y ‘Una gloria nacional’. «En realidad son películas de cine de larga duración, una de siete horas y la otra de diez. La mayor dificultad que supone escribir este tipo de seriales es intentar no perder el contacto con el espectador».


La afición a los toros y el hecho de haberse criado con los Bienvenida fueron decisivos para la gestación de una serie y un personaje como ‘Juncal’. «He visto lo que son los toros desde dentro, conocí a Manuel Bienvenida, que me inspiró muchos diálogos de Juncal, no del Juncal pícaro, que no lo era, pero sí del hombre obsesionado por los toros».


Inevitablemente varias de las características de Juncal encontraron fácil acomodo en el Mario Chacón de ‘Una gloria nacional’. Sin embargo, Arminán insiste en que se trató por todos los medios que el personaje no se pareciera a Juncal. «Yo creo que no se parecía, pero el hecho de coincidir Paco Rabal como protagonista y un servidor como guionista y director hizo que todo el mundo buscara la relación con Juncal. 

 

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Maribel Verdú y Fernando Rey en 'Al otro lado del túnel'. 

‘Al otro lado del túnel’ significó el regreso de Jaime de Armiñán a la gran pantalla tras un periodo de cinco años dedicado a la realización de las series. Un personaje tan inolvidable como el de la hija de la panadera que compone Maribel Verdú representa una de las más logradas creaciones del cineasta. «Es un personaje repleto de fantasía, de maldad, de perversión, de ingenuidad y de ambigüedad. Quizás es el personaje femenino que he hecho con más dedicación y cariño y el que mejor me ha salido». La muerte de Fernando Rey dotó de un significado muy especial el sorprendente final elegido por Armiñán para ‘Al otro lado del túnel’. «La verdad es que ese final es premonitorio de lo que tan solo meses más tarde iba a acontecer. A mí me gustaba ese final, aunque de cara al público pueda resultar equivocado. Si tuviera que rodarlo de nuevo lo haría exactamente igual. Fernando hizo la película con muy buena salud y con su habitual sentido del humor. Fue absolutamente feliz durante aquel trabajo y nadie podía esperar que no llegara a ver la película terminada», concluye el director. 

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