Y es que contemplar la sala con las obras de este autor nos traspone a un mundo diferente en el que las imágenes se superponen y van saliendo del interior del cuadro. Son imágenes figurativas, pero con un gran componente de abstracción. El autor dice: «Son cuadros figurativos lindando con la abstracción, yo estoy ahí en el filo de ambas, creo que hay mucho de abstracto, más de lo que parece, la gente tal vez se fija en los objetos que hay o en las personas, pero con una observación algo más profunda se ve esa parte abstracta».
Y en esa parte que se solapa y lleva a la abstracción aparecen las emociones del autor. No son mensajes ocultos ni cerebrales, son sencillamente emociones que el autor expresa a través de su pintura, dando su propia visión personal de los temas a los que se enfrenta, bien sean naturalezas muertas, paisajes urbanos o personas, y es una forma de llegar a dar un sentido personal a la obra, «eso se hace jugando en el cuadro hasta que el cuadro tiene su propia personalidad y la pierde de alguna manera el modelo», señala Cuñado. Su pintura es poesía visual que plantea evocar los sentimientos del artista al crear su obra proyectando en el espectador una suerte de sensaciones que tratan de que este último haga suyos esos sentimientos o los adapte a su modo de enfrentarse a la vida a través de estas obras.
Alfonso Cuñado tiene una técnica especial para pintar: pinta sobre tablas que él mismo prepara con imprimaciones acrílicas aportando desde el principio texturas y efectos que luego se van a reflejar en el cuadro. Más tarde pinta con óleo utilizando espátulas preparadas por él mismo con los materiales más dispares: cartones, radiografías… «cualquier cosa que a mí me sirva para trasladar la pintura de la paleta al cuadro en función del efecto que busco, y luego también pincel. Trabajo además con recortes y veladuras de color, con pinceles… todo vale», nos dice el autor.
Pinta de atrás para adelante y va sacando las imágenes del cuadro superponiendo unos motivos o texturas sobre otras, y muchas de las capas posteriores se dejan ver de un modo o de otro en el resultado final. «Yo creo que eso forma parte de mi obra, de mi forma de construir, una mancha que va avanzando, evolucionando hasta que considero que debo parar», dice Alfonso, y eso es lo que se puede comprobar en sus cuadros, pues se ven los distintos momentos de la evolución de cada pieza en el resultado final expuesto en la galería Bernesga.Existen en su obra diferentes formas de mostrar su realidad, unas pinturas son más emotivas y con más formas que rayan en la abstracción que otras, que son más directas y con menos capas de evolución, pero todos los cuadros tienen la impronta de su estilo tan personal y evolucionado.
Los motivos musicales y de danza son comunes en parte de su obra, así como la lectura, las naturalezas muertas o los paisajes urbanos donde puede contemplarse su visión particular de la catedral de León, entre otros motivos. En la exposición aparecen 19 obras de las 24 que el autor ha traído de todos los temas que se han citado y los ha seleccionado entre las distintas obras de su amplia producción, que ha viajado por gran parte de las salas del territorio español así como de otros países, y últimamente en Taipei, capital de Taiwan, donde ha enviado obras a una gran feria expositiva en la que participan importantes artistas de diferentes países. En el mes de mayo del próximo año será la siguiente convocatoria a la que Alfonso Cuñado va a ir personalmente, y las obras que está preparando en la actualidad serán para ese evento.
La exposición de Alfonso Cuñado se podrá ver en la sala de Arte Bernesga, calle Santa Clara, 2 de León hasta el próximo 16 de diciembre.