"Hoy se consume la música como las hamburguesas del McDonald's"

Los madrileños Havalina aterrizan en El Gran Café para presentar los temas de su último trabajo, ‘Islas de cemento’

David Acosta
24/04/2015
 Actualizado a 16/09/2019
La cabeza cortada de Manuel Cabezalí, flanqueada por sus compañeros Javier Couceiro y Jaime Olmedo. | IRIS BANEGAS
La cabeza cortada de Manuel Cabezalí, flanqueada por sus compañeros Javier Couceiro y Jaime Olmedo. | IRIS BANEGAS
Su trayectoria le define y le delata. Manuel Cabezalí es uno de los grandes de la música independiente de este país, un oasis en el que refugiarse de la mediocridad y siempre ajeno a las modas de turno. Él sabe lo que quiere y cómo lo quiere, que por algo es productor además de músico. Esta noche llega con su banda, Havalina, al escenario de El Gran Café a partir de las 22:30 horas. Objetivo: presentar las canciones de ‘Islas de cemento’, su último viaje hacia lo desconocido. Charlar con Manuel siempre es un placer.  
 
– ¿Por qué ese título de ‘Islas de cemento’? A mí me hace pensar en el aislamiento que se esconde entre tanta tecnología. ¿Acierto?
– Desde el principio nos gustó ‘Islas de cemento’  porque era un título muy poético que podría dar lugar a múltiples interpretaciones. El autoaislamiento es una de ellas, sin duda. A mí también me hace pensar en el progreso, en construcciones futuristas muy tristes y grises.

– Guitarras densas, afiladas y por momentos angustiosas. ¿De dónde sale la inspiración para crear esas atmósferas?
Este disco nace de la propia angustia vital y de cierta fascinación que desde pequeño he sentido por la oscuridad – De la propia angustia vital, diría. Y de cierta fascinación que desde pequeño he sentido por la oscuridad. Es algo irracional, pero hay un cierto sonido oscuro de guitarras (The Killing Joke, The Cure, Black Rebel Motorcycle Club…) que siempre que empieza, conecta conmigo inmediatamente y me transporta a la infancia.

– Es vuestro quinto trabajo. ¿El sonido de Havalina sigue evolucionando?
– Claramente sí, aunque no sabría decirte hacia dónde. En este disco hemos trabajado mucho en las estructuras y en los patrones rítmicos. Hay un gran trabajo por parte de todos, pero especialmente creo que tanto Javier como Jaime, mis compañeros, han salido con algo realmente bueno y se han reinventado a sí mismos.  

– Hay quien dice que este disco huye del single fácil y que hay que escucharlo de principio a fin y con atención, como los buenos libros. ¿El consumo de música se ha vuelto excesivamente rápido y voraz?
– Sí, totalmente, y a mí eso me pone muy triste. Hay mucha gente que consume música como si comiese hamburguesas del McDonald’s, y parece que es ahí a donde vamos. No sé, yo amo muchísimo la música, la respeto, no soy capaz de utilizarla como un trapo, pero sinceramente esto es lo que siento que sucede cada vez más a nuestro alrededor. Parece como si ya no tuviera cabida nada que no sea escupir singles uno tras otro, tocar duro y gritar muy alto. Nuestro disco es un viaje, y contiene diversos paisajes: algunos más intensos, otros más pausados, incluso hipnóticos. Para mí, una cosa es tan importante como la otra, y entre ellas se equilibran y hacen un todo mucho más interesante.

– Cuándo uno es el productor de su propio álbum, como es tu caso, ¿se ahorran dolores de cabeza o todo lo contrario?
– Yo tengo como norma no sufrir dolores de cabeza en mi trabajo. No me gusta discutir con nadie, ni siquiera conmigo mismo, y no me gusta darle vueltas a una misma idea durante demasiado tiempo. Tengo claro que cada disco es una fotografía de un momento, y que las decisiones hay que tomarlas de modo instintivo, siguiendo a la sensibilidad de uno, para retratar ese momento lo mejor posible. Y que hay que saber arriesgar de vez en cuando, y no tener miedo de hacerlo. Hay mucha gente que cuando hace discos tiene miedo a equivocarse, y yo creo que no hay nada mejor que el miedo a equivocarse para cometer una equivocación.

– El año pasado publicaste tu primer trabajo en solitario y sigues produciendo discos de otros artistas. Si te llamo ‘currante de la música’ estoy dando en el clavo ¿no?
– Sí, sin duda. Yo me siento como un obrero de la música. A lo largo del año participo en muchísimos proyectos, y siempre intento ponerle todo el cariño del mundo. Siento que con mi labor estoy contribuyendo a hacer un poquito mejor la música de este país, y eso me gusta.

– «No has visto lo que yo he visto», dice una frase de una de las canciones del ‘Islas de cemento’. No me digas que tú, como en ‘Blade Runner’,  también has visto «atacar naves en llamas más allá de Orión»…
Me gusta pensar que con la labor que realizo estoy contribuyendo a hacer un poquito mejor la música de este país, y eso me gusta – (Risas) Bueno, esa frase en concreto está extraída de un poema de mi hermano. Pero hay un poco de fantasioso en ella, desde luego. A mí personalmente me recuerda un poco a los relatos de H.P. Lovecraft en donde un personaje contemplaba un horror indescriptible, pero el autor era incapaz de describirte lo que estaba viendo, de tan horripilante que era.  

– Para alguien autodidacta como tú, ¿cabrea ver cómo algunos se hacen de oro en la música sin saber hacer la ‘o’ con un canuto?
– No. Tengo muy claro en qué y en dónde reside la felicidad, y no pasa por hacerse de oro. Para mí tiene más que ver con ser coherente de principio a fin, con saber quién es uno, y sentirse realizado y satisfecho con uno mismo. Y poder pagar las facturas, claro. He aprendido, podríamos decir que a través de la vía dura, a ser feliz con lo que soy y lo que poseo. Además, hay una tendencia muy graciosa por parte de la humanidad a siempre mirar más arriba de donde uno está, y no vivir y disfrutar el momento presente. Hay que saber posicionarse desde un ángulo mejor y más amplio, para poder ver esto con una perspectiva completa. Si a mí, en mis 12 años, cuando empecé a tocar la guitarra, me hubieran dicho que a mis 33 iba a ser quien soy a día de hoy, te puedo asegurar que hubiera flipado total y absolutamente.  

– Lo de tocar en León ya es una vieja costumbre para ti. ¿Le tienes cariño a esta tierra?
– Sí, me gusta mucho viajar para allá, y además con el tiempo he hecho algunos buenos amigos a los que tengo ganas de ver.

– No sé si has tenido la oportunidad de conocer León en tus visitas. ¿Algún rincón favorito? ¿Y alguna buena comilona?
– Mi rincón favorito de León era la Taberna Belfast, en Santa María del Páramo. Como cerró hace un tiempo supongo que tendré que buscarme otro nuevo… La mejor comida que recuerdo fue una lasaña de cecina increíble que nos hizo para cenar Eva, de la Taberna Belfast, la primera vez que tocamos allí.

– Año 2015 año electoral. Se habla de cambio. ¿Opinión al respecto?
– No soy mucho de hablar de política, principalmente porque entiendo bien poco. Aun así, mis cortas entendederas me dicen que desde hace tiempo viene siendo necesario un cambio. El hecho de que se esté hablando del cambio, y que los dos partidos grandes de siempre se vean amenazados, ya es positivo.



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