"Insulta este circo de capuchas de Armani y boinas de Elosegui"

Raúl Guerra Garrido es, seguramente, el leonés más perseguido por ETA. Muchos años con escolta, su farmacia en San Sebastián quemada en varias ocasiones, su íntimo amigo López de Lacalle asesinado... "Es un hastío verlos"

Fulgencio Fernández
06/05/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Raúl Guerra Garrido, escritor, berciano, emigrante al País Vasco, farmacéutico... es seguramente el leonés más perseguido por la banda terrorista ETA, que le puso en el punto de mira por sus novelas sobre la violencia etarra, por su ‘militancia’ en el Foro de Ermua. Llevó muchos años escolta.

Fernando Aramburu defiende que fue el leonés quien «llevó a la gran literatura el relato de las víctimas» en novelas como Lectura insólita de El Capital (1977), una novela coral cuya trama gira en torno al destino de un industrial secuestrado (y asesinado) por la banda terrorista. La carta (1990), uno de los títulos mayores del autor, aborda con tonos dramáticos el asunto del llamado impuesto revolucionario y La soledad del ángel de la guarda (2007) trata, entre otras cosas, de la relación de un guardaespaldas con su protegido, un profesor jubilado víctima de amenazas; algo que conoce perfectamente pues vivió escoltado muchos años.

Y ahora, cuando disfrutaba de no tener que llevarla, «perdiendo el tiempo con cierta alegría», han vuelto los recuerdos con las imágenes y los comunicados de esta semana que Guerra Garrido define de una forma muy gráfica a la vez que desvela el estado de ánimo que le provoca. «Me cansa, a la vez que me indigna e insulta este circo que han montado con capuchas de Armani y boinas de Elosegui».

Fernando Aramburu, autor de la exitosa Patria, habla de Raúl Guerra Garrido en un artículo dedicado a tanta gente que hemos olvidado y que mantuvieron una batalla cargada de dignidad e incomprensiones. «En vano rastrearemos las novelas de Guerra Garrido en busca de etarras idílicos, introspectivos y folclóricos, aposentados en ausencia narrativa de sus víctimas dentro de laberintos mentales al uso de cierta, no toda, literatura autóctona. Se han escrito en época de atentados algunas, bastantes, muchas obras literarias (depende de qué curas y barberos hagan el escrutinio) sobre la violencia, el conflicto, la lucha armada, como se le quiera denominar salvo terrorismo, término que por sí solo lo coloca a uno fuera del coto cultural de los genuinos». Y añade unas lineas más adelante: «En julio del año 2000, de madrugada, un ataque con botellas incendiarias destruyó la farmacia que Raúl Guerra Garrido regentaba junto con Maite Espinosa, su mujer, en el barrio donostiarra de Alza. El fuego causó daños serios en las viviendas inmediatamente superiores. Al ataque lo habían precedido otros dos de parecida ejecución e idéntico propósito que no prosperaron. No es preciso estar sobrado de imaginación para hacerse una idea de lo que el damnificado siente en tales situaciones. Apenas dos meses antes, ETA había asesinado en Andoáin al periodista José Luis López de Lacalle, amigo íntimo del escritor».

El momento de la muerte de José Luis López de Lacalle fue uno de los tragos más amargos de su vida. Lo contó en un relato sobrecogedor titulado ‘El corto viaje hacia la muerte’, que publicó en primicia La Crónica de León y hoy reproducimos en este suplemento ‘porque viene muy a cuento’.

Escribió mucho Guerra Garrido sobre terrorismo, lo pagó caro, y entendía la situación que vivía mucha gente en el País Vasco. Suya es una frase muy recordada, titular de una entrevista , en la que decía: «Si el miedo se oliera vivir en esta tierra sería imposible por el hedor». También lo cuenta Aramburu: «El miedo dicta comportamientos. Y es que la gente tiende por naturaleza a perseverar en el ser. No por otro motivo se ejerce el terror sino para obtener posiciones de poder sojuzgando a los ciudadanos. Raúl Guerra Garrido ha afirmado en repetidas ocasiones que no es posible entender el derrumbe moral sufrido por la sociedad vasca durante décadas sin tener en cuenta el miedo generalizado de la población».

Y ahora, al ver este circo de capuchas de Armani, Guerra Garrido reflexiona sobre el vacío que le deja López de Lacalle a él y tantos vacíos. Disfruta de no tener que llevar escolta, de que no haya más muertos pero... «no te equivoques, el clima social es mucho mejor para el turista pero sigue habiendo muchas tensiones ocultas».
- ¿Yqué buscan con esta puesta en escena que tú llamas circo?

- Pretenden convencernos de que no ha pasado nada, buscan que nadie remueva los más de 300 asesinatos que aún están sin investigar; que a los que quieran dedicarse a la política les hagan un hueco el Bildu o similares, que a los que quieran dedicarse a la enseñanza les den una cátedra. En definitiva, que yo me olvide de José Luis y los demás se olviden de los cientos de José Luis que hay.
- ¿No te crees la historia que nos están contando?
- No la puedo creer porque no veo ninguna verdad en lo que están haciendo. Ni hay verdad, ni hay arrepentimiento, ni respeto. Pretenden que nos traguemos los sapos y nos lo dicen con una chulería insultante.

Y propone Raúl Guerra Garrido una curiosa ‘prueba del algodón’ para quienes ahora han comunicado su disolución, la banda terrorista ETA. «Ya que nacieron en una sacristía, como todo el mundo sabe, que vuelvan la miradahacia los confesionarios y cumplan los puntos necesarios para obtener el perdón: Examen de conciencia, que nunca lo han hecho; dolor de los pecados, que nunca lo han tenido; propósito de enmienda, a la que se han visto obligados; decir los pecados al confesor, que lo han hecho a medias y cumplir la penitencia, que espero que no se nos olvide ponérsela para comprobar que no se saltan este punto».

Raúl Guerra Garrido tiene ganas de pasar página. No de olvidar sino de avanzar, de retomar proyectos literarios que tiene aparcados, de regresar a Cacabelos y León, de ser un jubilado más... Aunque los recuerdos le atormenten de vez en cuando.

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