Apenas a un par de semanas de haberse celebrado en toda España el día de Santa Cecilia, patrona de la Música y de los músicos (ya saben, el 22 de noviembre), traemos a estas páginas a una de ellas, Raquel del Val, pianista, compositora, estudiosa de otras grandes figuras de la música y mucho más. Dice un refrán que uno no es de donde nace sino de donde pace, y sin duda al mismo tenemos que referirnos para hablar de nuestra protagonista de hoy que está muy vinculada a León, entre otras cosas a través de su Conservatorio y otros ámbitos que poco a poco iremos desvelando.
Confieso que no es del campo musical del que más conocimiento tengo dentro del mundo de las artes, y la primera referencia que tuve de Raquel me llegó de la mano de una amiga y compañera de letras, Marta Muñiz Rueda, que nos hizo un estupendo acercamiento a su figura (entrevista incluida) para su sección Mujeres en la Música que por entonces llevaba en MasticadoresFEM. Era septiembre de 2.023 y a partir de aquel momento, cada vez que a mis ojos o a mis oídos llegaba el nombre de Raquel del Val, saltaba una alarma que me llevaba a interesarme por lo que de ella se decía.
Raquel del Val nace en tierras alicantinas que se ve obligada a abandonar con apenas dos años, debido a la profesión de su padre. Recorrerán así diversas ciudades hasta recalar en León, donde comenzará sus estudios musicales en el Conservatorio Profesional de Música, en el mismo donde años después recalará como profesora. Será aquí donde, con apenas 13 años, conseguirá el título de Profesor de Piano de Grado Medio, hecho tras el cual, a sus catorce años, es becada por la Doral Chennings School de Nueva York, para cursar los ‘Young Piano Master’ para jóvenes graduados. De vuelta en España, Raquel alternaría sus estudios de Derecho (en la Universidad de León) con los de Grado Superior de Piano, en el Real Conservatorio Superior de Madrid, a los que seguirán el Título Superior en Música de Cámara en el Conservatorio Superior de Oviedo o el Máster en investigación musical por la Universidad de Valencia, entre otros. Más tarde, Raquel volverá al conservatorio leonés logrando por oposición la plaza de profesora de Piano y de Música de Cámara, especialidad esta última en la que imparte clases en el mismo.
Además de sus correspondientes titulaciones musicales, nuestra protagonista de hoy se enorgullece de contar también con una titulación universitaria alejada del mundo musical que es su verdadera profesión, pues considera que tener otro tipo de experiencias universitarias «a la larga mejoraría la formación cultural y vital del músico», aunque al mismo tiempo reconoce lo difícil que esto se hace en una enseñanza profesional de la Música «sobrecargada de cursos y disciplinas, (en la que) está implícita la especialización única, ya que hay que elegir entre los estudios (musicales) superiores o la universidad». Podemos decir que ella es una de las aún pocas profesionales del panorama musical que combinan su preparación en este con una carrera universitaria que poco o nada tiene que ver con el primero.
Como buena profesional, Raquel es una itinerante de la Música. Podríamos definirla, a partir de lo que ella misma ha ido contando aquí y allá, como «una alicantina de nacimiento y sentimiento (que nunca ha olvidado su “terreta” a la que vuelve a menudo), leonesa de adopción y burgalesa (con gran apego a los madriles) de corazón”, localidades - Alicant, León, Burgos, Madrid- entre las que ha transcurrido gran parte de su vida. Pero lo es, sobre todo, porque lleva la Música de aquí para allá, a todos aquellos lugares donde puede seguir ampliando sus conocimientos, realizando sus investigaciones o compartiendo como intérprete el resultado de su continuo y arduo trabajo.
Concertista, profesora, investigadora, editora, divulgadora..., dice de todas esas facetas que la llenan porque «se complementan entre sí en mi vida profesional cotidiana», tanto es así que, ante la hipotética necesidad de tener que decantarse por unas o por otras, nos desvela: «si tuviera que elegir, reconozco que soy un ‘animal escénico’ y disfruto especialmente con el contacto directo con el público dando conciertos por todas partes, aunque mi actividad interpretativa va unida inexorablemente a la investigación y al trabajo previo de arreglo y edición. Reconozco que también me satisface escribir artículos y libros. Respecto a la docencia, me quedo con los alumnos, que son la única parte sensata y enriquecedora de un gremio cada vez más politizado y menos formado».
Con respecto a la interpretación, se confiesa afortunada de interpretar lo que quiere, desde los principales conciertos para piano y orquesta que todo pianista desea (como algunos de Tchaikovski y Beethoven) hasta todo aquello que investiga, arregla o edita; una interpretación de la que le gusta afirmar que «todo está basado en el triángulo formado por técnica, interpretación y sentimiento y que cada uno lo combina como puede», siendo ella particularmente partidaria de la naturalidad en la interpretación pianística para llegar al oyente, dejando de lado todo ese exhibicionismo que en determinadas ocasiones acompaña a determinados intérpretes. Precisamente es también su faceta interpretativa la que la lleva continuamente a giras por Francia, Gran Bretaña e Italia (fundamentalmente, aunque no solo) bien como solista de piano, solista con orquesta o con conciertos de cámara con su grupo “Solistas ORTVE”. Y es precisamente en relación con este recorrido interpretativo que las críticas (las buenas críticas) dicen de ella que «es una de las mejores solistas españolas (de piano) del momento, que conjunta la espontaneidad y una depurada técnica pianística».
Aunque su repertorio no tiene límite y en el mismo se encuentran muchas de esas obras tan representativas del piano a las que acabamos de aludir, por todo su bagaje –también por el investigador- a Raquel del Val se la considera una especialista en la música española de mediados del siglo XIX y el siglo XX, aunque también le gusta ahondar en las piezas de esos músicos viajeros que pasaron por tierras españolas recogiendo su impronta en sus propias piezas musicales. Considera un privilegio difundir el patrimonio musical tanto en todo el territorio nacional como en el extranjero, pues «una actividad que solo se circunscribe a lo local, es una labor incompleta», especialmente en lo referido al proceso de investigación y difusión editorial del que ella tanto disfruta y que «se engrandece si la partitura cobra vida en manos del concertista, verdadero intermediario entre el autor y el público». Raquel ha conseguido hacerlo a lo largo de medio mundo aunque, como tantos otros intérprete, también considera que «a veces la propia tierra no agradece como debiera el empeño en el trabajo realizado».
Hemos hablado de su faceta como intérprete, como concertista, pero no puedo concluir este somero acercamiento sin hablar de otra faceta que para mí es casi más relevante que esta, quizá por escasa. Esa no es otra que la de investigadora musicológica, faceta en la que Raquel se ha especializado también, y que trae asociadas otras varias. Es este un campo a través del cual rescata no solo pequeñas obras para piano escondidas en bibliotecas, archivos y demás, sino también un mayor conocimiento de las personalidades que crearon las mismas para deleite del público, del de entonces y del de ahora. Ella misma reconoce: «Tengo un empeño personal por sacar a la luz la inmensidad de obras y autores que llevan mucho tiempo en la sombra». Solo quienes se han metido alguna vez en el proceso de investigación sobre los personajes y su obra puede llegar a entender lo enormemente satisfactoria que puede llegar a resultar esta tarea, y la de, posteriormente, mostrarla al público en toda su dimensión. En relación con esa labor podemos señalar el inmenso trabajo de estudio y corrección de obras realizado en torno a la saga Moreno-Torroba /Larregla, o de la revisión y publicación de los legados del burgalés Antonio José Martínez Palacios y del leonés Pedro Blanco, en un proceso de rescate, revisión y, en muchos casos, de publicación de los mismos. Pero en esta sección hablamos sobre todo de mujeres, así que no podía dejar de destacar el proceso de recuperación que Raquel está haciendo, por ejemplo, de Lola Vitoria, una aún muy desconocida compositora valenciana a la que le está siguiendo el rastro, tarea por la cual ha sido reconocida por el Consell de Cultura de Valencia «como profesional que realiza el análisis crítico y estudio musicológico e interpretativo de sus obras».
Podríamos seguir escribiendo páginas y páginas sobre Raquel del Val y las huellas de su trabajo. No voy a hacerlo porque seguir ese rastro es fácil hoy en día. No solamente hay una infinidad de entradas en Google con su nombre, solo con circunscribirnos a su web oficial y a su canal de Youtube, podremos acceder a muchísima información que nos hablará de su agenda de conciertos, de sus estrenos, sus investigaciones, sus publicaciones y ediciones..., incluso, para los más osados musicalmente hablando, podremos encontrar algunas de las partituras de ese proceso editorial en el que se haya sumergida, en formato digital. También podemos encontrarla de vez en cuando en los escenarios de nuestra provincia. Así que no tienen más que buscar y disfrutar. Les invito a seguir ahondando sobre ella y su inmensa labor. Les merecerá la pena.
Interpretación, investigación y formación en unas mismas manos
Raquel del Val, alicantina de nacimiento y muy vinculada a León a través de su conservatorio, es además de una de las mejores pianistas del país, concertista, profesora, investigadora, editora, divulgadora... y abogada
10/12/2024
Actualizado a
10/12/2024
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