Irene del Canto presenta una exposición de fotografías relacionadas con textos de escritores del siglo XX. Son poemas, correspondencia y relatos. El título del conjunto parte de un poema de Antonin Artaud, del que afirma que «es el poema que más me impactó por todo lo que significa en mi vida» y las imágenes que presenta están cargadas de tintes poéticos relacionados con el sufrimiento, la tristeza y la melancolía, que se integran en ese poema. Acerca de este título remarca: «La exposición se titula ‘Correspondencia con la momia’ porque hay un constante diálogo entre la vida y la muerte y también entre el interior o la espiritualidad y las partes corporales. Por ello se utilizan partes del cuerpo para reflejar conceptos abstractos».
Además, incluye textos de otros autores, en especial dada y surrealistas como Paul Valèry, Isidore Ducasse, Umberto Eco, Antony Burgess, Philippe Soupault, Vicente Aleixandre, Maurice Renard, Delmira Agustini, Georges Bataille, así como la también fotógrafa Claude Cahun, relacionados con los artistas plásticos de esa época, a quienes da mucha importancia como dice: «Me interesa el período de vanguardias en la literatura y el arte y dentro de las vanguardias en especial el dada, surrealismo y un conjunto de fotógrafos que se van moviendo en esas líneas».
Irene del Canto es una joven artista, historiadora del arte que trata de canalizar su expresividad por medio de la fotografía, como nos comenta: «Comencé haciendo fotografía sobre 2016, una fotografía predominantemente figurativa, mi padre era pintor y también le gustaba la fotografía y he ido realizando mis fotografías en un proyecto vital desde entonces, seleccionando éstas que presento que, por tema, se relacionan más». La exposición tiene un punto de partida centrado en el sufrimiento de otras personas y lo expone de este modo: «Mis comienzos en este proyecto fueron tras la propuesta de un chico operado de la espalda, como un medio para superar la parte que nos da más miedo a nosotros mismos. Él decía que podía ser modelo de una fotografía y algunos se reían, pero a partir de ahí comienzo a contactar con personas que les pasa un poco lo mismo, se ríen de ellos por una peculiaridad física, por su comportamiento...». Y desean superarlo de algún modo.
El proyecto procuraba sobre todo, intentar conseguir que se aceptaran a través de la fotografía y que también se sintieran aceptados por los demás que anteriormente los rechazaban por sus defectos. Eso conlleva sufrimiento y ese sufrimiento se encuentra implícito en las imágenes que presenta.
Su modo de presentar los sentimientos y las emociones que pasan de ser las de los otros a convertirse en suyas propias es a través de partes del cuerpo humano, la espalda, ojos, manos, cuerpos..., ya que en la exposición apenas se ven rostros concretos ni caras de personas, pues su idea es transmitir esos sentimientos a partir de fragmentos del cuerpo humano, o bien a través de objetos relacionados con las emociones que desea presentar. Irene lo expone claramente: «Los protagonistas son los ojos y las manos porque creo que son las partes más expresivas, tanto del cuerpo humano como de la fotografía o de la pintura o cualquier manifestación artística. Los ojos y las manos definen a la persona». Acompañan a esas partes del cuerpo elementos como flores, alas de mariposas, la mirilla del astrolabio, que es la de la casa Botines. Las fotografías tienen un encanto singular, gran parte de ellas tienen un carácter tenebrista donde predominan las sombras sobre las altas luces, su técnica es el montaje por superposición y el uso de filtros de color y apariencia pictórica para remarcar esos efectos que trata de dar a sus fotos.
Las fotografías surgen después de leer el poema, cosa que dice: «me pasa a veces y el título explica el sentido de cada fotografía». Como ejemplo, el título ‘Esa huella es humana’ viene acompañado del poema ‘Esa huella no es beso’, de Vicente Aleixandre.
Aunque en algunas fotos hay una atracción por la pintura tenebrista del barroco, sus mayores influencias están en las vanguardias, en especial Magritte y los artistas del surrealismo y dadá.
En la inauguración se presentó la obra y comentaron las imágenes el también historiador del arte, César García Álvarez, y el psicólogo Vicente Martín, quien expuso un texto poético sobre el arte de la autora y la terapia por medio del arte.
César García se preguntó: En nuestra cultura occidental, ¿hemos asimilado el sufrimiento?, un tema en el que incide de lleno la exposición.
Una exposición que va a continuar hasta el día 23 de marzo en la sala Cinabrio de la calle Gran Capitán de Trobajo del Camino.