Recuerda Isabel Cantón que fueron sus dos ex-alumnas y coautoras del libro quienes "iniciaron el recorrido por la Cepeda Baja, y pronto contagiaron su entusiasmo y continuamos complementando los primeros datos muy básicos que se fueron enriquecimiento en el transcurso de tres años que ha durado la realización de este libro. Pretendemos con él hacer un homenaje a las escuelas rurales, públicas y pobres que están desapareciendo de la provincia; y también que los futuros maestros amen la escuela donde van a desarrollar su profesión".

En números recogen en el libro que "durante la Dictadura dio gran impulso a las construcciones escolares que pasaron de 3.824 a 6.000. El quinquenio republicano ya se publica el plan de construcciones escolares con objetivos, plazos y recursos de construcciones. En 1932 la República elabora un plan quinquenal que cifra en 35.716 existentes y propone crear 27.151 más. No se construyeron pero se avanzó mucho, unas 15.000. Aparecen el grueso de los edificios escolares a partir de 1955 subvencionados por el Estado al 50%".
Centrándose en los ayuntamientos de La Cepeda —Villaobispo, Villamejil, Magaz de Cepeda, Quintana del Castillo y Villagatón— señalan que a finales del siglo XIX había muchos pueblos sin escuela: Brañuelas, Benamarías, Brimeda, Carneros, Castro, Escuredo, Ferreras, Palacios Mil o San Feliz de las Lavanderas, Cogorderos y Donillas.
Para el estudio dividieron las escuelas en tres modelos diferentes, según la tipología del edificio:pastoriles, campesinas o agrícolas y monásticas. "Las pastoriles son edificios de finales del XIX o principios del XX que tienen formas arquitectónicas muy básicas en el croquis con un solo espacio-aula sin elementos adyacentes. Presentan una estructura de redil: un cuadrado y los niños en bancos alrededor de las paredes; están construidas en la Cepeda alta todas de piedra en la Cepeda baja de tierra y ladrillo, a imitación de las casas del pueblo, tienen ventanales no muy grandes para evitar el frío; la enseñanza era frontal común y con el mismo libro para todos. Los alumnos eran my numerosos y los mayores enseñaban a los pequeños. Los Maestros eran de extracción social muy baja, los demás ponían sustituto y no iban a hacerse cargo de la escuela. Pertenecen a este grupo La Silva, Castro, Brimeda, Motealegre o Manzanal".
De las campesinas señalan que «tienen la estructura derivada del Plan Nacional de Construcciones Escolares mezclado con la idiosincrasia de las casas de labranza de los pueblos. Están hechas con materiales de construcción dependiendo del lugar: piedra en los lugares más montañosos y ladrillo y tapial en el resto». Y a ellas pertenecen las de Villameca. Villar y Tabladas en los Barrios de Nistoso (1930) Ferreras o Morriondo.
Al tercer grupo, el de las monásticas, pertenecen "la escuela de Donillas, la de Ferreras, la de Brañuelas y la Escuela de Sueros de Cepeda, que es a la vez la más antigua y la más moderna pues inicia sus tareas en 1880 pero la construcción es de 1940; y la segunda es de 1980 la última de las construidas. En este caso son ya grupos escolares con tres o más unidades; tienen viviendas para los maestros; las clases se imparten por cursos con libros para cada año académico, poseen amplios ventanales y son edificios diseñados por arquitectos del Ministerio con gran homogeneidad con otros lugares de España".
En definitiva, un completo y documentado viaje a la realidad de la historia de las escuelas de La Cepeda, un patrimonio demasiado olvidado frente al esfuerzo que supuso levantarlas, como recuerdan las autoras del libro: "Frente a la idea de que la mejor escuela es la sombra de un árbol, los pueblos cepedanos dedicaron esfuerzo y amor a la construcción de su escuela y hoy éstos edificios son un importante exponente del patrimonio rural leonés".