Javier Sahagún expone estos días en el Camarote Madrid una selección de 16 obras que forman parte de la gran colección de imágenes de León que desde hace algún tiempo le mantiene ocupado. Sahagún reconoce que pasó demasiados años sin pintar, desarrollando proyectos como diseñador gráfico que le han aportado «otra perspectiva y enriquecedores conocimientos», si bien –confiesa el artista– «el vertiginoso ritmo impuesto por la profesión eclipsó notablemente mi faceta artística», dejando escaparse unas pocas obras que han permanecido ocultas en su descuidado archivo y en la pared de familiares y amigos.
Después de estar más de dos décadas «sin pintar nada de nada», el descubrimiento hace tres años de la tableta gráfica lo cambió todo. «Una herramienta capaz de asemejarse a las técnicas tradicionales con unos resultados tan sorprendentes que se ha convertido en mi nueva pasión», reconoce Sahagún, cuya reciente obra tras retomar ‘los pinceles’ transita por parajes de Asturias y su Bierzo, donde cobran vida los paisajes, la fauna y los pueblos, legado de sus ancestros. Si bien, en la actualidad, Sahagún se halla inmerso en otro proyecto, como es una gran colección de imágenes de la ciudad de origen romano, donde la piedra es la protagonista. «Esta colección de obras es el resultado de la observación, análisis, apuntes y muchas horas de trabajo con mi tableta gráfica», asegura el artista nacido y crecido a los pies de la Catedral, por lo que era obligado rendirle tributo a ésta y otras joyas medievales leonesas que Sahagún expone en parte en el Camarote.
Para el artista leonés, la gran ventaja de la tableta gráfica «es lo que sucede antes y después de pintar porque en el durante es idéntico a una técnica tradicional», sostiene Sahagún, para quien ese antes y después resulta más sencillo en el sentido de que «la pintura tradicional te exige un estudio y unos preparativos previos, mientras que con la tableta gráfica solo tienes que darle a un botón y ya estás trabajando, y a la hora de terminar sucede lo mismo, vuelves a dar al mismo botón y recogiste el taller».Sobre las virtudes y limitaciones de esta tecnología, Javier Sahagún considera que su principal handicap es su difícil manejo, «porque los programas con los que trabajo tienen tal cantidad de controles que hasta que se personalizan un poco los pinceles, las texturas y la forma del trazo pues cuesta mucho, pero una vez iniciada la primera fase ya se guardan todas esas configuraciones y luego resulta mucho más sencillo pintar, sencillo relativamente. Es igual que la pintura tradicional. Se empieza con un papel en blanco y acaban así», dice Sahagún.Las virtudes saltan a la vista y tienen que ver con que esta técnica permite al artista experimentar. «Pese a que las herramientas informáticas tienen sus llamémoslo ‘trucos’ con las famosas acciones de deshacer lo que has hecho, yo no suelo utilizarlas tampoco. Vengo de la pintura tradicional y si me he confundido en algo ya lo taparé o así se queda», declara Sahagún, que confiesa que actualmente «estoy experimentando mucho con pintura en vivo, ya no con ordenador sino con una tableta gráfica portátil –un ipad– y un lápiz digital, que ahora son mucho más sofisticados que hace un año, que eran realmente muy precarios».Javier Sahagún es taxativo en su respuesta de si las nuevas tecnologías pueden llegar a condicionar la mirada del artista. «En absoluto, es lo mismo que la pintura tradicional en ese sentido», confiesa el artista, que reconoce que hace tres años, cuando empezó con la tableta gráfica, «tenía un estilo demasiado hiperrealista y a medida que he continuado trabajando con esta técnica cada vez tiendo a lo que tienden todos los artistas, a desdibujar más, a sugerir más y a no pintar la realidad al cien por cien, sino a reinterpretar un poco esa realidad. Sí es verdad que también, porque además me gusta, hago un trabajo fotográfico importante, buscando esas horas puntas donde la luz está en su sitio, tomando un montón de apuntes con lápiz y papel tradicionales. Hay mucho trabajo, sobre todo en el antes. Quiero decir que hasta que no he dado todos esos pasos previos que me permitan empezar el trabajo con la tableta gráfica no suelo comenzar», confiesa Sahagún.
La tableta gráfica, en opinión del artista leonés, «permite trabajar con unas gamas de colores que técnicamente se denomina ‘fuera de rango’. Se pueden utilizar unos colores muy llamativos, muy saturados, pero aquí como introducción decir también que a diferencia de la técnica tradicional cuando el trabajo está finalizado no existe la obra física, son unos datos que están dentro de un ordenador y claro la forma de materializarla resulta importante. En mi caso la técnica que estoy utilizando se llama ‘digigrafía’, que es un sistema de reproducción muy avanzado con unos plotters que simulan casi a la técnica del antiguo grabado. Lo utilizan mucho sobre todo los fotógrafos que quieren conseguir esos colores imposibles».
El leonés expone en la actualidad en el Camarote Madrid dieciséis digigrafías que forman parte de ese proyecto sobre la ciudad de León, con sus calles y monumentos emblemáticos.
El retrato es otra disciplina artística que se adapta bien a la técnica utilizada por Javier Sahagún. «He hecho ya varios retratos con esta técnica y los resultados se asemejan bastante a la fotografía. A diferencia de las técnicas tradicionales la tableta gráfica lo que te permite es pintar encima de una capa y otra y otra y otra, hasta que se consigue esa perfección, donde se quiere conseguir, porque yo lo que intento es dejar desdibujadas determinadas zonas para que el ojo se vaya donde yo quiero», concluye el artista.
Javier Sahagún: "Lo que te permite esta técnica es experimentar"
El artista leonés es un apasionado de la tableta gráfica, con la que lleva pintando desde hace tres años. Los resultados de su trabajo son visibles en el Camarote Madrid, de cuyas paredes cuelgan 16 digigrafías de su colección sobre León
11/09/2018
Actualizado a
19/09/2019
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