El Festival de Jazz de Villamañán, el popular Villamajazz, debía celebrar este año su decimoséptima edición. Sin embargo, las sacudidas de la pandemia lo sacaron del calendario durante dos años consecutivos y este fin de semana, por fin, retorna a las calles de esta localidad leonesa sin haber perdido un solo ápice de su personalidad en el marco de las fiestas de la Virgen de la Zarza y con argumentos suficientes para concretar una entrega, la decimoquinta en su ya consolidada trayectoria, que encuentra en el jazz su principal seña de identidad. Por supuesto, a la cabeza de su organización vuelve a situarse Joaquín Tejedor, el mismo que en 2006, atrapado por la música ‘manouche’ (el sonido jazzístico basado en el uso de la cuerda que cultivaron los gitanos europeos en la primera mitad del siglo XX, con Django Reinhardt como principal referencia, y que acabó alcanzando trascendencia internacional e histórica) que él mismo cultivaba en un grupo leonés, decidió, desde la ingenuidad y la pasión por su pueblo, dar impulso a una iniciativa musical que ahora mismo se rotula brillante y firme en el contexto cultural leonés y a cuya convocatoria siempre responde masivamente la gente.
Y desde el primer minuto de su historia, el Villamajazz siempre se ha guiado por los mismos criterios (la proximidad de los músicos, a pie de calle, con los espectadores y su carácter esencialmente participativo: «es el ADN del festival, no se podría entender de otra manera; sin eso, no podría haber Villamajazz», asegura Tejedor), los que nuevamente darán carácter y contenido a su decimoquinta edición a lo largo del fin de semana que ocupará los días 9, 10 y 11 de septiembre absolutamente fusionada al programa de fiestas de Villamañán. «Estos dos años se han hecho largos no sólo sin el Villamajazz sino sin esas otras cosas que nos han faltado… Tenemos muchas ganas de volver a reunirnos todos para celebrar la música, la fiesta y el estar todos juntos otra vez», dice un Joaquín Tejedor que entrega muchas horas de su tiempo para que la cosa funcione sin fisuras y disfrute de una programación compacta, solvente y cercana. Y así, algunas de las calles del pueblo se transformarán en escenarios exclusivos para satisfacción de artistas y público y como parte fundamental de la atmósfera que respira el festival desde su inicio y hasta su conclusión y revestida del aroma fiestero que le ofrece el marco de esas fechas. «La gente siempre se ha volcado con el festival, y eso resulta fundamental para que este tenga el color que necesita y contribuya a realzar aún más las fiestas de Villamañán».Los músicos (en esta edición, unos cincuenta, repartidos entre las diez formaciones que articulan la programación) son urdidores de momentos realmente especiales a lo largo del fin de semana que pasan en Villamañán con ocasión del festival, que, gracias a su implicación con la realidad del entorno, acaba trascendiendo su condición de mera muestra musical y convirtiéndose en punto de encuentro de toda clase de emociones, como las que generan las ya tradicionales e inesperadas jam sessions que ellos improvisan y que ofrecen una gratificación creativa extra a todo aquel que las disfruta. «Los músicos están en Villamañán con la gente no al margen de ella. Y eso es lo que hace tan bonito al Villamajazz», insiste Tejedor a propósito de los rasgos propios de un festival que mantiene intactos los propósitos que motivaron su nacimiento y que encuentra soporte económico en las ayudas que recibe del Ayuntamiento de Villamañán y del Instituto Leonés de Cultura, además de los ingresos que genera por la venta de las chapas y las camisetas elaboradas para la ocasión, otra de sus señas de identidad, cada año de un color diferente (este azul celeste) y siempre presididas por la imagen de una liebre, símbolo icónico del Villamajazz.La estructura del festival se conserva inamovible desde que arrancara en 2006. Y, por tal razón, los diferentes conciertos que guardan su programación se reparten entre algunas de las calles y plazas más emblemáticas de Villamañán. Siempre el Villamajazz se ha guiado preferentemente por una propuesta musical donde primara el jazz manouche (o swing o gypsy jazz). Y en su decimoquinta edición este vuelve a hacer acto de aparición de una manera muy específica (a través de grupos especializados en su sonido) o más tangencialmente, con bandas que lo integran en contacto con otros estilos en propuestas dominadas por el eclecticismo. En algún caso, ni siquiera asoma. «Lo importante es que podamos disfrutar de cada instante y a eso contribuye cualquier tipo de música», añade Joaquín. Así, el manouche más ortodoxo quedará representado por Menil Swing (día 9, 20 horas, Plaza Mayor), que regresa a tierras leonesas para abrir la edición de este año y donde se incluyen algunos de los mejores músicos ‘manouche’ de este país; y Valladolid Hot Club (día 10, 23 horas, confluencia entre las calles Mayor y La Amargura), el proyecto conjunto del contrabajista Guillaume Deplus y el guitarrista Alberto Blanco. El grupo madrileño Cromática Pistona (día 11, Plaza Mayor, 20 horas), con la voz de Errukine Olaziregi como eje de su repertorio, se mueve entre sonoridades tan variadas como swing americano, dixieland, manouche, balkan, rock’n roll y ska, entre otras, lo que le confiere una entidad única, tal y como evidenciará en la última actuación prevista de este Villamajazz.
Siempre la muestra no descuida la música leonesa, a la que otorga una parcela relevante. Y en esta ocasión, la representación de la tierra quedará a cargo del quinteto de la cantante y trompetista María Quiroga (9 de septiembre, 23 horas, Plaza La Leña), cuyo repertorio se abre a una variedad amplia de registros jazzísticos; Goodman Collective, el proyecto funky-soul-jazz de Javier Baíllo que rendirá visita a Villamañán el 11 de septiembre (13,45 horas, Plaza Mayor); y, también, Tri Full Jazz, banda que ha participado en todas las ediciones del Villamajazz y que en esta (día 10, Plaza La Leña, 13 horas) estará acompañado por la vocalista Nuria Martínez. Este trío aprovechará la ocasión para recordar a su bajista de siempre, el cubano Luis Quiñones, desaparecido recientemente. También al universo musical leonés pertenece el único concierto que no se adscribe a la realidad jazzística a cargo de Sucedáneo Humano, apodo tras el que se esconde el cantautor Héctor Pernía (día 10, 13 horas, Plaza La Leña). Se completa la nómina de artistas provinciales con otro veterano del festival, Radio Lulü, el grupo de la cantante Leticia Robles y el guitarrista Emilio Saiz (día 10, 23 horas, confluencia de las calles Mayor y La Amargura), que suma swing con otros géneros musicales y que recientemente daba a conocer su última grabación, ‘swing enchufe!’.
El Villamajazz ha programado para el día 10, a las 20 horas y en la Plaza Mayor, una actuación de The Red Velvets, un trio vocal femenino procedente de Alicante que afrontará un repertorio con sabor a las décadas de los 30, 40 y 50 (con referencias a The Boswell Sisters, The Andrews Sisters, The McGuire Sisters, The Lennon Sisters, TheDinning Sisters…) y cuyas armonías vocales estarán subrayadas por una banda de experimentados músicos.
La programación quedará colmada con la participación del quinteto bilbaíno Ale and The Hops (9 de septiembre, 23 horas, Plaza La Leña), dedicado al cultivo de la música negra y donde destaca sobremanera la poderosa voz de Nekane Agirre, también saxofonista.
Joaquín Tejedor: "Los músicos en Villamañán están con la gente, no al margen de ella"
El Festival de Jazz de Villamañán, el popular Villamajazz, regresa este fin de semana, tras dos años de ausencia por causa de la pandemia, con la participación de diez formaciones
09/09/2022
Actualizado a
09/09/2022
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