En el mundo de la antropología y el estudio de tradiciones populares nadie duda de que el premio Giuseppe Cochiara es el más importante de Italia y uno de los más valorados a nivel internacional, valorando mucho la trayectoria de sus ganadores. En la edición de 2024 el elegido, el premiado, ha sido el profesor y divulgador leonés José Luis Alonso Ponga, que este fin de semana deberá acudir a Messina para recogerlo. Antes de partir reconoce su emoción pero Ponga, ya jubilado de su cátedra de Antropología y Estudios sobre la Tradición de la Universidad de Valladolid, se ha vuelto a vincular mucho más a su pueblo, Alcuetas, y aún reconociendo la emoción por el reconocimiento reivindica su conocida postura de tener los pies en el suelo: "Sigo siendo, siempre, el hijo mayor de Pepe el de Alcuetas".
– Aunque el Jurado ha valorado muchos aspectos de su trayectoria usted insiste en la emoción que le causa unirse a la ‘nómina’ de ganadores de este premio con gente que admira.
– Es cierto que siempre se dice que es el premio más importante que se da en Italia de antropología; y en buena parte se debe a que los dos primeros premiados sean Antonino Buttitta y Ricci Lombardi Satriani, que son mis maestros de toda la vida, una especie de nuestros Caro Baroja. Al pensarlo me veía indigno de atarle la correa de sus zapatos, eso te da una dimensión de lo que siento.
– ¿Qué es lo que más valora de aquellos maestros?
– Mira, algo en lo que siempre me he mirado. Estudiaban la verdadera antropología europea porque ya sabes que venían los ingleses y, sobre todo, los americanos y hacían estudios, tesis y lo que quieras pero no entendían nada de nada ¿Tú crees que necesitamos que vengan los americanos a explicarnos lo que era y suponía el Concejo? Eso lo tenemos que investigar partiendo de aquí, entendiendo nuestra cultura. Pero estos dos eran otra cosa, uno de Calabria y otro de Sicilia, con una formación sólida, muy en contacto con los campesinos pese a ser gente de dinero y de izquierdas.
– ¿Tiene importancia lo de ser de izquierdas o no en antropología?
– Tiene sentido reseñarlo, pues estaban muy metidos en lo que ellos llamaban las clases subalternas; venían de la filosofía de Gramsci y ellos hicieron la gran escuela.
– ¿Y Cochiara, el que le da nombre al premio?
– Pues fue el precursor de ellos; gente que ha hecho unas descripciones etnográficas y unos análisis impresionantes;tanto que jamás me imaginé a su lado.
– Pero ya le habían premiado con anterioridad en Calabria.
– Sí es cierto, pero era otra perspectiva.
–¿Se podría decir que este premio, ahora que ha se ha jubilado de la Universidad, es la coronación de su carrera, la guinda?
– Lo dices tú; mi humildad me impide decirlo yo pero no te negaría que es un buen broche a una carrera o, si quieres, a un intento de investigar algo. Y que te repitan que es el premio más prestigioso de Italia, ver sus primeros ganadores, o al otro candidato que habían nombrado conmigo (Mar Augé), me alegra pero, insisto, sigo siendo el mayor de Pepe el de Alcuetas y quiero seguir siéndolo.
– Y después de cerrar la etapa universitaria y este reconocimiento, ¿qué caminos piensa seguir?
– Pues estudiar, investigar en los campos que me he movido siempre y ando enfrascado en varios proyectos; uno de las reliquias para el Año Santo, que voy un poco pillado de tiempo; pero el que sí tengo más avanzado es el de las cantanderas, ése sí lo tengo trabajado.
– En varios lugares que hemos coincido desmonta muchos ‘mitos’... no me diga que las cantaderas también tienen gato encerrado.
– Bueno. Yo simplemente te digo que estoy estudiando la vertiente seria de las cantaderas. Lo que ha sido y lo que hoy día es, cómo se han apropiado desde la religión de algo que les interesaba mucho, el discurso de Clavijo y otras mentiras que quedan muy bien pero que no dejan de ser resemantizaciones y legitimaciones de una realidad; que era que aquí la Iglesia, a la Catedral, había puesto su sello y había dicho ‘nosotros mandamos’ con el Ayuntamiento y una manera de que no quedase muy mal el Ayuntamiento han llegado a esta teatralización de igualdades.
– ¿Es peligroso decir algo así?
– No, pero tienes que saber lo que van a decir: que no tengo ni zorra idea de lo que digo. Con eso ya cuento.
– ¿Y la ola de recreaciones que se extiende por todos lados?
– De eso vale más callar que hablar. Yo tengo un amigo que se dedica a ello y se lo digo, estáis inventando, pero lo ético sería dejar constancia anterior de cómo eran realmente las cosas, de la historia real y de lo que has cambiado para convertirlo en un sarao festivo de gente vestida de época que come con las manos.