Columnista en La Nueva Crónica, narrador, etnógrafo, traductor, editor, crítico de arte, poeta galardonado con el Premio Castilla y León de las Letras en 2018, José Luis Puerto saca su faceta de ensayista en su última publicación, ‘Veladas campesinas de invierno en el ámbito leonés’; una compilación de fuentes de información y datos referentes a la tradición oral del medio rural leonés cuyas investigaciones se remontan a los años ochenta. Editada por el Instituto Leonés de Cultura en su colección ‘Breviarios de la calle del Pez’, la publicación tiene este miércoles su puesta de largo en la Sala Región de la capital provincial a las 19:30 horas.
– Con ‘Veladas campesinas de invierno en el ámbito leonés’ regresa al ensayo, dejando al margen esta vez el género poético que suele caracterizarle. ¿A qué se debe esa pulsión por publicar este libro?
– El libro como tal, su redacción y su estructura, nace con motivo de una invitación universitaria. Entre el 12 y 13 de abril de 2023, se celebró el Seminario Interuniversitario de Patrimonio Cultural titulado ‘Mundo rural. Tradición oral, palabra literaria y paisaje’, organizado por la Red Internacional de Universidades Lectoras (RIUL), en este caso por las universidades de León, Salamanca, Valladolid, Extremadura y Oviedo. Y se me invitó a pronunciar la conferencia inaugural, por parte de la profesora Natalia Álvarez de la facultad de filología hispánica, que versó sobre el contenido del libro: las veladas campesinas de invierno en el ámbito leonés.
– Dada la docena de páginas de bibliografía, se sobrentiende que el volumen lleva tras de sí mucho tiempo de trabajo.
– Llevamos desde los años ochenta del pasado siglo investigando sobre las culturas campesinas, en una labor constante, lenta, sin prisa pero sin pausa, como diría Juan Ramón Jiménez. La documentación bibliográfica, así como el trabajo de campo –que en esa doble tarea consiste la investigación-, en concreto en torno a tales veladas campesinas de invierno, parten también de los años ochenta; un trabajo acentuado e intensificado desde que, a mitad de los años noventa, residimos en León.
– El título, igual que la introducción, denotan lo equívoco de referirnos a este tipo de encuentros con el término extendido de ‘filandón’. ¿En qué se diferencian de estas veladas? ¿Por qué es importante hacer esa diferenciación?
– Claro, en el ámbito urbano de la sociedad leonesa, debido a un suplemento cultural, se ha simplificado el nombre de tales veladas campesinas, pensando que su único nombre es el de ‘filandón’; pero no, se conocen, incluso en la provincia de León, y en las aledañas de Salamanca y de Zamora, por otros muchos nombres, como, por ejemplo, ‘hilas’, ‘hilorios’, ‘hilanderos’, filanderos’, ‘seranos’… y alguno más, de lo que damos noticia en un capítulo dedicado a ello, a la parte estrictamente filológica. De ahí que hayamos optado por no poner un término reduccionista (‘filandones’) para hablar sobre ellas, sino otro abarcador de los distintos nombres, pues los comprende a todos: veladas campesinas de invierno.
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– La «identidad» del pueblo leonés también sale a relucir en las primeras páginas. ¿Son las veladas estudiadas en este ejemplar determinantes para configurarla?
– La identidad de los pueblos tiene elementos constantes, si así puede decirse, y elementos cambiantes. Algunos de los elementos que podríamos llamar constantes, con el paso del tiempo y con el cambio de las sociedades, se reinterpretan; es lo que ha pasado en León, por ejemplo, con los tres signos o señas de identidad que ahora y desde hace algunos años están en candelero y que, en sus prácticas y reivindicaciones actuales tienen muy poco que ver con la significación de tales elementos en nuestras sociedades campesinas: el ramo de Nochebuena y Navidad, los pendones y los ‘filandones’ (esto es, las veladas campesinas de invierno).
– ¿Cuán relevante es la tradición oral para comprender la identidad leonesa?
– Las tradiciones orales, al tratarse de elementos inmateriales de la tradición, diría que son menos manipulables, menos reinterpretables. Por fortuna, en la provincia de León están bastante bien recogidas, con publicaciones que ya hoy podemos considerar como canónicas: el romancero (recogido y editado por el Seminario Menéndez Pidal), los cuentos (por Julio Camarena), el cancionero (por Miguel Manzano) y las leyendas (por nosotros mismos). Además de otras distintas aportaciones bibliográficas, muy estimables, que hay, y a las que ahora, en este contexto, no podemos aludir. En este sentido, diría que la provincia de León es, de las españolas, posiblemente una de las que mejor tiene recogidas y documentadas sus tradiciones orales.
– Dada la inminente y constante despoblación del medio rural, ¿corren estas veladas el riesgo de perderse definitivamente y caer en el olvido?
– Las veladas campesinas de invierno se hallan ya agonizantes y perdido su antiguo carácter. En ellas, las mujeres y las mozas hilaban, los hombres conversaban y realizaban algunos trabajos artesanales, se rezaba el rosario, se leían algunos textos por ejemplo del ‘Año cristiano’, se comía y bebía (en momentos especiales, dada la escasez y pobreza en que los campesinos vivían), se bailaba y para ello entraban los mozos en las cocinas con gaita y tambor (lo que estaba mal visto por la autoridad eclesiástica, que en sus mandatos de visita a los pueblos prohibía y restringía tales veladas) y, en fin, se entretenía la gente y se convivía, que era el fin último de estas veladas. Y todo esto, claro está, ya ha desaparecido, es una reliquia.
– Esta tarde presenta el ejemplar en la sala Región del ILC en compañía del catedrático Francisco Javier Rúa Aller. ¿Qué van a encontrarse los asistentes en el acto?
– Los asistentes se van a encontrar con la presentación de un libro que documenta un importante aspecto de las culturas campesinas leonesas, que ha interesado a filólogos, folcloristas, etnógrafos, escritores, que ha sido abordado por el derecho consuetudinario y que, en fin, queda así documentado por escrito para conocimiento de la sociedad. Nos acompañará Francisco Javier Rúa Aller, buen amigo, con el que conversamos con cierta periodicidad, y quien, aparte de su labor docente e investigadora universitaria, es un excelente etnógrafo leonés.