Perfectamente guardados en cajas en las condiciones de temperatura, luminosidad y humedad adecuadas para su conservación, los 250 metros cuadrados de superficie de este archivo albergan 1.543 libros contables y 451 libros de actas, así como 1.847 cajas de archivo, 802 carpetas y 337 libros de correspondencia. En el interior de estos archivadores se pueden encontrar cuatro fondos monográficos especiales de enorme importancia como es el archivo de los Condes de Luna, entre los siglos XII y XIX; fondos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País fechado entre los siglos XVIII y XX; el fondo de Gaudí, de los siglos XIX y XX; y, por último, los fondos antiguos generales, desde el siglo XVI hasta el año 1950.Entre los tipos documentales que se pueden encontrar están artículos de revistas, carteles, soportes de almacenamiento de audio y vídeo, diapositivas, fotografías, recortes de prensa y revistas, soportes informáticos, libros y monografías. También se pueden hallar en estas instalaciones ubicadas en la plaza de Santo Domingo de la capital leonesa documentos jurídicos, manuscritos o de gestión interna, expedientes y legajos o dibujos e ilustraciones.Los fondos proceden de lo que fue el archivo histórico de Caja España, donde es posible encontrar los inicios de las primeras cajas de ahorros, con los pertinentes estatutos, los patronatos, las entradas y salidas, las cartas a los usuarios… en definitiva, la documentación económica de la historia del banco, algo que constituye una parte de este almacén. Especialmente llamativos resultan los libros de cuentas, en los que se anotaban todas las operaciones, algunos de ellos de un enorme tamaño, y en los que figuraban todos los movimientos que tenían lugar en la entidad.Al enorme valor de este fondo documental se le pueden sumar otros elementos de riqueza histórica como pueden ser las 42 máquinas de escribir y calculadoras contables de la época que atesora, la primera máquina de contar monedas, copias de documentos históricos dispuestos en atriles, como el facsímil de las Cantigas de Alfonso X o del Beato de San Miguel de Escalada, más de 120 grandes fotografías, expositores de anuncios, teléfonos o cajas fuertes, entre otros muchos.El encargado del archivo, Juan Gómez, relata cómo la antigua Obra Social de Caja España consiguió que los herederos de los Condes de Luna, que habían huido a Francia con toda la documentación -entre la que se encontraban todas las cartas y aquello que recibían de los Reyes Católicos o de Alfonso IX- permitieran el regreso de toda esa documentación a España. La entidad financiera medió ante las pertinentes embajadas para custodiar ese archivo, que desde el año 1976 se guarda “en buenas condiciones”, pasando a formar parte de los fondos de la actual Fundación EspañaDuero y que es “lo más increíble que hay”.El primer documento de este archivo data del año 1198 y corresponde al rey Alfonso IX, hay otro documento de especial relevancia como la exención de los Reyes Católicos a la ciudad de Soria, además de que atesora libros de liturgia, de los salmos, un manuscrito del Corán de 1243. Especial curiosidad genera también las Sociedades Económicas de Amigos del País. “Durante el reinado de Carlos III había un gran movimiento cultural y la gente más burguesa quería potenciar la cultura” de manera que el monarca favoreció la primera Sociedad Económica de Amigos del País para impulsar al divulgación e investigación de esos colectivos, entidades que se fueron creando en distintas comarcas españolas. “Algunas todavía existen, pero la de León se fue extinguiendo y cuando se vio eso, se cedieron los archivos para la custodia de Caja España”, relató Gómez.El documento más antiguo que se encuentra en este archivo data del 17 de diciembre de 1198. Está firmado en León y se trata de un documento de Alfonso IX en pergamino escrito en castellano de la época. Con este “super legado” en su poder, la Fundación EspañaDuero está intentando digitalizarlo completamente con la “ilusión” de poder transcribir todos los documentos que tienen en su poder, algo que habrá que estudiar en profundidad dado que la legibilidad de algunos de ellos es muy dificultosa, por lo que requieren de “mucha calma”.
Un amplio archivo de Gaudí
Gran parte de la obra del arquitecto catalán, Antonio Gaudí, y su legado gráfico se perdió cuando se quemó su estudio durante la Guerra Civil Española en la Sagrada Familia, con lo que se perdió gran parte de la “valiosísima” documentación que ahora habría permitido con mayor facilidad el estudio de la obra del arquitecto catalán. El edificio de Botines fue construido sin un solo plano, así como tampoco documentación sobre quiénes fueron los maestros de la obra, que se levantó en apenas once meses, ni imágenes de la inauguración, aunque sí del proceso de la obra.
Fue en el año 1950 cuando la escultura de San Jorge que se encuentra en la fachada de la casa Botines mostró algunas deficiencias, algo que los leoneses quisieron aprovechar para reclamar en ese lugar la imagen de la Virgen del Camino, por ser leonesa. De ahí que la imagen de San Jorge se retirará para su estudio y reparación. Fue entonces cuando se localizó, en la base de la escultura, un tubo de plomo en el que se encontraban los planos originales firmados por Gaudí, además de un documento que acreditaba que el edificio se había construido en diez meses gracias a los grandes maestros, donde figuraban los nombres de todos ellos. Además, también se encontraban allí los periódicos de la época con el artículo de la portada en el que se informaba del litigio entre los propietarios y el Ayuntamiento de León por la propiedad del inmueble.
Condiciones óptimas de conservación
Las condiciones de conservación que hay en el archivo son “las ideales”, de ahí que se siga estudiando la mejor manera de poder exponer los planos de Gaudí y parte de la información más interesante sobre el edificio Casa Botines con motivo de su musealización. “Por un lado se quieren exponer, pero estamos con una investigación seria sobre si se puede hacer porque quizá no puedan estar expuestos”, reconoce Gómez. Y es que el trazo está realizado con tinta del siglo XIX a la que es conveniente que no dé mucho la luz ni cambiar las condiciones de humedad, al estar diseñados también sobre papel vegetal.
Su conservación durante tantos años en la escultura de San Jorge fue posible ya que se encontraban en el interior de un tubo de plomo. “El papel de esos planos se acostumbró a estar enrollado y así se mantiene, viendo si se podría extender, en qué tipo de vitrina, en qué sala de museo y si habría que limitar el número de personas que pasan”, concluye.