José Ramón Vega y Tomás Sánchez Santiago parecían obligados a encontrarse pues tenían demasiados rasgos comunes. Llegaron a León desde cerca, El Bierzo y Zamora, y se quedaron; se manejan muy bien en el silencio, uno como un pistolero zurdo que dispara su nada ostentosa cámara sin que te des cuenta, el otro con un bolígrafo y unos papelines en los que toma notas que convierte también en disparos de apreciada literatura, ya sea poesía, novela o reflexiones que pueden llegar a explicar incluso para qué sirven los charcos. Para los dos los libros son algo imprescindible, como literatura y como objeto. Vega y Sánchez Santiago son dos de esos artistas ‘de culto entre’ los suyos pese a que lo negarán, como dicen que dentro de unos días va a hacer el santo Pedro mientras canta el gallo.
Y acabaron coincidiendo. José Ramón Vega lo recuerda: «Nuestra colaboración surgió porque tenía que surgir, estaba predestinada. Éramos dos personas mirando el mundo desde ángulos similares. La publicación del libro de Tomás, ‘La belleza de lo pequeño’ nos puso en conjunción. Según leí las pruebas se me vino a la cabeza la fotografía de la cubierta, era perfecta para ese título. Esa fotografía es la que ahora se ve en el cartel de la exposición y un poco la que ha propiciado nuestra amistad y este proyecto que ahora presentamos en León».
Un paso más es la exposición que este jueves (a las 19 horas) abre sus puertas en el Museo de León, 24 fotografías de Vega a las que Sánchez Santiago pone letra ¿O al revés? «La muestra nace por amistad. Y por confianza del uno en el otro. Y también por ese sentido del riesgo, de la aventura, que siempre lleva a jugar con los límites de las creaciones, a ver hasta dónde nos atrevemos a llegar con lenguajes distintos», reflexiona Tomás Sánchez mientras Vega incide en ideas similares. «El origen de la exposición surge, efectivamente, de nuestro encuentro con el libro de Tomás y con los demás títulos publicados por la editorial Eolas en su colección ‘De la belleza’. El Instituto Castellano y Leonés de la Lengua nos propuso una exposición trabajando en esa dirección y de ahí surgió este trabajo que ahora llega a León, antes ya ha pasado por diferentes localidades y que me consta seguirá camino en otras tantas, algo que nos gusta mucho tanto a Tomás como a mí, huir de lo local».
Seguramente ya hayan respondido en cada inauguración sobre el método de trabajo entre ellos, si el huevo o la gallina ¿La foto tira del texto o busca el fotógrafo una imagen para el texto del escritor?
- JR Vega: «En un primer momento fue primero la palabra, el libro de Tomás, pero luego han ido las imágenes por delante de los textos. Yo elegí el grupo de imágenes que comprende la exposición y Tomás fue encajando esos textos tan suyos, esas trampas verbales. Sus textos no van detrás de las imágenes, sino que las desafían, las retuercen y a veces hasta las contradicen».
- Tomás Sánchez Santiago: «Las imágenes ya existían. Vega me las pasó cuando acepté a ciegas ir a su lado en esta exposición. Pero a partir de ahí me planteé una alta dosis de independencia de los textos respecto a las fotos. Quiero decir que ninguno de los dos lenguajes es subsidiario del otro».
En definitiva, y como parece que no podría ser de otra manera, los dos protagonistas de la exposición vuelan libres. «No hubo ninguna propuesta de dependencia. Mi idea (Sánchez Santiago) fue siempre que las palabras no añadieran nada a lo que las fotografías de Vega pueden sugerir por sí mismas. En algún caso hay hilos sutiles que proponen pistas para una relación posible entre ambos lenguajes. Pero la intención mayor es que la soberanía de las fotos no reclame una explicación por medio de palabras. No, no hay labor de glosa en los textos».
Los libros son otro lazo que les une. La relación entre ellos nació en un libro, diez de las 24 imágenes de la exposición han sido portadas de obras de la colección ‘De la belleza’, que dirige Gustavo Martín Garzo para Eolas Ediciones... «La literatura —dice Vega— siempre ha estado presente en mi trabajo, siempre me he nutrido de ella y es un reto para mí colaborar con escritores que admiro, como lo fue en su día la publicación de ‘Cancamusa’ con textos de Víctor M. Díez. Mi fotografía tiene un gran componente narrativo influenciada por la literatura y el cine. Una buena imagen debe contar algo por sí misma, debe incitar a la pausa y la reflexión. Por ello, entiendo que la exposición como una negociación entre la palabra y la imagen, entre lo que se ve y lo que se dice, entre lo que se muestra y lo que se sugiere».
Por su parte, el escritor y poeta zamorano afincado en León incide en la condición de fotógrafo ‘literario’ de su compañero de aventura: «Vega es un artista que ha tenido siempre en cuenta el mundo de los escritores. Ahí están sus retratos (el mítico de Leopoldo María Panero, un icono que prevalecerá), la colaboración con el poeta Víctor M. Díez en 'Cancamusa' y últimamente las cubiertas de los libros de la colección 'Sobre la belleza' en Eolas. Esa actitud fue, naturalmente, un factor más que nos animó a esta aventura conjunta».
- Se ha repetido la expresión ‘de la belleza’, ¿es la que lo explica todo?
- La palabra belleza es peligrosa. Tendemos a buscarla en un código consabido: lo bello. Precisamente la colección de Eolas propone algo distinto. Mostrar la belleza allá donde parece que no iba a encontrarse. Por eso se abre con ese título ('La belleza de los muertos') de Ildefonso Rodríguez.
- ¿Y los deslumbramientos que han llevado al título de la exposición? Dice la RAE que es una «turbación de la vista por luz excesiva o repentina».
- JR Vega: «Lo que deslumbra no siempre lo provoca esa luz cegadora, muchas veces el deslumbramiento procede de algo que está escondido, un detalle, un reflejo, un instante».
- T. Sánchez Santiago: «Ciertos deslumbramientos se refiere a eso, a la revelación que puede contener una imagen donde en principio no se esperaba nada. Una maleta cerrada, una cama abandonada y expuesta a la incuria del tiempo, unos objetos que solo parecían exhalar pasividad… Pero la mirada del artista saca zumo de donde no parecía que había nada. Por otro lado, creo que en estas fotografías hay una preocupación de Vega por la luz, por su invasión sobre las cosas y los cuerpos».