
Si el monasterio es un tumulto, Potes, la capital lebaniega, no es menos, pero aquí a la búsqueda de hostelería y, cosa que ya menguante en otros lugares, a la compra de recuerdos, desde la típica postal a los afamados quesucos, orujos y otros productos de la tierra.
Ante tal afluencia de gentes, la reflexión, materialista pero perdonable si se mira como un pensamiento que pretende el bienestar de los menguados leoneses, es inevitable: ¿por qué no ocurre lo mismo ante mil acontecimientos y atractivos únicos que existen en León? Mismamente, y tomándolo como único ejemplo entre muchos, el Museo Catedralicio-Diocesano de Astorga también alberga un Lignum Crucis, cuya reliquia aunque sea más pequeñita alberga la misma esencia espiritual y, además, su continente es una de las mejores joyas de la orfebrería medieval, a la que el siempre parco en alabanzas Manuel Gómez Moreno califica de «alhaja sin rival», catalogándola en el siglo XIII, aunque sin cerrar la puerta al XII. Completa el «gancho» su legendario origen templario, que «no parece inverosímil» según palabras del mencionado Gómez Moreno.