Jubileo lebaniego

Un grupo de socios de Promonumenta visitó este sábado el monasterio de Santo Toribio de Liébana en este su año jubilar, un privilegio concedido por el Papa Julio II que lo declaró "lugar santo" en el siglo XVI

L.N.C.
24/10/2017
 Actualizado a 12/09/2019
Colas para pasar por la Puerta del Perdón del monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Colas para pasar por la Puerta del Perdón del monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Cuarenta socios de Promonumenta, la asociación para la defensa del patrimonio de León, acudieron el sábado a La Liébana para visitar el monasterio de Santo Toribio en este su año jubilar, un privilegio concedido por el Papa Julio II que lo declaró «lugar santo» en el siglo XVI.

   Las colas eran de nunca acabar: para visitar la iglesia, para pasar por la Puerta del Perdón, para asistir a misa, para comprar un recuerdo o tomar un refresco...  y, el no va más de las colas y aglomeraciones, para besar el Lignum Crucis, el supuesto mayor trozo de la cruz de Cristo conservado en el mundo que Santo Toribio, en el siglo V, trajo desde Jerusalén a Astorga antes de ser nombrado obispo de la diócesis asturicense. La tradición sigue contando que, casi tres siglos después de la muerte del santo, sus restos y su reliquia de la Cruz fueron llevados a La Liébana para ponerlos a salvo de posibles profanaciones musulmanas.

   Si el monasterio es un tumulto, Potes, la capital lebaniega, no es menos, pero aquí a la búsqueda de hostelería y, cosa que ya menguante en otros lugares, a la compra de recuerdos, desde la típica postal a los afamados quesucos, orujos y otros productos de la tierra.

   Ante tal afluencia de gentes, la reflexión, materialista pero perdonable si se mira como un pensamiento que pretende el bienestar de los menguados leoneses, es inevitable: ¿por qué no ocurre lo mismo ante mil acontecimientos y atractivos únicos que existen en León? Mismamente, y tomándolo como único ejemplo entre muchos, el Museo Catedralicio-Diocesano de Astorga también alberga un Lignum Crucis, cuya reliquia aunque sea más pequeñita alberga la misma esencia espiritual y, además, su continente es una de las mejores joyas de la orfebrería medieval, a la que el siempre parco en alabanzas Manuel Gómez Moreno califica de «alhaja sin rival», catalogándola en el siglo XIII, aunque sin cerrar la puerta al XII. Completa el «gancho» su legendario origen templario, que «no parece inverosímil» según palabras del mencionado Gómez Moreno.
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