La estatua de Guzmán el Bueno vista por el Ayuntamiento de León (año 1894)

Por José María Fernández Chimeno

José María Fernández Chimeno
26/10/2019
 Actualizado a 26/10/2019
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Coincidiendo con el VI centenario de la gesta de Tarifa (1294/1894), la iniciativa del homenaje nacional al glorioso D. Alonso Pérez de Guzmán (El Bueno) partió de la prensa de la Capital y de los círculos eruditos leoneses, pero pronto fue apoyada por los parlamentarios de Sagasta (los sagantinos: senador Gabriel Fernández Cadórniga y el joven diputado Fernando Merino, yerno del presidente de Gobierno). Los periódicos La Montaña y El Campeón propiciaron un álgido debate sobre la necesidad de dedicarle un homenaje y el Círculo de la Unión Leonesa apostó por la celebración de unos juegos florales, que realzaran la figura del héroe medieval.

Sin embargo, ajena a las inquietudes de las élites artísticas e ilustradas, la Alcaldía de León, desde el primer día del año de gracia de 1894, dejó constancia, en las Actas municipales, que eran otras sus preocupaciones. En la Sesión inaugural del primero de enero se constituía la nueva Corporación, en la Sala de Sesiones de la Casa del Ayuntamiento, bajo la presidencia de D. Mariano Sanz Hernández, alcalde saliente. Al frente de los concejales electos figuraba el que sería nuevo regidor de León, luego de que el señor Secretario diese lectura a una comunicación del Sr. Gobernador Civil, D. Saturnino de Vargas Machuca: «…en la que se trascribe una Real Orden de fecha veinticuatro del mes último, nombrado Alcalde presidente de este Excmo. Ayuntamiento para el bienio de 1893 a 1895 a D. Tomás Mallo concejal del mismo. El Señor Alcalde saliente entregó al señor Mallo la insignia del cargo y ocupó este la presidencia». Archivo Municipal León (AML) (Serie: Actas Municipales. Sección: Gobierno. Caja 100, L - 174)

Desde la primera Sesión ordinaria, con fecha 11 de enero del año entrante, y bajo la presidencia del Sr. Alcalde Constitucional, se daba cuenta de las necesidades más urgentes para el mejor gobierno del vecindario. Abrió la sesión el concejal Celestino Nieto, haciéndose eco de: «la noticia que da la prensa referente á la venida de los talleres del ferrocarril a esta Capital, para dirigirme al Director de la Compañía y a los Diputados y Senadores para que se consigne del taller y los obreros…». También era prioritario dar soluciones al ensanche de León y en este sentido «se presentó y fue leída una proposición escrita por los señores Balbuena, Nieto y Valdés, pidiendo que se acuerde la apertura de una calle que partiendo del ángulo que forma la carretera de Asturias en la Plaza de Santo Domingo, venga a desembocar frente a la grandiosa fachada de S. Marcos, según indica el croquis que acompañan». Antes de finalizar el primer mes del año, y en Sesión extraordinaria del 20 del corriente, se dio lectura a una noticia trascendental para que la apertura de esta vía urbana cobrara aún mayor importancia: «Puesto en discusión el segundo objeto de la convocatoria, fue leído por el señor Secretario un telegrama del Diputado señor [Gumersindo] Azcárate, concebido en los siguientes términos: «Guerra telegráfica Capitán Ingeniero, Comandante militar y Jefe del Cuerpo procedan con preferencia al arreglo provisional [de] San Marcos para que […] cuanto antes alojamiento. Azcárate».

Las expectativas militares de la Ciudad, donde se sopesaba la creación de una capitanía militar y el crecimiento ferroviario (que centralizaría los importantes negocios mineros leoneses), venían a corroborar que se iban cumpliendo las expectativas del tercer y último de los objetivos del ensanche proyectado por Salazar; ya que, según se recogía en el proyecto, «León es una ciudad que está aumentando, está saliendo de su letárgico sueño y ha de tener en poco tiempo un notable crecimiento, quizás en armonía con el Ensanche proyectado, con ser esta grande».

Para hacer realidad estos sueños de grandeza, los círculos de instrucción y recreo serán de nuevo los que tomen la iniciativa. En Sesión ordinaria del 15 de febrero de 1894 se dio cuenta de una instancia «en que D. Antonio Malagón pide que se le conceda el Teatro para dar con la Sociedad Círculo de la Unión Leonesa una velada lírica dramática dedicada al Excmo. Señor Comandante General Jefe del 7º Cuerpo de Ejército,…». Sería una de las últimas actuaciones con luz de vela en el Teatro Principal. A este respecto, y en Sesión ordinaria del 29 de abril del vigente año, se leyó un oficio «en el que el Señor Gobernador Civil de la provincia ha dispuesto ordenar que proceda inmediatamente el Ayuntamiento a la clausura del Coliseo de esta Capital hasta que para utilizarlo se halle establecido en él el alumbrado eléctrico…». Para su sustitución se requería de la ejecución de un proyecto firmado por el arquitecto municipal; pero se daba la circunstancia que el facultativo que hasta entonces desempeñaba el cargo de forma interina, D. Francisco Blanch y Pons, lo era por igual de la Excma. Diputación, e incluso hacía las funciones de arquitecto de la diócesis de León, sustituyendo a su amigo y paisano Antonio Gaudí en las obras paralizadas del Palacio Episcopal de Astorga (firmando una única certificación de obra) por lo que presentó la dimisión en el cargo, al impedir ejercerlo sus muchas ocupaciones.

En el siguiente apartado de la citada Sesión, se menciona por vez primera el asunto que nos atañe: «Vista una carta en que la Junta directiva del Círculo de la Unión Leonesa solicita la ayuda del Ayuntamiento para conmemorar el próximo sexto centenario de la defensa de Tarifa llevada a cabo por el insigne Leonés D. Alfonso Pérez de Guzmán (El Bueno), y que la Corporación ceda al efecto un premio para el certamen nacional…». (AML)

La erección de la estatua de Guzmán (el Bueno) nunca estuvo exenta de polémica, desde el mismo día en que el ilustre diputado a Cortes por la circunscripción de La Bañeza (D. Gabriel Fdez. Cadórniga) se le ocurrió la idea de conmemorar el VI Centenario de la gesta que el caballero leonés había llevado a cabo en Tarifa, allá por el agosto de 1294. El miércoles 18 de julio de 1894, la reina regente firmaba en San Sebastián un Real decreto, presentado por el propio Presidente del Consejo de Ministros; documento publicado el 23 de julio del vigente, en la Gaceta de Madrid Nº 199. La primera certeza que se tiene en León respecto a esta noticia, data del 16 de junio, y parte del Gobernador Civil; quien se dirige al Presidente de la Diputación provincial en animosos términos. Sin embargo, el Senador Cadórniga no olvidaba que las élites socio-culturales del Círculo de la Unión Leonesa eran los verdaderos impulsores del homenaje a Guzmán (El Bueno) y este, desde Madrid, dirige un telegrama al Consistorio, representante de las inquietudes históricas del pueblo leonés. En Sesión ordinaria de 24 de julio, se informa: «Leído un telegrama del Senador (leonés) señor Fernández Cadórniga participando que se ha publicado en la Gaceta [de Madrid] la Ley para que se erija en esta Capital una estatua a Guzmán el Bueno, por lo que felicita a León en la Corporación que representa al pueblo, se acuerda quedar enterado y que se conteste al Ilustre Senador dándole las gracias por sus gestiones». (AML)

No obstante, algunos diputados provinciales presentan una propuesta en contra de los términos en que se ha de financiar su erección, siendo derrotados. De tal decisión se congratuló el Gobernador Civil, quien advertía «pues no existiendo precedente alguno en esta provincia y deseando evitar el ridículo, ya por señalar cantidades exiguas, ya excesivas dada la premura de tiempo…». Similar situación (evitar el ridículo) se daba en el Consistorio leonés, por cuanto en Sesión ordinaria del 21 de agosto del corriente, se constata: «Pidió el señor [Cipriano] Puente [4º Teniente] que el Ayuntamiento contribuya a los festejos acordados por la Sociedad ‘Círculo de la Unión Leonesa’ y que deben tener lugar en el próximo mes de Septiembre con motivo de la celebración del VI centenario de la defensa de Tarifa por Guzmán El Bueno, y que se diga si la Comisión nombrada al efecto ha designado ya el sitio donde ha de colocarse la estatua de tan insigne Varón». (AML). La cuestión no debió quedar resuelta a gusto de todos los concejales, y en la siguiente Sesión: «Pregunta el señor Del Río si fue D. Ambrosio o D. Cayetano Fernández Llamazares quien trató en la Sesión anterior del sitio en el que ha de colocarse la estatua de Guzmán el Bueno; se extraña que no se contribuya a las funciones del Centenario de la defensa de Tarifa; dice que la Corporación tiene recursos para cosas de menor importancia y que no lo tiene para conmemorar hechos tan heroicos; termina diciendo que si no se contribuye con algo para los festejos del Centenario, quedará el Ayuntamiento desairado…». (AML)

Pasada la época estival y a las puertas de la efeméride de la muerte de D. Alfonso Pérez de Guzmán (19 de septiembre 1309), se despertó el febril entusiasmo e interés histórico-artístico por la figura emblemática del insigne leonés y se redoblaron los deseos de tributar el merecido homenaje al legendario Guzmán, que se representaba como el «Abrahán del cristianismo».

En este contexto, y coincidiendo con las fiestas del citado Centenario, celebrado del 18 al 21 de sept. de 1894, la sociedad de recreo Círculo de La Unión Leonesa programa funciones dramáticas y musicales y solicita se le ceda el teatro. Tal solicitud contaba con un grave inconveniente. Si bien es cierto que, desde la Sesión ordinaria del 27 de mayo del corriente, el Ayuntamiento de León había procedido a la elección y nombramiento de arquitecto municipal, en votación nominal, y designando por mayoría absoluta al señor Manuel Hernández y Álvarez Reyero frente a otros dos aspirantes (Juan Crisóstomo Torbado y Rufino Ernesto Rodríguez), el proyecto de iluminación eléctrica del teatro seguía sin llevarse a efecto, y ante la estricta prohibición del Sr. Gobernador, a este se le amenaza con interponer recurso procedente ante el señor Ministro de la Gobernación; y funda «la defensa en que el Reglamento se dio tan solo para los Teatros de Madrid...».

Durante todo el otoño se sucedieron los juegos florales o fiesta de la poesía en honor del personaje legendario; fórmula clásica preferida por la sociedad recreativa que organizaba el certamen literario. Elegido presidente el senador Cadórniga, fue el encargado de proponer los nombres del jurado. Y recurrió a literatos de renombre que contribuyeron con su presencia a prestigiar el certamen; desde el poeta Emilio Ferrari, designado para presidir el jurado, hasta el director del Instituto provincial de León y catedrático de historia Policarpo Mingote. La flor natural del certamen poético fue otorgada a Calisto Ballesteros y el poeta palentino Lino Glez. Ansótegui obtuvo el premio a la mejor colección de romances.

Una vez finalizados los homenajes a Guzmán (El Bueno), con el colofón de la función extraordinaria del drama en verso de Gil de Zárate (Guzmán El Bueno), la ciudad recobró la normalidad y el Consistorio y la Diputación de León tornaron a sus quehaceres habituales; hasta que, en la Sesión ordinaria de 27 de diciembre del año que finalizaba (1894), se planteó –en la Sala de Sesiones de la Casa del Ayuntamiento– una pregunta que estaba en el magín de todos: ¿Dónde se habría de ubicar la estatua de Guzmán El Bueno? La solución fue aportada por el Arquitecto municipal (Sr. Reyero), y puesta en conocimiento de todos los concejales que asistían expectantes a la sesión de clausura: «Leída una comunicación del señor Arquitecto proponiendo que se erija en la Plaza Mayor el monumento aprobado por la Nación para Don Alfonso Pérez de Guzmán el Bueno, y que se convierta dicha Plaza en un jardín, colocando una acera de tres metros de ancho en todo el reverso de los portales y trasladando a ella la fuente de vecindad de la calle de la Plegaria, sino se colocase la estatua, y dada cuenta de una segunda comunicación …».

Jose María Fernández Chimeno es doctor en Historia del Arte (historiador de arquitectura) y escritor. 
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