"Cuando lo temprano miente, lo tardío siempre". Tardé tiempo en dar con el quid de la frase que había murmurado mi madre. La escuchaba como una de las muchas que solía recitar, hasta que mi hermana decidió plantar verduras y hortalizas en el corral a finales del abrasador mes de julio. Trataba de explicar mi madre, de acuerdo con la frase de marras, que si no había florecido lo sembrado en su momento, difícilmente lo haría unos meses después. Pero, claro, ustedes no saben de lo que es capaz la hermana del que suscribe: sembró, aricó, regó y, sobre todo, mimó el producto enterrado como si se tratase del hijo que nunca tuvo: con redes y juegos de espejos intimidatorios alrededor de la siembra espantó a los pájaros hambrientos, y perseveró, ya digo, en el empeño de hacer florecer las semillas con el mismo tesón que viene esmerándose desde años en el cuidado de nuestra madre.
Ella, mi hermana, fue la mujer que se ofreció a Dios sin condiciones, a ese Dios que ninguno hemos conocido, pero que dejó huella en su manera de ser Ella, mi hermana, fue la mujer que se ofreció a Dios sin condiciones, a ese Dios que ninguno hemos conocido, pero que dejó huella en su manera de ser, en su peculiar sabiduría y en sus actos. Rondaba Él sus pasos y se apropiaba de sus momentos más íntimos. Y como ella se ofrecía a nosotros sin entrega, pensábamos que aquel Dios manipulaba sus costumbres. Y entonces nos aprovechamos de sus silencios, de su humildad sin aspavientos, de su sacrificio. Era como si hubiese renegado de su Dios para complacernos: repartía amor y prebendas, pero nada pedía a cambio. Si alguna vez pretendimos equipararnos a ella, nos faltaban horas para tantos compromisos, para tantas atenciones y labores. Al que suscribe sólo le permitió la tarea del riego, y allí estaba yo esparciendo los chorros de agua con desigual maniobra: ora me ocupaba de hacerlo con estudiada profesionalidad, ora lo hacía con aburrimiento, dejando al desgaire la goma regadera y recibiendo los reproches graciosos de mi madre, sentada bajo el castaño.
A veces resulta dura la vida, con laberintos sin salida y simas profundas en las que uno está a punto de perecer. Pero de pronto surge el milagro: una mujer de noventa y dos años hace punto a la sombra del castaño y recita adivinanzas que provocan la risa de su hija; siempre ríe su hija mientras limpia, desbroza, guisa y ayuda a levantar a su madre con un ademán simple que tiene cariz religioso. El de la manguera esparce el agua sobre las lechugas tardías, sin saber si han de regarse así, con ese brotar escandaloso que no satisface a ninguna de las dos, sumidas ambas en el desánimo a causa del torpe acompañante. Los pájaros se esconden entre las ramas del castaño, a la espera de que los dueños dejen libre el corral y puedan conseguir, acaso, encontrar un hueco entre la malla protectora para picotear los guisantes recién nacidos.
Administrados su tiempo y su paciencia, la hermana logró adecuarse al ritmo desestabilizador de la madre y consiguió involucrarla no sólo en el tejemaneje del punto con las agujas, sino en otra labor que maneja como una jovenzuela de manera prodigiosa: la del aprendizaje de la multiplicación y la división. Las observo asombrado desde la ventana: inclinada sobre la mesa de la cocina, habla mi madre en voz alta "… cuatro por cinco, veinte, hasta el veinticuatro, cuatro. Y bajo la cifra siguiente".
Todo en la hermana tiene intención benefactora: si a veces sube al monte en este agosto bochornoso, y regresa cargada de plantas, no otro premio persigue que el de estimular la sensibilidad de su madre. Por momentos la casa se llena de una fragancia que mezcla tomillo, lavanda y orégano y que despierta al instante la memoria marchita de la señora Felisa, empeñada en trenzar con su habitual maestría los hilos del ovillo mientras susurra un nuevo refrán: "La labor hecha, vence a la de por hacer".
La hermana
Ustedes no saben de lo que es capaz la hermana del que suscribe: sembró, aricó, regó y, sobre todo, mimó el producto enterrado como si se tratase del hijo que nunca tuvo
28/08/2016
Actualizado a
31/08/2019
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