Aún con el eco de los versos en tantos y tantos actos de nuestra provincia, dedicamos hoy esta sección a una escritora que habita tierras donde la magia y la poética del sagrado monte Teleno lo preside todo; lugar donde ha encontrado espiritualmente en la poesía (como físicamente lo ha encontrado en su amada tierra maragata, más bien vista como Somoza, lugar donde sitúa sus «humildes raíces (…) la tierra agreste del labriego, del pastor y de los pueblos que subsistían de otras labores no arrieras. Yo procedo de ese linaje de la comarca»), un espacio de curación para el cuerpo e incluso para el alma. Y es que Paz Martínez Alonso (Andiñuela de Somoza, 1976), nacida, criada y asentada desde siempre en estas tierras reconoce de ellas que «mi pueblo y la comarca maragata han sido mi fuente de inspiración, mi medicina y el hogar al que regresan perpetuamente algunas de las personas más importantes de mi vida: mis amigos. Hoy este pequeño rincón del mundo, en esta rancia comarca, es el único lugar donde siento que mi corazón late con más fuerza…».

Y es que Paz Martínez, quien nos dice haber hallado «la forma de comunicarme a través de la palabra escrita, el modo de conocerme e incluso de cuestionarme», no se imagina viviendo sin libros. Y, encontrando en ellos la apertura necesaria hacia otros modos de pensamiento, el alimento de su imaginación para sus incursiones en el mundo del relato, confesando como uno de sus más terribles miedos «morir sin haber leído lo suficiente» (pues «encuentro en los libros mi refugio, un hogar imaginario donde sentirme a salvo de las frecuentes crueldades del mundo que tantos recelos e incertidumbres me provocan»), considera la literatura como un «alimento del alma», siente que «no leer es desaprovechar la vida», renunciar a una circunstancia que consigue hacernos personas más empáticas, que nos enseña a ponernos en el lugar de otros, a mirar desde otros prismas y a hacernos más sensibles ante sus necesidades. Tal vez por ello muchos de sus esfuerzos van orientados a acercar esta disciplina a todo tipo de público, potenciando en su comarca proyectos que inciten «a crear costumbre y adeptos a los movimientos culturales», y también «que animen a los más jóvenes a escribir» pues siente que hay un buen tejido de buenos escritores y grandes poetas que viven entre nosotros en el más completo anonimato, sin que se les dé la visibilidad que se merecen y que es necesario rescatar; una ardua tarea que exige la valentía que Mari Paz nos demuestra día a día con su buen hacer, aunque también el miedo se exprese a menudo en alguno de sus poemas, como en estos versos con los que la despedimos.
«…Tengo un miedo que no es de carne, un miedo extraño bañado en prisas, temor a los torpes derrumbes y a los horizontes de una justicia fingida...»
(Paz Martínez, en ‘Los márgenes del tiempo’).