La lógica del deseo y Gil y Carrasco

Por José Javier Carrasco

28/04/2021
 Actualizado a 28/04/2021
El escritor Enrique Gil y Carrasco.
El escritor Enrique Gil y Carrasco.
Para Gil y Carrasco, siguiendo la tradición romántica, en su novela ‘El lago de Carucedo’, la naturaleza adquiere igual protagonismo que los personajes centrales de la narración, que comienza con una descripción detallista del lago y sus alrededores: «Hacia los confines del fértil y frondoso Bierzo, en el antiguo reino de León, siguiendo el curso del limpio y dorado Sil, y detrás de la cordillera de montañas que su izquierda margen guarecen, dilátase un valle espacioso y risueño, enriquecido con los dones de una naturaleza pródiga y abundante, abrigado de vientos y acariciado del sol». En este entorno idílico se desarrolla la historia de amor, que se precipitará hacia un final trágico, entre un muchacho, Salvador, acogido desde niño por el abad de un monasterio, y María, una pastora que vive con su madre en Carucedo, después de encontrar allí refugio, y que disfruta de la protección del mismo abad. A partir de un clásico planteamiento romántico, el de dos jóvenes enamorados de origen incierto, envuelto en el misterio, pero que se presume noble, se desarrolla una trama que nada tiene que envidiar a la de un folletín. Asistimos a un intento de violación de María por parte del señor del castillo de Cornatel. A su muerte por una puñalada de Salvador. A la huida del joven y su incorporación a las huestes que combaten contra los árabes (corre el tiempo de la toma de Granada). A su encumbramiento por la valentía demostrada al ser nombrado caballero de la orden de Calatrava. La noticia de la muerte de María. Su desesperación y viaje al Nuevo Mundo en la carabela que capitanea Cristóbal Colón. El regreso al Monasterio. La verdad sobre su origen noble confesada por el abad. Su profesión de fe y el nombramiento como nuevo abad. La reaparición de María, que en realidad no había muerto, pero que ha perdido la razón después de hacerse monja bernarda. La pasión sacrílega que la joven despierta en Salvador. La cólera divina sepultando bajo el agua los cuerpos de Salvador y María, convertida en un cisne que sobrevuela el lago. Así, las ideas liberales del autor se ven sometidas a las imposiciones del estricto criterio burgués, que niega la consumación de cualquier deseo ilegítimo, mientras la naturaleza desatada pierde su apariencia de decorado edénico y se revuelve furiosa contra los que antes acogía, cuando Salvador decide transgredir sus votos. Un final en el que la pasión que siente Salvador se enfrenta al sentido moral, y en el que el deseo desafía a la virtud, encarnada en María. Ante la imposibilidad de que se consume ese deseo, Gil y Carrasco opta por un final, que quizá a él, un liberal, le resultase odioso, pero inevitable ante el desarrollo de la trama y los gustos conservadores del lector medio: el de un violento cataclismo bíblico enviado por Dios, origen del lago de Carucedo, para corregir a un hombre errado a punto de violar sus votos, perder su alma y la de su compañera.
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