Habían llegado en autobús a primera hora. Los ciegos se preparaban para acostumbrarse a esa barra a la que ellos se agarran en el centro mientras abren camino dos voluntarios; las tres sillas joëlete para quienes jamás podrían caminar por estos montes pero que manos amigas les permiten hacerlo, «para eso hemos hecho el curso», un buen número de chicos de Asprona que no pueden con los nervios y lo celebran todo, incluso haber caído al río: «¿Qué más quiero, caminar y nadar a la vez?»... Nunca falta Isabel, con parálisis cerebral pero que con los ojos y su sonrisa te lo cuenta todo...
Y el equipo médico.Rosa y Camino, la alegría de la huerta, ATS y médica, que suben y bajan, no paran, te cuentan una historia, se ríen de los que jamás ríen...
- ¿Mucho trabajo doctora?
- Pues hoy sólo me tuve que atender a mí, que me caí como un saco, pero la cosa no fue a mayores.
Paquito Romo, padre de la idea de amigos del mocho, acudió por primera vez y alucinaba: «¡Qué gente! ¡Qué alegría trasmiten! A mi ya me tienen conquistado, para la próxima vez ya tiro de una de esas sillas.
- Tendrás que hacer el curso.
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