LA RUTA DEL PLACER | Brulé: A mano y a todo gas

Los chicos del Becook han vuelto a liarla, y eso que su segundo local sólo acaba de empezar a dar guerra. En ‘Brulé’ ofrecen una cocina rápida con un concepto diferente: aún más informal, para coger con los dedos y disfrutar a bocados

Susana Martín
23/06/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Se han hecho de rogar, pero al fin ha abierto sus puertas su segundo local. Mario Gómez Soria y David García Guerra, los propietarios y cocineros del Becook –que en apenas tres años se han convertido en una de las ofertas más rompedoras y exitosas del panorama gastronómico de la capital leonesa– han hecho realidad su nuevo proyecto: un restaurante de ‘fingerfood’, comida para comer con los dedos, aunque Brulé no es una simple hamburguesería con algún que otro plato más. La carta de vinos es breve, porque a la cocina de Brulé le va más una cervecita. Ojo a la checa ‘Weizen’ La propuesta de Brulé incluye algunos de los imprescindibles de la ‘casa madre’, como las deliciosas croquetas caseras, que cambian sus ingredientes de vez en cuando, o los ‘güevos fritos’, huevos camperos elaborados a baja temperatura y rebozados en panko y acompañados de su peculiar ketchup de piquillo. Tampoco faltan las hamburguesas que tanto gustaron a los clientes en los inicios del Becook, aunque de momento sólo ofrecen una. Pero ojo, que Brulé no es una prolongación de Becook, sino un concepto de cocina ‘rápida’ muy diferente. Y aquí nos encontramos además con unos woks interesantes y un horno a la brasa que da un toque muy sabroso a los platos, y una carta que irá creciendo pero que de momento ya ha superado las expectativas de los fans de los chicos de la ‘B’.Háganse a la idea de que Brulé no es un local al que ir a comer o cenar tranquilamente, donde disfrutar sin prisas. No. A esta casa de mesas altas y sillas duras que no invitan a quedarse mucho rato se viene, digamos, a gozar, pero sin que ello suponga prolongar la sobremesa más allá de lo justo.

Hablemos claro: ni les pondrán café, ni podrán tomarse una copita tranquila después de, porque aquí –ese es el concepto– viene uno a darse un homenaje de los de estos tiempos: a la carrera, vamos.

¿Y qué pedimos en Brulé? Para picar, sin duda las croquetas (ahora de pulpo y cecina) y un ‘güevín frito’. Si siguen picando, está rica la ensaladilla rusa (con atún), y el pulpo a la brasa, con puré rojo y chimichurri.

Hay dos woks, uno de fideos con verduras y otro más exótico de pollo al curry, perfectos los dos para compartir y así probar más platos.

Tenemos aún pendiente de probar la patata de feria (asada a la brasa y con una pintaza buenísima), la berenjena asada, el emparedado de quesos y el ibérico café de París, lonchas de lomo ibérico a la brasa.

La hamburguesa, con pan artesano crujiente, lleva carne de vaca, queso cheddar, bacon, cebolla pochada, espinaca y una salsa muy curiosa con hierbabuena. Pruébenla.

Los postres, divertidos y diferentes (marca de la casa). La piña a la brasa con helado y chocolate, bien, pero lo del ‘preñao de helao’ es inenarrable: una textura que nos retrotrae a las ‘bombas’ de la niñez, y una explosión caliente y luego fría que es todo un espectáculo de sabor. ¡No se lo pierdan!

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