A partir de los tres años, incluso antes, los niños tienen movilidad suficiente para realizar rutas cortas sin necesidad de carritos o de mochilas, aunque ello depende de cada uno, pues no existe unanimidad evolutiva en ellos. Para este segundo tipo de niños van estas rutas. Los mayores van a precisar rutas más largas, aunque sin complicarlas demasiado.
La ruta se encuentra muy bien adecuada y en cada parada se ve un duende que refleja la misma con un QR en el que el duende explica de viva voz a los niños la costumbre o profesión que relata. Tanto los duendes como los QR están protegidos por plásticos porque las lluvias o la nieve los pueden perjudicar, que se pueden extraer para verlos y leer el QR, cuidando de que se dejen al finalizar como estaban. Es una excelente idea, pues los padres descargan el QR y los niños lo escuchan muy atentamente.
La Ruta
La ruta empieza en la plaza de la localidad de Villanófar, donde hay un pequeño parque infantil en el que se encuentra el primer cartel del recorrido, debiendo tomar la calle que sube del parque para arriba, continuando cuesta arriba sin girar ni a derecha ni a izquierda. Se acaban las calles de la localidad y comienza un camino de tierra encontrando un duende a lado de un nuevo parque, un campo de fútbol y merendero. Si se sube hacia arriba se encuentran dos miradores, uno hacia el Sur, al barrio de la Penilla y Villanófar y otro hacia las montañas del Este de León y Oeste de Palencia, en especial el Peñacorada y el Espigüete. En ese alto se encuentra una espada clavada en el suelo y las huellas del caballo de Santiago explicadas por Antonio Barreñada.
Continúa la ruta por el mismo camino que sigue desde el área recreativa por el valle y se van encontrando diversos carteles de continuidad. En un desvío se ve un segundo duende solitario, debiendo seguir recto y comenzar a subir una pendiente no demasiado pronunciada, llegando a un pequeño banco rústico, ideal para los niños. Sigue otra cuesta para llegar a la primera parada con desvío de la ruta, un duende muestra un desvío hacia la izquierda con un sendero cruzando el arroyo por un puente de madera y tras subir una cuestecilla, se llega al huerto y a la fuente, que mana en el tronco hueco de un árbol.
Tras ver la fuente y el huerto se sale hacia el camino por un sendero que va hacia el mismo, o si se desea bajando la cuesta por donde se vino. El camino continúa subiendo y al llegar arriba se encuentra otro duende que explicaba el trabajo del hilado de la lana, con varios objetos relativos al mismo. Continuando el recorrido se sigue por el camino hasta encontrar al duende panadero, cerca de su pequeño horno donde cocía el pan que amasaba.
El siguiente duende es apicultor, caracterizado con su traje especial y en el espacio en el que se encuentra se ve una colmena rústica realizada con el tronco de un árbol y abejas volando.
Continúa el recorrido y el siguiente duende es un niño que va a la escuela a mano derecha del camino, con silla y pizarra. A la izquierda un enorme roble hueco se ha convertido en la casita del duende, con todos los elementos que necesita esa casita, incluidas puerta y entrada secreta. Un poco más allá se encuentra la despensa y el tendal.
Continúa la ruta y un tramo más tarde se llega al chozo en el que aparte de los duendes se pueden encontrar varios animales: conejos, cabras, ovejas… y un chozo de ramas para dormir al lado de otro árbol corpulento.
El espacio del chozo es amplio y dispone de un merendero para que las familias que se acerquen puedan tomar algo y volver por el mismo camino hasta la localidad de Villanófar donde finaliza la ruta.