De ese enorme baúl de los recuerdos que es el archivo de los 70 de Fernando Rubio asoma su cabeza un grupo de imágenes bajo el epígrafe de ‘Reunión de responsables de Teleclubes’ que en el año 1970 se celebraba en Barrios de Luna con la presencia de las primeras autoridades, como puede verse en las fotos. Y es que en aquel momento estos centros, integrados en la Red Nacional de Teleclubes, eran una de las grandes novedades de la vida comunal de los pueblos de la provincia y de la nación. Era la llegada de la televisión "para todos y con todos reunidos en torno a ella". Lo que seguramente no podían imaginar entonces es que la novedad pasaría de moda cuando la tele fue llegando a todos los hogares y ‘renacería’ como lo ha hecho, 50 años después, cuando aquellos teleclubs, que en muchos casos habían cerrado sus puertas, se han convertido en la gran esperanza para la vida comunal en numerosos pueblos de la provincia, los más despoblados, en los que cuando se cierra el teleclub, o las antiguas escuelas, ya no queda ninguna puerta abierta a todos, ya no queda un lugar para reunirse.
Vaya algún ejemplo. En una serie de reportajes por todos los puntos de la provincia para ver cómo pasaban la Navidad los lugares con más vida comunal eran aquellos en los que habían recuperado su teleclub y éste era el eje de su vida. Ejemplos como El Valle de las Casas, San Pedro de Valderaduey o Tejerina sirven de ejemplo pese a que en alguno de ellos no llegan a dos decenas de habitantes.
Fernando Rubio elige otro para su comentario otro teleclub ‘famoso’, el de La Mata de Curueño, otro lugar donde la rica actividad cultural tiene allí su centro de operaciones. Recuerda Rubio cómo “En 1969, siendo Juan Fernández presidente de la Junta vecinal, se elaboró una memoria para solicitar al Ministerio de Información y Turismo una televisión para el pueblo. La entregó el ministro Manuel Fraga Iribarne, el 10 de mayo de 1969, en el Parador de San Marcos de León, junto a otros treinta y un pueblos. Fueron a recogerla Lucinio y Antonio, que ya vivía en León. La trajeron a La Mata en el coche de línea. También enviaron libros, entre ellos la colección de Salvat. Así nació el Teleclub, donde los vecinos iban a reunirse, a ver la televisión y a jugar a las cartas. Era como una pequeña casa de cultura y un medio de comunicación social. Estaba donde está ahora, en el local de la escuela nueva".
Añade Rubio la anécdota que una de las primeras reuniones en torno a aquella tele fue "para ver la llegada del hombre a la luna". Se podría completar con una broma, la del típico vecino bromista que salió a la plaza, regresó al tele club y les informó: "Todo esto es mentira. Acabo de ir a mirar, que se ve la luna como pocas noches, y allí ni aterrizó ninguna nave espacial, ni se bajó ningún astronauta ni nada parecido".
En este ejemplo vemos la dinámica del nacimiento de aquellos teleclubs, a los que dio el régimen gran importancia de ahí que los entregaran autoridades del más alto rango —el ministro Fraga— o fueran a recogerlo al Gobierno Civil y es que, documenta Rubio: "La Red Nacional de Teleclubes nace después de un serio estudio sobre el uso de la televisión para dinamizar el mundo rural, partiendo de la experiencias en Francia y en Italia, realizado por un grupo de expertos y materializado en enero de 1965. El Grupo Gestas (Grupo de Estudio sobre las Técnicas Audiovisuales), dirigido por Jesús Moneo.
Los principios de autogestión y autofinanciación aparecen en el informe, para conseguir clubes sostenibles en el tiempo. La Red de Teleclubes llegó a tener 3000 clubs a comienzos de 1970".
De esos tres mil locales y televisiones un buen número de ellos estaban por todos los rincones de la provincia, fueron la gran novedad. Bajo su cobijo nacieron asociaciones culturales, se organizaron fiestas y se mantuvieron tradiciones, muchas vinculadas a la gastronomía, como las anuales comidas de las borregas o similares.
Hace unos días recordaba Manuel el de Ranedo la llegada de la máquina de cine el tele club, cómo reunía a todo el pueblo hasta el punto que, decía él, «aquello parecía un tenebrario».
Con el declive cerraron muchos de ellos pero en los últimos años se han convertido en la última esperanza de mantener la vida comunal en muchos pequeños pueblos, sin otro punto de reunión y sin vecinos suficientes para mantener un bar "al uso". Muchos se atienden por turnos de los vecinos, "como iban los pastores a las antiguas veceras", decían en Tejerina.
Tal vez por ello ha sido acogida con gozo la iniciativa del ILC de conceder subvenciones para el mantenimiento de estos locales cuando es el último que permanece abierto y, como se ha dicho, no se puede entender como un negocio sino como una necesidad.
La última esperanza para la vida comunal
Los teleclubes fueron hace 50 años la gran novedad de muchos pueblos, el punto de reunión y donde tener una televisión para todos. Llegó su declive al haber teles en todos los hogares y hoy resurgen como la única posibilidad de tener un punto de encuentro en los pueblos más vacíos
28/02/2022
Actualizado a
28/02/2022
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