De bebés, las nanas. De pequeños, las canciones de comba. Conforme los años iban pasando llegaban las canciones de ronda, el ritmo de la vendimia, el ramo del matrimonio, las coplillas que hablan del pueblo, el pasodoble en la fiesta... Y así la música acompaña a la vida por sus diferentes etapas dejando junto a ellas una huella en la memoria. A ella han echado mano un grupo de mujeres de Villademor de la Vega que se han propuesto cantar y contar lo que ha cambiado la vida haciendo un repaso a la propia a través de las letras de esas canciones que las acompañaron a ellas en los recreos de la escuela, en los días interminables de vendimia y en el día de su boda. Son las guardianas de la memoria, las que cuentan que hace 50 años las calles del pueblo eran de barro, las que a pesar de todo recuerdan el trabajo del campo con alegría y las noches de ronda con la misma ilusión con las que a ellas las rondaron. Eso ya es recuerdo, pero también historia que se han empeñado en transmitir.
"Los besos no hacen chiquillos pero llaman a vísperas", recuerdan que las decían sus madres antes del baile Todo comenzó hace tres años, cuando empezaron a reunirse una tarde a la semana con la excusa de aprender a tocar la pandereta. Pronto esos encuentros, regados con el licor de uvas de prieto picudo que nadie sabe bordar como lo hace Pili, se convirtieron en encuentros en los que echar mano de la memoria para recordar tiempos pasados. Y hablar de momentos era rememorar también las canciones con las que los acompañaron. María, encargada de transmitirles los ritmos de la alegría del baile que siempre ha sido la pandereta, comenzó a grabar y a anotar cada historia que allí se contaba. Al calor de los recuerdos salió un cancionero de lo más variopinto, con letras que hablan de años de miseria, de trabajo duro en el campo y de mujeres que vivían un paso por detrás de los hombres.
«Las fatiguitas del mundo, olé y anda, las pasamos las mujeres esperando a los maridos, que de la taberna vienen. Los unos vienen borrachos, olé y anda, los otros ya no se tienen, los otros vienen diciendo, mataremos las mujeres». Esta es sin duda una de las letras más duras de las traídas al presente y todo porque muchas de ellas se la escucharon a sus madres, siendo la tradición oral la encargada de mantener con vida canciones que, aunque indeseables, pusieron también el ritmo a la pena que muchas pasaban en casa haciendo las cuentas para tener algo en la despensa para comer y procurando que además en sus cuentas quedase una perra para que el marido gastase en la taberna. Lo cuentan como si fuesen un libro abierto, invitando a que el resto de vecinos puedan entrar en sus recuerdos para que estos no se olviden ya que forman parte de la historia del pueblo como de ella forman parte los interminables días de vendimia. De ellos recuerdan las friegas, «que a mi nunca me las dieron en el culo, pero sí alguna vez en la cara», recuerda Pili. Y es que a ella sí le tocó subirse al carro para ir a uvas y aguantar que los mozos más picarones se las restregasen. Pero lo recuerda sonriendo porque «aunque eran días de mucho trabajo, también eran de alegría». «Las cuadrillas de vendimiadores se picaban a ver quién cantaba mejores coplas y los amos nos decían aquello de ‘¡Canta ligero!’ para aligerar también la tarea», cuentan. También relatan que el último baile en el salón de la Señora Rafaela era siempre el del Gato Montés y que antes de ir a él las madres les decían aquello de que «los besos no hacen chiquillos pero tocan a vísperas». No se olvidan del ramo que se contaba el día de la boda, haciendo que «vivan y revivan los señores novios» y tampoco de canciones como la del ‘Pollo cojo’ que en tantas fiestas entonaron.
‘Cántate una vida’ es el título de la actuación de esta tarde en la Casa de la Cultura de Villademor Todo ello lo pondrán sobre el escenario de la Casa de la Cultura de Villademor de la Vega este domingo a las 19:00 horas con una actuación que lleva por título ‘Cántate una vida’, un acto que será además el broche a dos fines de semana de fiestas en honor a la Virgen de la Piedad y a San Antonio. Las guardianas de esta memoria son María, Esther, Elena, Jeromita, Emilia, Leonorita, Pili, Maruja, Visita y Margarita. También Daniela, la benjamina del grupo y la que más salero le pone a la pandereta demostrando así que la memoria de Villademor tiene cantera para seguir sobreviviendo al paso de los años. No había hombres hasta que llegó Sergio con ganas de sumarse al grupo y que este domingo no debutará pero escuchándolas ya se le van las manos al ritmo. Y así, poco a poco, el grupo de mujeres que guarda la memoria de Villademor va creciendo siendo mucho más que un grupo que canta. Visita lo reconoce: «Esto para las personas que vivimos solas es algo muy bueno porque lo pasamos bien». Y María, la joven del pueblo que coordina la actividad, lo tiene claro: «Ser un pueblo pequeño y envejecido no es sinónimo de ser un pueblo sin actividad. Y nosotros vamos a demostrarlo con nuestra particular ‘folkiterapia’, que no es otra cosa que juntarnos, cantar, recordar y compartir».
Las guardianas de la memoria de Villademor
Todas son mujeres y todas viven en este pueblo del sur de León en cuya memoria escarban para recordar las canciones con las que crecieron
20/01/2019
Actualizado a
18/09/2019
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