Pocas mujeres más representativas de la injusticia de un largo silencio sobre su biografía y sus logros que Nieves González Barrio, leonesa de Vegacervera a la que nacieron en Riotinto.
Pocas mujeres más idóneas para abrir los domingos de inolvidables en este marzo que habitualmente celebra el mes de la mujer. Pocas más inolvidables que ella, tantos años olvidada. Porque justo es reconocer que los últimos años han aportado mucha luz sobre su brillante biografía, pero no dejan de ‘aparecer’ nuevos hallazgos, en su caso siempre para bien, para centrar aún más la andadura de una gran científica e investigadora que ofreció en sus escritos, numerosos, una frase llamativa para explicar su pasión por los estudios, por aprender, por crecer... «tuve la gran fortuna de nacer pobre», en una familia de Vegacervera, hija de maestra (Bernarda) y el dueño de uno de aquellos históricos comercios en los que había un poco de todo, la tradicional tienda de ultramarinos o abarrotería(Marcelo). Y tuvieron ocho hijos, lo que ayuda a entender la frase de una de ellos, Nieves, sobre la fortuna de nacer pobre.
Inició Nieves su difícil camino de estudiante (no era nada fácil para las mujeres de su época, nació en 1884) cursando en Oviedo los primeros cursos de Magisterio, como su madre, pero surgió la posibilidad de una beca en la que ya se apuntaba como su verdadera vocación, la Medicina, en Salamanca y la despierta estudiante no la desaprovechó.
Como se ha apuntado, en los últimos años son diversas las investigaciones, artículos, datos... que van completando el perfil de una mujer extraordinaria. Buena parte de estos artículos son de una gran estudiosa de su obra, que siguió sus pasos por cada una de las ciudades y laboratorios por los que pasó González Barrio: es Rocío Rodríguez Herreras, divulgadora científica que ha publicado en La Nueva Crónica una larga serie de artículos bajo el epígrafe ‘Los viajes científicos de Nieves González Barrio’, para lo que rastreó sus huellas —partiendo de Riotinto (donde vivió hasta los dos años) y Vegacervera— por Salamanca, Madrid, Tetuán, París, Amberes, Nueva York, Winona, Rochester... dejando en todos huellas de su paso.
No es anecdótica la presencia en la lista de Vegacervera, que se podría considerar anterior a su etapa de médica e investigadora, pues ella misma recordaba otra pasión que tiene mucho que ver con su andadura:la lectura. «Mi amor por los libros iba en aumento. Mis padres, comerciante y maestra, siempre me apoyaron».
Ya se ha dicho que de su carrera de investigadora ha quedado constancia en numerosos artículos en este periódico. Pero, pensando en este 8M que se acerca, la infatigable Rocío Rodríguez Herreras, nos aporta una publicación que incide en un aspecto conocido pero menos divulgado. Se trata de la publicación de la Universidad Complutense (de 1930)por el que la leonesa recibió el premio Legado Roel; con el trabajo titulado ‘Organización y reglamentación del cuerpo e institución de Enfermeras Visitadoras y acción cultural de las mismas’. Un paso más en su implicación en el mundo de la sanidad, siendo ella médica.
La leonesa había sido premiada en la edición número 39 (del concurso de 1928-29) de estos galardones que llevan el nombre del doctor García Roel y que habían logrado grandes investigadores, como lo era González Barrio.
Se trata de un completo estudio, cuidado al mínimo detalle, que arranca con una breve historia de cómo nació este cuerpo y, con ello, desvelar su largo recorrido. «El cuidado de los enfermas ha debido ser una misión femenina desde los tiempos más remotos. Santa Isabel de Hungría, inmortalizada por Murillo en el notable cuadro que se conserva en el Museo del Prado, curaba públicamente a los leprosos allá por 1207 a 1231; Santa Catalina de Sena ofrecía análogos auxilios en favor de los pobres entre 1547 y 1580. Pero la necesidad de organizar estos servicios femeninos en forma de institución fue sentida por primera vez en 1653 por San Vicente de Paul, que fundó la tan venerada Orden de Hijas de la Caridad...». Y rescata de la biografía de San Vicente un aspecto que convierte en fundamental en el cuerpo ‘de visitadoras’:«Estas enfermeras no solo asistían a los enfermos en el hospital, sino que iban también a domicilio, pues San Vicente las quería libres, dispuestas siempre a abandonarlo todo, los más dulces ejercicios piadosos, la oración, y aún la Santa Comunión, por el servicio de los pobres».
Sigue su repaso en el tiempo hasta llegar al suyo, el siglo XX, cuando se fija en otro cuerpo a imitar. «En 1908 se crearon en Inglaterra las Health Visiters (visitadoras de higiene), nacidas de la necesidad de emprender una campaña vigorosa para mejorar el estado de la salud publica en vista del gran número de defectos que descubrían los médicos en el reconocimiento para el servicio militar. El Gobierno crea por entonces el Ministerio de Higiene, y en el amplio programa que se impuso entraba la protección a la madre y al niño por medio de las visitadoras de higiene».
Añade que en 1914 se creó en París la primera escuela especial de Enfermeras Visitadoras, con estudios fijados en dos años, mientras en España no existió este cuerpo hasta 1927... para concluir:«De la ligera reseña histórica que precede puede deducirse el interés que los estudios de enfermera, y más quizá, si cabe, de enfermera visitadora, han despertado recientemente en todos los países. Al mismo tiempo, la posición de la enfermera en la sociedad se va elevando notablemente a medida que los estudios que realiza toman un carácter más serio y concienzudo».
Ypasa a describir como «creemos»—escribe—que debe organizarse este Cuerpo de Enfermeras Visitadoras con absoluta seriedad pues, llega a escribir:«Una enfermera incompetente puede ser tan peligrosa como un curandero». Y, a semejanza de los países europeos en los que describe un cuerpo similar, debe haber un plan de estudios y titulaciones dependiente del Estado. Yaboga por una formación integral, importante en lo académico pero que va más allá de los estudios teóricos:«Tanto la enfermera como la comadrona y la practicante, al desempeñar su papel de auxiliares del médico cerca de los enfermos, tienen una misión que cumplir de la más alta importancia, y que no se aprende en los libros: tienen que dar al enfermo o la parturienta una impresión de cariño, de amparo y de consuelo; tienen que rodearle de un ambiente confortable y ameno que les haga olvidar en parte sus dolores y molestias. Tienen, en una palabra, que darles la sensación de que una mano femenina les cuida y les atiende».
Recoge el estudios los aspectos más diversos de esta formación y la relación con los enfermos, incluso el plan de estudios con las horas de cada asignatura... En definitiva, un trabajo exhaustivo, que bien podría estar vigente, y nos da una dimensión añadida de una de las mujeres más extraordinarias que ha dado esta provincia. Inolvidable.