En el puente de la Inmaculada Constitución parece obligada la mirada en clave leonesa hacia aquella emocionante etapa de los primeros pasos de la Democracia, con el aliciente añadido de que essta década —la de los setenta— fue precisamente la del trabajo como fotoperiodista de Fernando Rubio, quien confiesa su suerte por ello. «Según voy digitalizando mi archivo y compruebo, recuerdo, los momentos históricos que vivimos en mi etapa leonesa de los años 70 reitero la suerte que tuve de poderlos vivir en primera fila».
Al viajar a su archivo de los llamados constituyentes y ver los nombres en sus pies de foto —Martín Villa, Antonio del Valle, Baldomero Lozano, Manuel Núñez Pérez, Cordero del Campillo, Gloria Begué, Justino de Azcárate, Julio César Rodrigo de Santiago—es inevitable que surja algo tan nuestro como el afán de comparar, si los tiempos pasados fueron mejores o simplemente fueron anteriores, si los ‘logros’ de aquellos nombres que es evidente que hicieron historia en la provincia podrán ser comparables con los que ahora representan a esta tierra.
Cabe recordar que en aquellas Cortes Constituyentes la edad mínima para votar aún estaba en 21 años y que aquel 16 de junio de 1977 los resultados de las urnas en León fueron contundentes, con un claro triunfador. «El resultado fue de cuatro escaños para Unión de Centro Democrático (56% de los votos), un escaño para el Partido Socialista Obrero Español (20%) y uno para Alianza Popular (12%)», que traducido a nombres era que habían sido elegidos: Manuel Núñez Pérez (varias veces ministro); Emilio Martín Villa (hermano de Rodolfo), Baudilio Tomé Robla y Miguel Ángel Fernández Arias (por la UCD); el socialista Baldomero Lozano Pérez y por AP fue elegido el empresario minero Antonio del Valle Menéndez.
También en el Senado la victoria fue para la UCD, aunque León contó con la suerte de tener también tres nombres entre los elegidos por designación real, nombrados directamente por Juan Carlos I. Los senadores de UCDfueron Ángel Martínez Fuertes, Ubaldo Nieto de Alba y Julio César Rodrigo de Santiago. El PSOEno presentó candidatos sino que se sumó a una candidatura de izquierdas en la que fue elegido como independiente en catedrático Miguel Cordero del Campillo, que concurría al lado del músico Cristóbal Halffter (que no fue elegido)y José Álvarez de Paz.
Los que la Casa Real nombró directamente fueron Rodolfo Martín Villa;la prestigiosa jurista y catedrática bañezana Gloria Begué Cantón (que no aparece en las fotos de Fernando Rubio pues estaba afincada en Madrid)y, seguramente, el nombre más sorprendente de todos los elegidos a nivel nacional, el leonés Justino de Azcárate, pues no en vano era miembro de una de las sagas más vinculadas al republicanismo español, los Azcárate. Tanto que Justino formó parte, con Ortega y Gasset o Gregorio Marañón, de la Agrupación al Servicio de la República, cuyo objetivo principal era la implantación de la República en España. En 1931, había sido elegido diputado por León, fue subsecretario de Gracia y Justicia 1931. Era (falleció en 1986) un hombre de gran prestigio intelectual.
Los nombres apuntados son los que abren un debate en el que, al margen de los de designación real o el independiente Cordero, vinculado a la Universidad de León, son biografías abiertas a la interpretación de cada cual, ya que algunos venían del franquismo, inevitable en aquellos primeros años, o cuestionados en su forma de hacer; cuyo ejemplo más evidente podría ser Martín Villa, para muchos uno de los leoneses con más poder, que los leonesistas, por ejemplo, lamentan que tuviera a la hora de dibujar el mapa de las autonomías. También en esto, para gustos...colores.
Fernando Rubio, entonces en primera fila, tiene bastante claro su recuerdo de aquellos años. «A raíz de esta celebración no he podido evitar un salto al pasado comparando la exultante y hasta insultante ilusión que compartimos aquellos días con el desencanto que, yo personalmente, siento hoy por los resultados de la Constitución ‘De la Concordia’, no por el texto en sí mismo sino por su aplicación. Hemos dilapidado todos nuestros caudales y patrimonio, tanto agrícola, minero, industrial y ahora sólo tenemos deudas. Hemos hecho realidad el viejo proverbio ‘Padre rico, hijo flojo, nieto pobre’, los fundadores de fortunas familiares están condenados a ver a sus hijos ociosos malgastar el dinero, sin dejar nada para los nietos». Y remata:«Me gustaría que sólo fuera el pensamiento de un mal momento pero...».
Y a ese mal momento le pone referentes culturales:«En estos 46 años hemos pasado de la ‘utopía a la distopía’, de Los Santos Inocentes de Delibes a Un mundo Feliz de Aldous Huxley, pasando por Rebelión en la granja y 1984 de Orwell. Hemos tardado 46 años de pasar de 1978 a 1984, qué viaje tan largo y tan absurdo».