Los libros que marcaron el 2024

Un resumen de las publicación más destacadas del año por el crítico de La Nueva Crónica, José Ignacio García

31/12/2024
 Actualizado a 07/01/2025
Portada de 'Laberinto mar', de Noemí Sabugal.
Portada de 'Laberinto mar', de Noemí Sabugal.

Llaman a la puerta. Son de la compañía de la luz. Vienen para avisar de que en cuarenta y cinco minutos me van a dejar más a oscuras de lo que en mí es habitual. Tengo que escribir mi reseña contra reloj. Terminar el año a la carrera. Y mi oronda anatomía no está para esos trotes. Aunque sean cochineros. Así que al lío. Sin metáforas.

Estoy alucinado con las listas de los mejores libros del año que están surgiendo por doquier. Uno abre un folleto del supermercado de la esquina y allí aparecen los veinticinco o los cincuenta libros más primorosos que se han editado este año en nuestra lengua y en nuestro país. Tengo para mí que la inmensa mayoría de esas listas estas dictadas al albur de algún grupo mediático que quiere dar vuelo a las publicaciones de su emporio editorial, diversificado en varios sellos. Pero si la concesión del premio Planeta (y de tantos otros) cuela, por qué no van a colar estas nóminas tendenciosas (y no precisamente porque marquen tendencia).

Pienso también que es una osadía descomunal hablar de ‹‹los mejores libros››, así con una ligereza de bailarina de ballet. Para eso habría que haber leído los casi cien mil que se han editado este año en España. Y dudo mucho que él más ávido lector haya podido dar cuenta de más de quinientos o seiscientos, siendo muy generoso con mi concesión, y por mucho que practique la lectura en diagonal.

Se publica tanto que acertar a leer un libro extraordinario es casi tan difícil como que te toque el gordo de la lotería de Navidad. Incluso tan complicado como que te toque uno de los ocho quintos premios que tratan de aportar cierto consuelo al jugador lotero más frustrado. Yo, que, para intentar escribir mi propia novela, he leído menos que otros años las de los demás (las de "algunos demás"), no he tenido acceso a casi ninguno de esos libros tan leídos y tres o cuatro que intenté leer se me cayeron de las manos. Pero debe ser porque me gusta más el cine de Haneke que el de Santiago Segura, por muchas risas que me eche con él.

Y con las novelas me pasa algo parecido. Por eso no puedo hablar de los mejores libros. Solo podría hablar de los que me han gustado de los pocos que he leído. Y como me van a cortar la luz, voy a ello, antes de quedarme sin luces. Hay un libro de relatos que me ha encantado, 'Cadillac Ranch' (antier echaron en la tele regional una película que se titulaba igual), de Antonio Tocornal. Ha ganado el Setenil y el premio de la Crítica de Andalucía. A pesar de eso -ya saben que desconfío de los libros galardonados- los relatos de Tocornal son magníficos.

Y como esto va de tener memoria urgente, en vez de tirar de datos, lo último que he leído ha sido 'Laberinto mar', de mi admirada Noemí Sabugal. Ya escribiré sobre ella al año que viene, pero si se deleitaron con 'Hijos del carbón', disfruten también con este viaje por la historia de España alrededor de sus costas y litorales.

Y sí, me han gustado mucho unas cuantas novelas, aunque tampoco tantas. 'Arde ya la yedra', de Gonzalo Hidalgo Bayal, publicada por Tusquets, 'Los de Bilbao nacen donde quieren', de María Larrea y Alianza Editorial,'El querido hermano', de Joaquín Pérez Azaústre, que novela la vida en el exilio de Manuel Machado, 'La rebelión de los nenúfares y otros seres', de Susana Barragués, publicada por Eolas -qué olfato tiene el señor Escobar (deseando estoy de meterles casta mano a los libros de Emma Prieto y Yolanda Izard)-,'Teseo en Llamas' esa gótica gozada de Beatriz Alcaná, publicada por Ediciones del Viento y acaparadora de varios reconocimientos de fiar,'Dice la sangre', de Rubén Abella, publicada por Menoscuarto, 'Los violentos', de José Ángel Barrueco, 'Desposesión', la desgarradora historia amorosa intergeneracional de Alberto R. Torices, 'Cuando el mundo se llamaba Cerralbo', una novela descomunal sobre la infancia y la memoria, de Ramón García Mateos, publicada por Valnera. Y, cómo no, esos 'Mil ojos esconde la noche', la mastodóntica criatura de Juan Manuel de Prada que, curiosamente, no aparece en ninguna de esas artificialmente ampulosas listas de dudosa credibilidad.

Lo siento. Me voy a quedar sin suministro eléctrico. Así acaba mi año de reseñas. A toda pastilla. Sin frenos. Como mi vida. Con una visión muy limitada del panorama editorial. Ese panorama que, a pesar de su extensión, cada vez se muestra más carcomido, más a merced de la televisión y de los engendros tecnológicos que provocan entretenimiento sin esfuerzo ni desgaste mental. Para evitar que la literatura fallezca, víctima de semejantes engendros, lean estos libros sanos como manzanas recién cortadas del árbol u otros, aunque sean tan contraindicados para las meninges como la comida procesada para controlar el colesterol. Pero lean. Al final, que un libro extraordinario y un lector excelente coincidan, suele ser pura coincidencia.

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