Tiene por nombre uno que define a partes del cuerpo humano y animal como el hígado, el estómago, el corazón o el pulmón e, igual que en este último, el aire es parte importante en su cometido; sólo que en lugar de expulsarlo lo impulsa hasta hacer de sus corrientes un sonido que se impregna en el exterior con forma de música. No faltan tubos ni teclas para hacer del órgano un instrumento del todo completo. Uno casi celestial; quizá por ello es elemento necesario en tantas iglesias del mundo.
El músico Llorenç Barceló lo sabe bien. Domina los Hammond; tocándolos y construyéndolos. Su faceta de intérprete salió a relucir este viernes en el Teatro Albéitar en el marco de la cuarta edición del Festival Abierto de Música de Órgano (Famol); una iniciativa que hizo parar al trío encabezado por el músico mallorquín, que se acompaña en escena de guitarrista y de batería, en la capital provincial, donde hicieron sonar un repertorio que trasladó al público a los años sesenta. Su primera parada como grupo en León.
Cuenta Barceló que suelen tener una buena acogida. En estos tiempos convulsamente rápidos, sin embargo, música sosegada como la suya –más propia de la improvisación– no parece tener la mayor repercusión dentro del panorama. El músico tiene una visión esquemática. «Me gusta pensar que hay tres tipos de música», relata: «La folclórica, que en propia de cada sitio; la popular, que es la música de moda, la que más consume la juventud; y la artística, que no tiene tanta cantidad de público». Desde su perspectiva, esta última es la que disfrutan los oídos más experimentados, más informados. «Gente que ha dedicado tiempo a examinar, a analizar un poco más, a profundizar», dice con un acento cerrado: «No es tanto escuchar algo porque ahora está de moda y suena en la radio... Para la gente que quiere llegar un poco más lejos y apreciar mejor los pequeños detalles de las cosas, pues ahí estamos nosotros, en la parte artística».
Y, aunque no duda en catalogar su sonido dentro de ese campo artístico en el ámbito musical, el organista no se mueve demasiado lejos de la vertiente más popular. Desde hace varios años trabaja de la mano de la famosa artista catalana, Rosalía: la gira ‘Motomami’ llevó consigo al mallorquín de un lado al otro del mundo como su teclista. «Nadie suena como tú», llegó a decirle la cantante a través de sus redes sociales.
«Eso fue una buena experiencia porque muchas veces para los músicos de nuestro círculo, de nuestro estilo, es difícil juntarse con artistas de otro ámbito», continúa el músico, añadiendo que todo espectáculo puede «necesitar ingredientes de otros sitios», o lo que es lo mismo: «Si estás en la música popular, en un momento dado puedes visitar un sonido que se encuentra en los músicos que están en la parte artística o en la folclórica». Bandas emergentes –o no tan emergentes– como las Tanxugueiras, Mëstiza o, más cercano, el propio Rodrigo Cuevas son buenos ejemplos. Y es que ni lo artístico ni lo folclórico deberían contraponerse a los ritmos más digeribles. Una idea con la que la catalana juega como quiere. «Rosalía combina la música artística con la popular», resuelve Barceló: «Es una cosa que admiro mucho de ella, por cierto».
Imágenes junto a ella y con el resto de artistas con los que ha podido colaborar el mallorquín ocupan desde etse jueves las paredes del hall del teatro leonés. Todo en una exposición inédita puesta en marcha por los organizadores del Famol que podrá visitarse hasta el próximo 20 de diciembre. «Es una pequeña recopilación de fotos mías, de imágenes, de proyectos con diferentes personas para conocer un poco más mi trayectoria», explica el organista que considera la muestra ‘El mundo de Llorenç Barceló’ «una bonita manera de conocerlo». Las fotografías, obtenidas directamente desde el ordenador del músico, son buena muestra de la amplia trayectoria que esconde un cuerpo joven que ya ha podido compartir escena y escenario con algunos grandes del panorama musical. Barceló, fervoroso oyente de su admirado Jimmy Smith, seguirá por esos derroteros sin perder una humildad que se hace notar al otro lado del teléfono. Eso sí; siempre de la mano de su Hammond.
Pero la música de órgano no termina con la jornada de este jueves. Varias son las citas que todavía esperan en la capital provincial con motivo del Festival Abierto de Música de Órgano. La próxima: la batalla entre Gabri Casanova y Sergio Valdehita, acompañados los dos de la batería y la voz de Kike Parra. Una actuación que tendrá lugar el viernes, 29 de noviembre, en el auditorio Ángel Barja del Conservatorio Profesional de Música de León y a la que seguirá el concierto de Carlos Julián Fernández Bollo el 1 de diciembre en la parroquia Santa Marina La Real para zanjar este año. El Trío Piccorgan, Maeso y Zelada, el trío de Abel Boquera, el de Gerard Nieto y una ‘Noche de Hammond y estrellas’ se encargarán de seguir en 2025, demostrando así que el órgano, igual que sus intérpretes, están más vivos que nunca.