Este miércoles, día de Santa Bárbara, una de las localidades mineras por excelencia, Ciñera, lo celebraba con la presentación de un libro ‘minero’, ‘Cuentos de carbonilla’, con textos de Manuel Cortés e ilustraciones de Laia Redondo y el fallecido Lolo. «Es el último milagro de Lolín», según se cuenta en el prólogo del libro.
Antes de comenzar la presentación, Laia Redondo (la hija de Lolo) recibe una llamada de un pueblo que, explica, «quieren que haga cuatro murales pues no tienen ninguno de mi padre (Lolo)a pesar de que tenía mucha relación con este pueblo (Celadilla del Páramo). Les he dicho que sí, claro, pero ¡vaya tela!, cuatro murales de una tacada».
- Es mucha faena para tí sola, llama a tu padre que te eche una mano;le dice José Manuel Mures, presente en el acto para grabarlo y transmitirlo por su canal MuresTV.
- Pues tendré que llamarlo, que me eche una mano;responde Laia con absoluta normalidad, hasta tal punto de que alguno de los presentes miraba con evidente extrañeza, conscientes de que Lolo se ha ido ya hace un par de años.
"Muchas veces tengo la sensación de que va a aparecer detrás de mí con sus camperas y sus gafas"
Yes que pocas figuras siguen más presentes que Lolo después de haberse ido;no solo por las decenas y decenas de murales que dejó por toda la provincia, por las ilustraciones de muchos libros como esos ‘Cuentos del carbón’ y ‘Cuentos de carbonilla’ que el miércoles se presentaban sino por la singular personalidad de Lolo que hace que sean muchos los pueblos y colectivos que insisten en recordarle. Sin ir más lejos, mañana mismo (sábado, a las 12 horas)hay un taller en la Casa Museo de Santa Colomba de Somoza con un título que lo dice todo: ‘Taller recordando a Lolo. Impartido por Laia Redondo, hija de Lolo’. «Laia compartirá su experiencia y conocimiento artístico para inspirar a los asistentes y mantener vivo el legado de su padre».
Es una situación que se viene repitiendo y de igual manera que los dos ilustran los libros de Manuel Cortés, Laia acude con absoluta frecuencia a la recuperación de murales deteriorados de su padre, impartir taller o crear otros que «habían pensado» para Lolo. Lo ha hecho en Santa Lucía y Villaquilambre, entre otros, y crearon —junto a su hermano Raúl—el dedicado a otro paisano inolvidable, Toño Morala, en Mansilla de las Mulas. Y muchas más.
En la presentación del citado libro la propia Laia Redondo reconocía que «son muchas las veces que tengo la sensación de que mi viejo va a aparecer por detrás de mí mientras hago un dibujo, con sus camperas, sus gafas de sol, su ropa negra... todos los días encuentro a peña que me recuerda y me llega a ocurrir como ahora con Mures, que hablo de él como si anduviera por aquí». Lo que no cuenta Laia es que buena parte de la culpa de la «presencia» de su padre la tiene ella, digna heredera de su arte y, cada día más, de su filosofía de vida.
Mientras tanto, siguen trabajando en otros proyectos más ambiciosos, como la Fundación que perpetuará la memoria del inolvidable Lolo.