«Estamos aquí para entregar a título póstumo a Lolo, por ello la recibieron sus hijos, la marioneta que le acredita como Paisano del Año 2022; pero quiero añadir una cosa, este galardón que te reconoce como lo que en esta tierra entendemos como un paisano, lo hubiera recibido Lolo exactamente igual de no haber fallecido; parecía hecho para gente como él, estaba pensado para gente como él». Fueron palabras del polifacético artista leonés Eduardo López Casado antes de descubrir la marioneta que le acredita como ‘paisano’, artística y personalizada, cuidada hasta el último detalle e impresionante a la hora de trasmitir las sensaciones de lo que Lolo ha sido y sigue siendo en el recuerdo de todos; justo estos días que se cumple un año de su fallecimiento y se celebran diversos actos en su memoria. También trasmitió López Casado «un abrazo para todos y su adhesión a la figura del premiado» del patriarca del colectivo, el poeta Antonio Gamoneda. Y Pepín Muñiz hizo lo propio —«un saludo de amoristad»— con el anterior ganador de la marioneta: su hermano ‘El Tío Alberto’.
Laía y Raúl, los hijos de Lolo que acudieron emocionados a recibir la marioneta, hicieron una simpática broma a los miembros del colectivo La Gremial Paisano que les esperaban en El Racimo, llegar algo tarde. «Perdonad por el retraso pero si llegamos a venir a la hora en punto nadie se habría creído que somos hijos de Lolo», marcando así el tono de un acto en el que la emoción del recuerdo se mezclaba con el tono distendido que siempre tiene el recuerdo de este ‘paisano’.
La semblanza del recordado Lolo la hizo su amigo y nuestro compañero Fulgencio Fernández quien a través de diversas anécdotas compartidas quiso reivindicar el carácter de Lolo como «entrañable, cercano a gentes de todas edades y, sobre todo, tremendamente humano». Anécdotas que iban desde una casi centenaria de Omaña «que se abría el escote aunque se le viera más de la cuenta porque es usted, a nadie más» a las desconsoladas lágrimas del dibujante el día que se encontró a un niño que había acudido a sus talleres varios años y estaba aquejado de una enfermedad incurable. Aquel día las gafas negras le sirvieron para tapar las lágrimas.
Ahora están juntos ‘El Paisano’ y el niño que lo iba a ser.