
Intento buscar el verdadero mensaje de esta creación tan pura y cuantas más veces la leo más fascinado acabo por su misterio. Y el misterio no es sólo el que encierra la fábula sino el que se va creando con la literatura de Ferlosio, con las palabras tan viejas y tan nuevas que avanzan por cada renglón como si fueran haciendo de materia lo que narra. Creo yo que el misterio que embruja este cuento es el del cuento mismo, el de las palabras fundando el mundo a la vez que se pronuncian o se escriben, la literatura haciendo el mundo a la vez que se hace a sí misma.
En el pasaje de la muerte del maestro en ese prodigio que fue ‘Alfanhuí’ nos dice Ferlosio que morirse es quedarse muy quieto, no decir nada más e irse al reino de lo blanco, donde se juntan los colores de todas las cosas… Alfanhuí nunca había visto morir con sus ojos amarillos como los de los alcaravanes que gritan: ¡Alfanhuí…!
Este lunes se ha ido él al reino de lo blanco a fundirse en los colores. Con Ferlosio no se va nada sino que se quedan cosas como mundos y nos quedamos nosotros sosteniendo la palabra, acaso él ese hombre viejo que se apiadó de la tribu de simios errantes, acaso nosotros los babuinos mendicantes.