Camino, la madre de Roberto, insistía al chaval en que estudiara y se dejara de vacas, que habían vivido toda la vida entre ellas y ya era suficiente. Insistía pues sabía que al chaval le tiraba mucho lo de la ganadería y es nieto de una verdadera leyenda de la misma, El Barbas de Trascastro.
Félix nació en Villager de Laciana pero pasaba los veranos en casa de los abuelos, Luzdivina y José, en Torre de Babia, tierra ganadera por excelencia. «En aquellos años lo del ganado, meter la hierba y esas cosas, era como un juego, pero son recuerdos infantiles que se te van metiendo en la cabeza, historias de tiempos felices y...».
Y algún día pueden reventar y hacer valer la llamada de la sangre.
Y el futuro deparó que Roberto y Félix son en la actualidad dos jóvenes ganaderos en sus tierras de origen: Omaña y Babia, en Sosas del Cumbral y Torre de Babia, dos pueblos cargados de historia y tradición ganadera.
Roberto era consciente de la fuerza que ejercía en él la llamada de la ganadería, los recuerdos de su abuelo, también de su tío Toño González, el recordado luchador conocido como El Vaquero de Trascastro y también excelente ganadero, ahora en tierras extremeñas. Pero su madre, Lucía, que iba a comenzar la carrera de Medicina pero murió su madre y tuvo que quedarse para ayudar en casa, para cuidar de los hermanos, insistía en que «ya está bien de vacas. Tú estudia y después ya verás lo que haces».
Y Roberto estudió. Se fue a Pontevedra y cursó la carrera de Ciencias del Deporte, con buenas notas, la completó con un máster en Gestión Empresarial del Deporte pero «no me quitaba de la cabeza la posibilidad de montar una ganadería en mi tierra».
Es llamativa la ‘facilidad’ de esta familiapara los estudios. Una maestra de la infancia de los chavales, Ángeles Alonso, recuerda que «eran muy espabilados». Ya se ha dicho que Camino iba a comenzar la carrera de Medicina y lo tuvo que dejar pero no abandonó su pasión por la sanidad y con el tiempo, «ya mayor», estudió Enfermería, concretamente Técnico de Radiodiagnóstico,profesión que aún sigue ejerciendo. Y Toño, tío de Roberto, cuando se fue a vivir a Extremadura para dedicarse allí a la ganadería hizo la carrera de Ingeniero Agrónomo. «Porque le venía bienpara su trabajo y porque se le daba bien estudiar».«Siempre vienen bien los estudios», concede Roberto, mientras recuerda que hace unas semanas los buitres le atacaron a una vaca que tenía muchas dificultades para parir, Favorita, y le produjeron grandes desgarros. «Fue mi madre la que se puso mano a mano con el veterinario, sumando lo que sabe de ver las vacas desde niña y dedicarse a la enfermería».Por todo ello, no dudó Roberto García González en decidirse a montar su ganadería. Ya hace tres años y poco a poco va creciendo, ya superan las cien cabezas. No lo hizo en Trascastro, pero sí en Omaña, concretamente en Sosas del Cumbral. «Es el pueblo de mi otra rama de la familia; unos son de Trascastro y otros de Sosas, y tenía mejores condiciones aquí». En Sosas, donde ahora mismo es el único ganadero del pueblo, si no contamos como tal las vacas que puedan pasar a sus pastos de algún pueblo vecino. Sonríe ante el comentario. «Ya sabes cómo son estas cosas en los pueblos... hasta que un día te cansas», explica caminando para enseñarte el pequeño molino que han restaurado, una joya, rodeado de mastines que casi no le dejan caminar pues no cesan de dar vueltas a su alrededor. «Se pasan de cariñosos».
No hay nada nuevo para él en este viejo oficio. Se le ve a Roberto que tiene «andares de ganadero», que lo ha vivido, lo ha mamado y lo ha trabajado antes de irse a estudiar... y después.
No son los de Félix «andares tan seguros de ganadero». Él lo conoció, ayudó a los abuelos, pero fue a su vez un juego y una forma de vida que le tiraba mucho. Con 18 años se fue a estudiar en Madrid, «aquí se acababa la mina y no había futuro para los jóvenes».
Estudió Peritaje de Coches y no le faltaba trabajo. Primero en Madridy después en Palencia. «Elegí esta ciudad para estar más cerca de León pues ya me rondaba en la cabeza regresar a Babia, montar una ganadería. El del taller era un trabajo que te llevaba tiempo, muy rutinario...».
Y ahora hace justo una semana que llegaron a Torre de Babia las cerca de 70 vacas de la raza Asturiana de los Valles, «que creo que es la más adecuada para aquí, paren bien, dan buenas crías, son dóciles». Comenzaba la aventura y pocos días después llegaba a Ganadería Cadenas la primera cría, que bautizó como Perezoso, lo fue para nacer, que nos dio bastantes problemas porque era muy grande y tuvimos que sacarlo con la trócola, pero como verás no es perezoso para mamar, no le deja descanso a la madre».
Lleva Félix una chuleta en la que va estudiando los nombres de las vacas, han llegado muchas de repente, y allí apunta los números de los crotales y otras notas que precisa para el buen gobierno de su nueva empresa. Desde el horizonte mira su hermana Lucía, que es terapeuta ocupacional con caballos y espera que algún día lleguen caballos; también sus padres pero, sobre todo, Félix le cuenta sus cuitas de ganadero a la abuela Luzdivina, de 94 años, que sale a sentarse al sol en una piedra a la puerta de casa.
- Abuela, son del periódico, vienen a escribir de la ganadería que he montado, de nuestras vacas.
- Lo que hacen falta son pastos.
Qué sabia es la abuela.
Curiosamente lo que buscan Roberto y Félix es libertad, ser los dueños de su vida, exactamente la misma palabra que pronunciaba otra mujer nueva ganadera hace unos días, Soraya Martínez, de Quintanilla de Bobia.
Un bien muy preciado entre los jóvenes ganaderos, los nuevos ganaderos.
Los nuevos ganaderos: la llamada de la sangre
Roberto y Félix, de Omaña y Babia, son dos jóvenes que salieron de su tierra para estudiar, pero con el tiempo regresaron a sus pueblos –Sosas del Cumbral y Torre de Babia– donde son dos ganaderos felices con la decisión que un día tomaron
25/04/2021
Actualizado a
25/04/2021
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