Nos recibe en un hueco que tiene entre la siesta y la cita de cada tarde en la Plaza de San Marcos para charlar con los colegas. «Me presta mucho, llevamos así veinte años, lo que pasa es que van faltando muchos y cuando miras para los bancos vacíos te da pena».
Es Federico Laiz, del Ferral y afincado en Trobajo del Camino, que pasa las tardes de charla y las mañanas en su pequeño taller en el que hace unas cuidadas y trabajadas castañuelas.
- ¿De qué madera?
- De árbol.
Es un socarrón, que es una forma de llegar a viejo feliz, pero pronto va explicando:«ésta es de haya, ésta de nogal, ésta de iroco... buscando tamaños y sonidos diferentes, para que todos encuentren lo que buscan».
- ¿Se te da todo bien?
- Lo hago todo bien, lo único que no sé hacer son hijos.
- ¿No tienes?
- Tres. Pero hijas...
Y añade lo feliz que está de que así sea, el orgullo que siente de ellas y en esa familia está el origen de su afición a hacer castañuelas. «Le compré una en la Maragatería a la nieta, y la tenía en casa, en Madrid. Un día se la cogí y dije, esto lo hago yo... y hasta hoy».
Que es un maestro en el ramo, porque todo se le da bien.
- ¿Fuiste carpintero o ebanista?
- Qué va. Fui un trabajador, que falta hacía. Nací «con el movimiento» (en 1936) y un día antes de nacer había muerto mi padre. Con 11 años me vi en las alforjas de un burro camino de ser pastor de ovejas, hasta los 14 no me dieron de alta. Depués fui albañil, de los buenos.
- ¿Qué se te daba mejor?
- Todo.
- ¿Todo, todo?
- Hacer hijos, no.
Lo verás por las ferias. Dale conversación, que le gusta;cómprale unas castañuelas, que son muy buenas.
Los personajes del tío Ful: Federico Laiz, artesano de castañuelas
Huérfano de nacimiento, hijo póstumo; niño pastor de ovejas, albañil muchos años y orgulloso de la familia que ha "construido"... ahora hace castañuelas y conversa
25/05/2019
Actualizado a
18/09/2019
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