Los personajes del tío Ful: Rafa Guerrero

Es el juez de línea más famoso de España pero también el bedel del colegio Trepalio de su Trobajo natal, donde trabaja rodeado de niños y fotos suyas con ilustres del país

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
01/05/2021
 Actualizado a 01/05/2021
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Es el mismo tipo dicharachero que sale por la tele y aviva cualquier polémica con su verdad, que defiende contra viento y marea, como defendió aquel banderín que levantó en 1996 en La Romareda y le dijo al árbitro: «Penalti y expulsión».

A aquella frase rematada por Mejuto con el famoso «Rafa no me jodas» le siguió primero un calvario de insultos y amenazas —menos mal que aún no reinaban las redes sociales— que felizmente abrieron la puerta al linier (árbitro asistente les llaman ahora) más famoso de España; el mismo que cada día acude a su puesto de trabajo como bedel del colegio Trepalio de su Trobajo natal, aunque con raíces en la montaña. «Desciendo de Anciles, uno de los pueblos anegados bajo el pantano, una historia muy dura que marcó a muchos miembros de la familia. Ojalá haya servido para algo».

Es consciente Rafa de que aquel momento distorsionó su biografía, se escribió de todo, aunque sí hubo quien señaló que «fuera del campo es una persona encantadora, explican sus amigos pero también reconocen sus enemigos». Y lo saben los niños del Trepalio, que pasan por su ‘cuarto’ para ver a Rafa en fotos con Nadal, Fernando Alonso, Del Bosque, Casillas o Bustamante, entre otros muchos.

Rafa creció respirando fútbol. Su padre era entrenador; su madre fue durante décadas presidenta de un club femenino y él jugó en fútbol base, protestaba y «comenzó a llamarme la atención pensar qué motivaría a los árbitros a meterse en un ‘fregao’ del que casi siempre salían escaldados, y en aquellos tiempos mucho más. Y me metí de lleno». En esa etapa fue cuando se produjo la anécdota que, asegura, sería lo único que cambiaría de su carrera si volviera a nacer: «La tarjeta roja que le saqué a mi padre. No lo repetiría ¡Vaya dos meses de guerra que pasamos!» y, además, cuando se quiso atacar al leonés se decía aquello de «si expulsó a su padre ¿qué se puede esperar de él?».

Pues todo, porque nada tiene que ver con esa imagen este tipo solidario que cada día arbitra las necesidades de 400 niños.
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