En esta necesidad de acertar el tiempo radica la popularidad que siempre han tenido los llamados ‘hombres del tiempo’ (en la actualidad ya hay mujeres), con nombres como Mariano Medina, que durante décadas ofrecía las previsiones meteorológicas en la única televisión que había y sus escasos días de baja los cubría su hermano Fernando Medina; Eugenio Martín Rubio, aquel que se apostó su bigote a que al día siguiente llovía en Almería y tuvo que dar el tiempo… sin bigote; Paco Montesdeoca sorprendió por su acentuado acento canario… José Antonio Maldonado o Manuel Toharia, que elevó su prestigio científico cuando dejó de ser el hombre del tiempo para pasar a dirigir la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
En la actualidad hay un buen número de mujeres en este trabajo perola pionera fue Pilar Sanjurjo, que fue ganando presencia en la pantalla poco a poco, empezando en La 2, la de los documentales. La última ha sido Mónica López, que saltó ‘de dar el tiempo’ a dirigir el magacín matinal de TVE.
Ellos mismos reconocían, lo hacía el citado Montesdeoca, que su máxima aspiración era «que las gentes del campo tengan un ojo puesto en el cielo… y el otro en el televisor»; conscientes de que las viejas creencias siempre estarán ahí e, incluso, que siempre serán puestos en cuestión pues nunca llueve a gusto de todos.
Tiempo para pensar
Quienes sí gozaban de gran prestigio en los pueblos son aquellos vecinos a los que se reconoce su capacidad para “acertar el tiempo”, o lo que es lo mismo, los que saben leer en el cielo, muchas veces esos pastores que tienen tiempo suficiente para dedicarse a la observación. Lo dice el pastor Paco Morgado: «No somos más listos, tenemos más tiempo para pensar».Pues para quienes se fían del cielo para sus previsiones se acercan fechas importantes, concretamente a partir del 1 de agosto, que es el día que comienza la tradición que en la montaña de Los Argüellos llaman ‘los surtimientos’ que, en resumen, son “barruntar” el tiempo que va a hacer a lo largo del año que empieza anotando lo que ocurre en los 12 (o 24) primeros días del mes de agosto. Aún se observa y se conserva una costumbre que hace unos años estaba mucho más presente, llegaba algún vecino al bar, miraba el calendario y comentaba: «Hoy surte noviembre», a la vez que echaba cuentas del día que «surte». Y es que la vieja creencia de estos pueblos marca que «los 12 primeros días del mes de agosto ‘indican’ el tiempo que va a hacer en cada uno de los meses del próximo año. El día 1 de agosto surte el propio mes de agosto; el día 2 surte septiembre; el día 3 surte octubre, el día 4 lo hace noviembre.... y así sucesivamente hasta el día 12, que surte julio. El tiempo que hace ese día ‘avanza’ el que va a hacer ese mes en general por lo que entre los pastores y ganaderos era muy habitual anotar en su vieja libreta o en el almanaque, junto a otros secretos y refranes, el tiempo que iba haciendo durante los surtimientos y ellos solían insistir en que el porcentaje de acierto era elevado».
Los pastores o gentes como Tomasín y Juanito son recordados como fieles defensores de los aciertos de esos surtimientos que anotaban en sus libretas.
Viejas costumbres con base en la tradición. El poeta Toño Llamas, que la conoció cuando se asentó en Los Argüellos y le sorprendió pues no existía en su Vidanes natal, la estudió a fondo, leyó aquí y allá y señalaba en un artículo fruto de sus investigaciones, que se trataba de la ‘reencarnación’ de costumbres milenarias existentes en otros pueblos, de los acadios a los sumerios, a la Babilonia de hace 3000 años, a los judíos y su Fiesta de los Tabernáculos, con su ritual de ‘las suertes’ en el que se decidía la cantidad de lluvia atribuida a cada mes del año.
Son muchos los que apuntan la similitud de los surtimientos con otras teorías más conocidas, como la de las cabañuelas, con cierto parecido pero en otra época del año; o las témporas, con mucho predicamento en Asturias, y que no se basan en fechas concretas sino en lo que llaman las témporas de primavera o primeras, las de verano o segundas, las de otoño o terceras y las de invierno o cuartas y que se basan en el calendario lunas…
Tampoco faltan en nuestros pueblos ‘hombres del tiempo’ en los que se tiene gran fe y a los que siempre se acude. Uno de los más famosos fue El Tío Pedrón (Pedro Tejerina), de Saelices del Payuelo, que aplicaba una poco conocida teoría según la cual estudiaba ciclos que se repetían, unos cada siete años, otros cada once años y los de más largo recorrido cada 27 años. «Ni que decir tiene que cuando coincidían dos ciclos o, sobre todo, los tres se producían fenómenosclimatológicos realmente extraordinarios».
Pues eso. Papel y libreta que ya es1 de agosto, y surte agosto del año que viene, claro…