– Esta crisis sanitaria nos ha pillado a todos desprevenidos, tanto física como mentalmente. Los riesgos físicos ahí están con las estadísticas que se publican cada día, pero de los riesgos mentales no tenemos todavía una evaluación. ¿Podemos pagar en este sentido una alta factura?
– Cierto es que casi nadie esperaba que esto sucediera y mucho menos como ha sucedido. Pero también es cierto que estábamos teniendo otras emergencias como la climática, con un riesgo potencial de desastre medioambiental, a la que globalmente tampoco hacíamos demasiado caso. Evidentemente, la pandemia por Covid-19 supone una tragedia a muchos niveles: sanitario, económico, psicológico, social... Aún es pronto para saber qué está pasando y, por supuesto, qué pasará cuando termine, si bien parece claro que podría haber consecuencias sobre nuestra salud mental. Unos hemos tenido fallecidos entre nuestros allegados, con la imposibilidad de darles el adiós que merecían… Otros se han contagiado o ha podido contagiarse su familia… Muchos temen por la pérdida evidente de poder adquisitivo, por sus negocios, por si podrán afrontar los compromisos adquiridos… Sin duda son situaciones de estrés e incertidumbre alta que pueden traducirse en un aumento de las patologías psicosomáticas, con especial incidencia en aquellos colectivos que las hayan vivido con mayor intensidad.


– Durante este periodo de confinamiento, las operadoras han registrado máximos históricos en el tráfico de información a través de Internet. Ello ha permitido que todos nos sintiéramos más próximos e informados, que nuestros estudiantes pudieran realizar sus tareas, que muchas personas pudieran trabajar desde casa… aunque también ha existido un riesgo real de saturación del sistema y han proliferado las noticias falsas. Además, parece probable que haya habido cierto abuso de esas redes sociales –en especial por jóvenes y niños– al haberse utilizado en exceso como medio de juego, distracción o de comunicación. Indudablemente sus beneficios son muchos y debemos aprovecharlos, pero siempre procurando un uso responsable. Si fuera preciso, limitando los tiempos y moderando sus contenidos. Si no, podrían volverse en nuestra contra.
– Nuestros jóvenes consumen hoy más audiovisuales que libros, lo que limita la creatividad y el poder de la imaginación. Como psicólogo y también literato, ¿qué opina al respecto?
– Aunque entiendo esa tendencia acorde con los nuevos tiempos, yo siempre he sido –y me da que seguiré siendo– del libro de papel. Al leer, me resisto a renunciar a su tacto, a su belleza visual, a la historia que esconde cada ejemplar. Al marcapáginas, a sus posibles anotaciones, a las dobleces. Leer así resulta más entrañable. Sé que nunca me dejará tirado porque se agote la batería o no reconozca un formato. Sé que siempre será un buen regalo para dar o recibir… Y sé que leer en papel hace que haya un mayor recuerdo y mejor comprensión de lo leído.
– En su actividad literaria ha reivindicado el poder terapéutico del cuento. ¿Cómo se puede materializar en esta situación de confinamiento?
– Siempre he defendido la validez del Cuento para resolver conflictos, mejorar la autoestima, desarrollar facultades psíquicas, trabajar habilidades o invitar a la reflexión. Con tales fines se ha empleado en hospitales, residencias para mayores, empresas… e incluso en nuestro caso, en centros de enseñanza. Estoy convencido de que durante este confinamiento muchas personas habrán recurrido a ellos. En mi caso, lo hago cada noche con mis hijos. De hecho, me constan algunas iniciativas que se cuelgan abiertamente en la red, como ‘Cuentarentena’ –Instituto Leonés de la Cultura, Diputación de León–, que reúne distintos cuentos tradicionales contados por actores y actrices de nuestra tierra… o ‘Cuentacuentos de guardia’, avalado por mi amigo y maestro del género Manolo Ferrero. Y es que el Cuento tiene un poder sanador impresionante.
– ¿Sacaremos algún tipo de enseñanza de esta situación una vez alcancemos un cierto estado de normalidad o tendemos a olvidarnos pronto de lo que hemos experimentado?
– Parece probable que al menos por un tiempo preservemos las normas de higiene que hemos practicado, mantengamos cierta distancia, nos mostremos más precavidos, estemos concienciados de que podría volver a pasar… En definitiva, que asumamos esta «nueva normalidad» que nos ha venido impuesta. Pero también es posible que, como dijera Mary Poppins en una de sus escenas, «los adultos mañana lo habrán olvidado todo». Si no aprendemos nada, volveremos a caer.