- Y era buen estudiante, muy bueno, menos en gimnasia. Se picaba con Marcelino Elosúa por ver quiénsacaba más dieces; añade su ex compañero desmontando aquel «burdo montaje» que circuló por las redes convirtiéndolo en un mediocre estudiante.
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Un butano y unos calamares
Menudencias hablando de un estadista que prefirió León a Davos; pero la verdad es que en la elección del vino la vida no le salió al encuentro pues en sus recuerdos de infancia no está el Ribera del Duero sino algo muy leonés: «Me encantaba la tapa de calamares y patatas fritas con un butano», contaba en un programa de Ana Rosa Quintana con niños que le hacían preguntas, y les explicaba: «Un butano es un vaso pequeño de naranjada».Si llega a pedir un butano se corona y, además, la vida le saldría al encuentro. Pero le dieron la revancha y se le apareció unos minutos más tarde cuando casualmente apareció su profesor de gimnasia en los Jesuitas, Leandro de la Sierra, con el que también se había encontrado en su visita de 2006. De la Sierra, ya jubilado hace muchos años, tiene un excelente concepto del presidente en su etapa escolar pese a que, según sus ex compañeros, era profesor de la materia en la que más flojeaba, Educación Física. «Yo creo que se la aprobaban porque era muy bueno y porque jugaba a baloncesto», dicen; sin embargo, su profesor no quiere entrar en pequeñeces: «Era un alumno excelente, en Educación Física y en el resto. Muy buen estudiante y una buena persona», aspecto que argumenta recordando su participación en «un grupo de estudiantes que visitaba asilos y hospitales». Sobre su paso por el equipo de baloncesto lo solventa con un «tenía su peso en el equipo». Que no es poco, aunque el propio presidente, en el mismo programa con los niños, se pone peor nota: «Me gustaba mucho el deporte y jugaba a baloncesto, con los años vi que no me iba a ganar la vida, era bastante malo y estudié otras cosas».
Curiosamente mantenía «una pugna deportiva» por verquién sacaba mejores notas en los Jesuitas con Marcelino Elosúa, con el tiempo un nombre fundamental para la historia del baloncesto en León ya que el mejor equipo que tuvo esta ciudad fue precisamente... El Elosúa. Coincidió Rajoy en clase con otros nombres conocidos en los ambientes empresariales: El citado Elosúa; Antonio del Valle hijo, de la Hullera Vasco Leonesa; los hermanos Valmaseda, que jugaban a baloncesto, vinculados a Hulleras de Sabero; o Amancio López Seijas, director de la cadena hotelera Hotusa (NH Hoteles) que, curiosamente, o no, fue una de las primeras en cambiar su domicilio social fuera de Cataluña con ‘el procés’. «Con algunos de estos se siguió viendo en Madrid, hasta que fue elegido presidente. Con el resto celebró una comida, un cocido maragato, en Castrillo de los Polvazares, en 2004», con fotos que dan fe del que fue el último encuentro de los ex de Jesuitas.
Cada colegio privado tenía entonces su especialidad: Maristas, el balonmano; Agustinos y Leonés, el baloncesto; y Jesuitas, el hockey y tiro. El responsable de tiro, el padre Almunia, es otro de los que recuerda y habla de Mariano Rajoy. «Sacaba sobresaliente en todo y tenía madera de líder y dotes para el baloncesto. Más que memoria, tenía un memorión. Su talón de Aquiles era dibujo, que precisamente se lo daba yo y aunque me decía que le estropeaba las notas nunca se enfadó». El propio Mariano Rajoy se reconoce más seguidor que practicante cuando escribe: «Los grandes acontecimientos deportivos de mi niñez eran los éxitos del Real Madrid y las vueltas ciclistas. (...) En mi colegio había algunos compañeros que estaban internos y tenían ciertas limitaciones de horario para seguirlas. Así que a la mañana siguiente nos esperaban a los externos con auténtico interés para que les contáramos qué había ocurrido. Y he de decir que nos salían unas crónicas deportivas bastante atractivas».
Esta presencia pública del padre Almunia cuando su alumno llegó a presidente le acarreó un disgusto pues él (Manuel Almunia) era el firmante de aquel boletín de notas —de malas notas— que circuló por la Red, cierto es que más falso que un abrazo de Barcenas, por un decir.
De nuevo la vida le salió al encuentro a Rajoy cuando el alcalde Silvánle habló de la León-Valladolid y sus retrasos, inevitablemente unidos a la histórica ciudad deLancia. Tal vez no recordó lo que sí recuerdan sus compañeros en los Jesuitas, que «la gran afición de los domingos por la tarde —después de los butanos de la mañana—
- era ir en bicicleta hasta Lancia».
- ¿Era buen ciclista?
- Fue el primero que tuvo bici de carrera; ironiza nuevamente Berrueta.
La cantidad de cosas que nos habría podido contar aquel Marianito de Galicia y Marianín en León, y habríamos quedado tan contentos aunque no nos prometiera nada. Pero encima venir a hablarnos de Puigdemont y no tomar butano...
(Nota: Ando mirando la puerta de su casa, el número 15. Pasa una mujer: «¿Aquí vivió Rajoy?» No le debo gustar: «Sí, ¿qué hurgas? Había que besar por donde pisa». Pasa un hostelero de la zona: «Pues bese, señora, que ahí pisó»).