Conocido como ‘Marquitos’, Marco Vidal Suárez es la cara visible de uno de los negocios tradicionales de León. No es otro que la Bodega Regia. «Cuando se inauguró el Besugo, que hizo ahora 100 años, mis abuelos ya tenían una casquería a su lado», explicó este miércoles el hostelero durante el programa Entre Nosotras emitido por Cope León. «Por parte de mi madre, descendemos de la casa de comidas que era el Capricho, en la plaza de San Marcelo», continuó: «Ahí está; siguen unos primos míos con el negocio de mis abuelos».
Remontándose a 1956, si por algo destaca el negocio es por su carácter familiar. Algo que Marquitos definió como «muy complicado». «El negocio familiar es muy bonito, pero es difícil porque son los padres, los hijos y los hermanos juntos», reflejó: «Cada uno va cogiendo su carácter y hay momentos complicados, pero siempre está la satisfacción de ver la evolución de la empresa, el negocio y de los clientes clásicos también». El leonés tieene por seguro que hay que «luchar por lo que quieres» y, para ello, «el sacrificio es importantísimo... El sacrificio, la superación y el entendimiento».
La Bodega Regia, que el año que viene cumple 70 años, es sinónimo de la familia Vidal Suárez, que ya va por su quinta generación a los mandos del establecimiento, que ha ido cambiando de ubicación con el tiempo. «Comenzamos en la plaza de San Martín y en el año 1986 surgieron unas circunstancias de esas que son de la profesión –a veces, de envidia; otras veces, económicas– así que estuvimos inhábiles hasta 1990», explicó sobre unos años en los que estuvieron al frente de la cafetería localizada en el interior del Ayuntamiento de San Marcelo: «Hasta que resurgimos de las cenizas en ese rincón donde estamos ahora, en el rincón de Pérez Anta». Espacio igualmente conocido como ‘Rincón de Marquitos’.
Y es que el negocio se arrancó como una tasca de vinos. «Un mostrador largo, los vinos del mediodía y de la tarde y una tapa», describió el hostelero: «En aquellos años, cada local daba una tapa y eso daba pie a pedir una ración». Ahora –comentó– «tienen unas tapas verdaderamente exageradas y tampoco son de muy buena calidad porque, claro, no se pueden dar dos duros por cuatro pesetas». Sangrecilla guisada, patatas fritas con pan y un caldo para mojar eran habituales aperitivos en la añeja Bodega Regia.
No han sido pocos los personajes del ámbito público que se han dejado ver por sus inmediaciones. Sus visitas –muchas de ellas– han acabado resumidas en los seis tomos del libro de firmas que gurece el establecimiento en su interior. Marquitos no pudo hacer mención de todos ellos. «Cuando en el año 1964 se inauguró el parador de San Marcos, que vinieron Franco y Carrero Blanco, León ya era Ciudad de Congresos», relató el hostelero, considerando que «todo eso ha ido a menos», aunque asegurando que «desde ese momento, han pasado personas de todos los signos políticos» por el local.
Sobre los platos típicos del mismo, al hostelero le faltaron dedos para enumerar. «Ancas de rana al estilo de La Bañeza, cocido un día a la semana, platos por encargo en alguna celebración...», detalló: «Pero el echazo, el cordero lechal de León, ha sido una de las estrellas». A ello se suman también las sopas de ajo con huevos calzados. «Y los platos de cuchara nunca han faltado porque aquí tenemos la suerte de tener una gran legumbre», aseveró: «Todo dentro de un toque al paladar cercano, cariñoso, familiar, de los abuelos».
Los herederos de Marquitos se encuentran ahora al frente del establecimiento. Los tres estudiaron en Biarritz. «Marcos estuvo fuera casi ocho años entre Biarritz y Burdeos, donde sacó el título de somelier, y después estuvo en el Rey de París dos años hasta que se incorporó», expresó el hostelero: «María hizo Dirección y Gestión de Hotel en Biarritz, un máster de Turismo Internacional en Italia y Madrid, estuvo en un hotel de Londres y después hizo meses de prácticas en Paradores y Wllington, en Madrid». El último, Raúl, «hizo tres años de cocina y uno de repostería en Biarritz y después estuvo con Pedro Subijana dos años hasta que se incorporó». Los tres hijos de Marcos Vidal Suárez aseguran así el futuro de este negocio tradicional. «Son chicos que se han dedicado a una preparación para incorporarla en su casa, en su negocio», afirmó un padre orgullosos: «Yo creo que eso es poco frecuente también».