Asoma la lluvia en la capital provincial y, por la calle Cardenal Landázuri, el leve sonido de sus gotas se entremezcla con un cántico que atenúa el clima grisáceo. Es la voz de la leonesa Marta Arce, que guía los pasos hasta el claustro del colegio Carmelitas, donde ensaya el día previo a la interpretación de la Sinfonía número 4 de Gustav Mahler. Y, al hablar ante la cámara, a modo de preludio de lo que el Auditorio leonés podrá disfrutar este sábado, una ligera melodía pone banda sonora a la voz de la soprano.
“Yo llevo ya desde el verano preparando esta obra porque entraña dificultad -es en lengua en lengua alemana y me lleva bastante trabajo- y la orquesta, por su cuenta, lleva también bastante tiempo ensayando en Madrid”, explica la soprano: “Ahora conjuntamos y vamos a ver si ese resultado mañana es del agrado de todos”.
Y es que una cuidada selección de jóvenes músicos de la Orquesta Sinfónica de la JMJ compone el ensemble que acompaña a Marta en su estreno con esta pieza. Catorce jóvenes intérpretes que, bajo la dirección de Borja Quintas y en sus palabras, funcionan como solistas en el escenario, pues la pieza que estos días les ocupa conjunta a la perfección con una orquesta de cámara, donde cada instrumento, desde el piano hasta la flauta travesera, debe sonar en todo su esplendor.
“Es muy bonito, es una visión ingenua del paraíso”, relata Arce sobre la pieza: “Es un niño que está narrando la imagen del Paraíso; entonces empieza a contar todo lo que ve por allí alucinado… Desde que hay todas frutas del mundo, los peces que nadan a tu lado, los santos que están por ahí, las liebres que van corriendo a tu lado”. Y las palabras salen de su boca como si las recitara: “Es muy poético, sobre todo, esa mirada ingenua del niño ante el Paraíso”.
A pesar de que la soprano sólo interviene en el último de los cuatro movimientos que conforman la sinfonía, el resto de la melodía navega entre las notas de sus instrumentistas hasta desembocar en la voz de Marta, que no puede esconder su emoción al regresar de nuevo al escenario de su tierra, León. “Ay Mahler…”, suspira y, al poco tiempo, vuelve al ensayo. Músicos y director aplauden a su entrada y ella, ligera como una pluma, canta jubilosa al compositor austriaco.