Cerca de cuatro años ha invertido la redactora jefe de la revista Vanity Fair en la creación de su tercera novela, en parte por su peculiar método de trabajo que la lleva a volver una y otra vez sobre el material escrito hasta encontrar la versión definitiva. "Escribo la novela y digamos que después la deconstruyo para que no tenga esa estructura lineal de planteamiento, nudo y desenlace", señala Del Riego, a quien el ejercicio periodístico le ha ayudado a ser concisa y la literatura a dar un toque de color a la información.

El pasado también vuelve a tener un peso específico en ‘Mi nombre es Sena’, como también ocurriera en ‘Sendero frío de amor’. "Todos los escritores tienen sus obsesiones y yo estoy convencida de que la infancia y la adolescencia te marcan de por vida para bien o para mal. En el caso de Sena ha tenido una infancia muy trágica en un pueblo del noroeste de España, con una familia estricta que no la comprende y una abuela con la que mantiene unas conversaciones telefónicas muy frustrantes porque se quieren y se odian a la vez. Para Sena ese pasado es como una losa de la que se quiere desprender para convertirse en una persona diferente, pero al final le resulta imposible y tiene que enfrentarse a ello", argumenta Del Riego, que reconoce que su literatura tiene un fuerte componente visual y sobre todo un lenguaje directo y descarnado."Odio el sentimentalismo y la cursilería, es superior a mis fuerzas".