'Admirables’ es el denominador común de los veintiséis personajes que, desde la Historia, se asoman a las páginas de esta publicación de la Editorial Rimpego que acaba de ver la luz y cuyo periodo de gestación ha sido muy largo, reconoce su autora, Marta Prieto, filóloga, docente, escritora y columnista de este periódico. «El proyecto realmente empezó estando yo en el instituto de La Robla, porque Joaquín Alegre, el editor de Rimpego, tenía este proyecto en el cabeza y siempre quiso sacarlo adelante. Cuando me lo planteó le dije que sí sin dudarlo, pero justo cuando empezaba a trabajar en él llegó el traslado al instituto Ordoño II en León y han sido unos años de mucha dedicación a eso y de atender a las cosas de casa. El poco tiempo que me quedaba lo dedicaba a leer, porque es una necesidad que tengo, la de leer, y luego si sobraba algo a escribir. Y así ha ido pasando mucho tiempo hasta que ya ha llegado un momento en que había que hacerlo o no hacerlo. Pero el volumen de documentación que había y de carpetas, de notas y de conversaciones con Joaquín era tal que ya tomamos la decisión de que había que terminarlo este verano y así se hizo», reconoce.
– ¿Pero en realidad de quién surgió la idea del libro, del editor Joaquín Alegre o de la autora Marta Prieto?
– Un poco a medias, pero si te soy sincera algo más del editor. Es un proyecto del que habíamos hablado hace mucho tiempo y en un momento determinado Joaquín Alegre le dio forma. Yo siempre digo que saqué el libro en realidad porque el editor de Rimpego lo planteó y ha sido capaz de esperar sin desesperar.
– ¿La idea que ambos teníais de este proyecto era coincidente o hubo que llegar a algún tipo de acuerdo?
– Lo cierto es que su idea y la mía encajaron muy bien desde el principio. Ambos pensamos en personajes de la Historia de León que no necesariamente eran los más importantes ni los más interesantes, sino que eran personas que habían tenido un papel destacado a lo largo de mucho tiempo. La idea que ambos teníamos en que fueran semblanzas –más que biografías– de personajes que literariamente hablando tuvieran también algún valor y que no fueran tan conocidos como a primera vista pudiera parecer.
– ¿‘Leoneses en la Historia (Del siglo III al XX)’ es un libro único o la idea es que tenga continuidad con próximas entregas?
– La idea del libro es que estuviese representado desde que tenemos testimonio de algún personaje del que podemos documentar hasta mediados del siglo XX, no más allá. Eso era irrenunciable. Por eso la selección de los personajes, dependiendo además de cómo iba a ser el volumen del libro, ha sido complicado de hacer, porque había que poner a alguien del siglo III, del IV, del V, del VI... ¿Nace con voluntad de continuidad? Pienso que el editor tiene muy claro que lo quiere continuar. Entonces, habrá personajes que se han descartado en esta primera entrega, pero no precisamente los de los primeros siglos de nuestra historia, que es más complicado. Pero en el momento en que entramos en el siglo XIII ya tenemos muchos personajes, más de una docena que poder utilizar.
– Además de escritora es docente, lo que me lleva a preguntar si el libro tiene también como destinatarios a sus alumnos, si de alguna manera ha utilizado un lenguaje pedagógico que lo hace aconsejable para ellos.
– Pienso que es un libro que puede leer todo el mundo, porque no presupone que tu sepas nada de la historia del siglo III o del siglo IV para poder leer algo que tiene que ver con San Marcelo o con Egeria. Yo creo que sí es un libro que, aunque no me gusta el término didáctico, sí que pretende ser divulgativo, que es científico solo en parte porque no tiene una intención científica, y puede leerlo cualquier persona, con instrucción o sin ella, alumnos de secundaria y bachillerato o personas que tienen 90 años. En el receptor del libro, en el lector, no presume ningún condicionante.
– Me decía anteriormente que más que biografías su intención ha sido crear semblanzas de los distintos personajes que aparecen en la publicación. ¿Como autora del libro le parecía más interesante esta opción?
– Sí porque hay muchas cosas de las que escribo de algunos personajes que son muy personales, que son muy subjetivas. En ningún momento he querido hacer una biografía científica. Lo que sí que he tenido claro desde el principio es que la documentación era fundamental y eso me ha llevado muchísimo tiempo. Me gusta la palabra semblanza porque cuando tú tienes una cierta empatía con un personaje por alguna razón determinada, como por ejemplo en mi caso con Egeria o con el cardenal Quiñones o con más gente, creo que eso se nota en la escritura. Pasa de ser una biografía, con datos únicamente, a querer acercarte a un personaje y a querer interpretar, a pesar de los siglos que han pasado y a cómo pudiera ser la vida entonces, el carácter de ese personaje. En el caso de Egeria creo que lo he conseguido.
– ¿Como mujer, no se ha visto tentada de incluir más personajes femeninos en esta publicación claramente dominada por los hombres?
– Es verdad que en el libro son 24 hombres y tan solo dos mujeres. Tanto la inclusión de Egeria como de la reina Urraca me parecía irrenunciable. Después date cuenta que durante muchos siglos podremos encontrar mujeres que a lo mejor no podamos documentar. Y las mujeres nos van apareciendo en los siglos más cercanos a nuestra historia. En algún momento alguien planteará: voy a hacer un libro con aquellas mujeres en la Historia de León que hayan tenido un papel muy relevante, independientemente del siglo al que pertenezcan. Pero si nosotros tenemos que documentar, porque esa es la idea principal, desde el siglo III hasta principios del siglo XX van a entrar muy pocas mujeres.
– No hay muchas mujeres pero sí que le ha dado un papel relevante a Egeria, con la que me decía ha empatizado más que con cualquier otro personaje del libro. ¿Cuál es el motivo?
– En el libro solo hay dos personajes que están escritos de manera diferente al resto, pues lo he hecho en primera persona. Uno es Egeria y el otro el cardenal Quiñones. Son dos personas que para mí, aparte de su papel, están ligados a unos espacios culturales y vitales muy concretos. En el caso de Egeria está vinculada a Estambul, por ejemplo. Yo lo escribí en primera persona porque para mí Egeria es una mujer a la que conocemos solo a través de sus escritos, del ‘Itinerarium’, un texto escrito en latín de una peregrinación en la que pasó varios años recorriendo todo el Oriente bíblico. Es una mujer a la que tenemos que conocer a través de lo que ha dejado escrito, y por lo que escribe se puede hacer una semblanza de Egeria, una mujer muy curiosa, una mujer vinculada afectivamente a un grupo de personas, a sus ‘sorores’ que ella llama, que quizás fueron compañeras en una comunidad religiosa o no, una mujer claramente de la alta sociedad de la época y a la que podría imaginarme con las cosas tan curiosas que escribe en un manuscrito tan antiguo. El caso de Urraca es muy interesante también porque es una reina ninguneada por la Historia y cuando los historiadores se han puesto a estudiar a esta reina han descubierto que tuvo un papel espectacular y que luchó contra todos los elementos, que son probablemente los mismos elementos contra los que las mujeres luchan igualmente hoy en día.
– Supongo que no escribió el libro en el orden cronológico en el que van apareciendo los personajes. ¿Cuál de los 26 fue el primero que abordó?
– Precisamente Egeria. El siguiente fue el cardenal Quiñones, que además anticipé –creo que en los dos casos– en algunas de las primeras columnas que yo escribí en La Nueva Crónica.
– ¿Qué personaje fue el que mayor dificultad entrañó a la hora de recabar la documentación necesaria?
– Creo que del que menos datos había era de Pedro Ponce de León. Del que menos información había, el más oscuro, el peor interpretado, incluso para llegar a comprender cuál podía llegar a ser aquel método con el que enseñaba a leer a los sordos. Por contra, está muy bien documentado Fray Bernardino de Sahagún, que es una persona apasionante. Y el problema fundamental, en muchos de ellos, no en todos, fue expurgar la documentación, porque vamos repitiendo tópicos sobre muchos personajes que no están escritos en ningún sitio, que no están contrastados o que son directamente leyendas. Al maragato Cordero nunca le tocó la lotería, pero la tradición ha conservado que le tocó la lotería. Encontrar, leer lo que había y cotejar hasta separar el trigo de la paja ha sido una tarea especialmente ardua.
– Tengo entendido que uno de los aspectos que más le interesaron era la relación que se daba entre algunos de los personajes que aparecen en el libro.
– Al final, de cada personaje, no de todos pero sí de algunos, había coincidencias sorprendentes. Personajes que están en el mismo periodo de la Historia y que sin saberlo incluso ellos tienen una relación entre sí que hoy conocemos. Por ejemplo, se me ocurre que Álvaro de Mendaña, que descubrió las islas Salomón, se casó ya mayor con una mujer que se llamaba Isabel de Barreto, que es muy famosa porque cuando él murió en la segunda expedición la nombró almirante y se hizo cargo de lo poco que quedaba de la expedición hasta llegar a Filipinas. Pues al llegar a Filipinas se casó con un sobrino del que entonces era gobernador de las islas, Luis Pérez das Mariñas, que era hijo a su vez del que hizo la Casa de las Carnicerías de León.
– De los 26 personajes que aparecen en el libro, si tuviera que hacer la aliniación titular de un supuesto ‘equipo histórico’, ¿qué once elegiría?
– No entiendo de fútbol ni de baloncesto, pero si tuviera que elegir a once personajes para conformar ese supuesto mejor equipo leonés de la Historia empezaría por Egeria y Urraca, dos personajes fundamentales. Lucas de Tuy también, al igual que Moisés de León. Enrique Quiñones y Bernardino de Sahagún son otros nombres que también incluiría, así como Álvaro de Mendaña, que me parece un hombre extraordinario, y el relojero Losada. A Enrique Gil y Carrasco le tengo un cariño especial y Gumersindo de Azcárate me parece un nombre irrenunciable. El equipo lo completaría con Segundo Llorente Villa, que fue misionero en Alaska y el primer congresista de este estado en EEUU.
– Y siguiendo en los mismos términos futbolísticos, a su juicio ¿quién de los once sería el auténtico galáctico, el Leo Messi del F.C. Barcelona?
– Egeria, sin duda. Pero aquí creo que me puede la pasión. Por lo que leo de ella en latín, una lengua que me gusta, me parece una mujer entrañable.
– Pero siendo más objetivos, ¿quién cree que ha aportado más de todos ellos al progreso de la Humanidad?
– Intelectualmente Gumersindo de Azcárate. Si hablamos solo de progreso, Antonio Llamas, que era un botánico y describió con el padre Blanco la flora de Filipinas. Y los relojes de Losada técnicamente eran avanzadísimos. Bernardino de Sahagún, el padre de la antropología en México. Pero todos tienen un cierto marchamo de perdedores en el sentido del escaso reconocimiento que tuvieron en su tiempo e incluso después. Todos comparten un sentimiento de derrota ante la Historia.
Marta Prieto: "Todos ellos han salido en cierto modo derrotados"
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01/10/2019
Actualizado a
01/10/2019
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