Sobre la década de los años 80 un grupo de holandeses, alemanes, suizos y algún español buscaban afanosamente un lugar donde establecerse que no hubiera sido contaminado por la sociedad que rechazaban. Pasaron por Holanda, Alemania, Francia, Cataluña y no encontraron nada que les pareciera adecuado, siguiendo por la cornisa cantábrica hasta arribar al Bierzo donde encontraron un periódico que hablaba de la necesidad de repoblar algunos pueblos abandonados desde hacía mucho tiempo. Apuntaron el nombre y allí se dirigieron, no sin antes enterarse de que no había quien los reclamase porque habían sufrido tres incendios y hacía 30 años estaba abandonado. Fueron hacia allí y se encontraron una zona salvaje, llena de maleza, con las casas en el suelo y comenzaron a trabajar trayendo el agua de lejanas fuentes. Los primeros años vivieron en tiendas y más tarde en tipis, hasta que más adelante hicieron un teleférico y fueron trayendo materiales de construcción para mejorar las viviendas, en especial madera.
Su vida es en común, con una escuela libre para los niños, trabajo del campo y realización de tareas de mejora, limpieza de caminos, construcción de puentes, energía eólica y solar, horno de leña, agricultura biológica, apicultura, artesanía, aprovechamiento de los recursos naturales y una forma de autogestión basada en el consenso asambleario. En estos momentos hay alemanes, franceses, holandeses, polacos, brasileñas y españoles.
Pertenecen todas las localidades del recorrido al ayuntamiento de Torre del Bierzo que propone varias rutas de senderismo, entre ellas la que aquí se presenta, para que se conozcan las bellezas de este entorno singular. Mención especial merece el Pozo de las Ollas (que algunos dicen de las Hoyas), sobre todo en primavera con sus espectaculares saltos de agua.
En San Facundo se aparca antes de entra al pueblo donde hay un buen espacio para ello.
La ruta
El inicio de la ruta se realiza en la localidad de San Facundo. En las paredes de una de las casas se puede ver el recorrido dibujado y desde allí se parte por una calle, luego pista que se convierte en camino para atravesar un puente de cemento y poco después tomar una senda que sube a la izquierda, que va a ascender entre castaños primero y después encinas sorteando varios resaltes rocosos de cuarcita, para más tarde descender hacia el valle, sin llegar al fondo, donde se encuentra el embalse del arroyo del Rial.
Siguiendo el camino se bordea una pared rocosa de fuertes caídas y se baja después al arroyo, donde ya se encuentra vegetación de ribera hasta llegar a un puente de madera, artesanal que cruza el arroyo.
Tras pasar el arroyo se sigue un tramo hasta llegar a un cruce, a la derecha se va hacia Matavenero y a la izquierda a Poibueno. Considerando mejor opción comenzar por Matavenero, se sigue por el sendero de la derecha que va ascendiendo a través de pedreros con vistas al valle, y abajo el camino que será de vuelta que viene de Poibueno y por ello se debe tener cuidado no dejar caer piedras. Es una ladera empinada, pero con una senda ancha que se anda bien entre sardones al principio, y más tarde entre roca y matorral, para alcanzar un excelente mirador al valle del arroyo Rial. En la montaña de enfrente ya aparecen las casas de Matavenero. Solamente hay que volver al camino, seguir una cómoda subida, un ligero descenso hasta un valle con arbolado, comenzando a subir a continuación la cuesta final que llega a Matavenero, no sin antes hacer una parada en otro hermoso mirador hacia la zona de San Facundo y Bembibre.La entrada en el pueblo nos introduce en una calle con casas diferentes, en las que se combinan restos de las construcciones antiguas de piedra y estructuras de madera. La escuela, también biblioteca y sala de materiales recuperados está muy bien cuidada y adecentada. Hay baños y duchas comunales y un bar en el que elaboran su propia cerveza, muy buena, por cierto.Tras visitar Matavenero se sigue hacia Poibueno, a través una ruta señalizada en la que se encuentran varias construcciones, llegando al campo de deportes y el centro de actividades. Más tarde se baja un buen tramo para salir a un espacio verde, tras el cual se cruza un puente que lleva a la localidad de Poibueno, existiendo un buen área de descanso ideal para comer. Poibueno tiene menos casas que Matavenero y muchos restos sin construir, como los del antiguo monasterio. En este ambiente de tranquilidad se puede escuchar la suavidad y dulzura de los sonidos de un arpa, siempre que los caminantes sean respetuosos y no vayan armando jaleo.Después de descansar se toma el camino que sigue arroyo abajo y va sorteando resaltes rocosos, subidas y bajadas varias, y más tarde el arroyo se encajona entre las rocas que caen casi verticales, tras una subida se llega al conocido como Pozo de las Ollas, un lugar en el que en tiempos de agua se puede ver una hermosa cascada.
Después hay que seguir el camino arroyo abajo, que tras una subida y bajada por zonas escabrosas de rocas va a ir introduciéndose en otra zona boscosa, donde se pueden encontrar viejos abedules, bajando hasta el cauce del arroyo, que poco después se cruza por un nuevo puente de madera y por la otra ladera se va a ir por una senda con subidas y bajadas que tienen escalones de lajas de pizarra.
Tras seguir al lado del arroyo un buen rato se llega a la parte baja del canchal que se cruza y tras otra pequeña caminata se llega de nuevo al enlace que se tomó hacia Matavenero a la ida y siguiendo el mismo camino se vuelve al puente, se sube hasta ver el embalse y se baja y sube de nuevo hasta llegar a la parte alta del camino desde donde se desciende hacia la pista cruzando el puente de cemento para llegar a la localidad de San Facundo donde finaliza la ruta.