Match point

Pedro Ludena comenta la película 'Rivales', de Luca Guadagnino

03/05/2024
 Actualizado a 03/05/2024
El trío protagonista de la película de Luca Guadagnino ‘Rivales’. | L.N.C.
El trío protagonista de la película de Luca Guadagnino ‘Rivales’. | L.N.C.

‘Rivales’
Director: Luca Guadgnino.
Intérpretes: Zendaya, Mike Faist, Josh O’Connor.
Género: Deportes/ Romance.
Duración: 131 minutos.

«Estamos hablando de tenis?» se cuestionan repetidas veces los protagonistas de ‘Rivales’, una película que exhibe la simetría entre este deporte y las relaciones amorosas de la manera más adrenalínica, apasionada y, por qué no decirlo, sexy posible. Nunca antes un punto de partido se sintió tan personal. 

La última genialidad de Luca Guadagnino nos sitúa a pie de pista en un partido de tenis entre dos viejos amigos, ahora rivales. Art Donaldson es un campeón en horas bajas que se ha rebajado a un torneo de menor categoría para conseguir una victoria que le motive a seguir compitiendo, mientras que Patrick Zweig, su ex mejor amigo, es un tenista fracasado que solo quiere comer con el dinero del premio. Este encuentro decisivo se disputa bajo la atenta mirada de la mujer que les enemistó, Tashi Duncan, una eterna promesa a la que una lesión retiró de las canchas, reconvertida en entrenadora de su marido Art, quien ahora se enfrenta a su ex novio. Los recuerdos de las idas y venidas de este triángulo amoroso irán aflorando con cada nuevo juego, aumentando la intensidad en sus golpes a medida que descubrimos la historia que hay detrás de cada uno de ellos. 

Al director de ‘Call me by your name’ no le es extraña la pasión, una emoción sobre la que ha construido su corta pero intensa filmografía, en la que da salida a esta por diferentes, y a veces rocambolescas, vías en cada ocasión. En su inmediatamente mencionada obra maestra, esa pasión brota del romance entre un adolescente y el nuevo ayudante de su padre, con el que comparte, además de una diferencia de edad alarmante, un verano en el campo italiano. En su posterior trabajo, ‘Bones and all’, la dio rienda suelta por medio del canibalismo, he aquí a lo que me refería con ‘rocambolescas’, que practican dos jóvenes antropófagos apartados de la sociedad, y con razón. A pesar de que en ‘Rivales’ esta efervescencia tiene un origen aparentemente más sano, como es el tenis, pronto descubriremos que, sin embargo de sus formas, el mismo éxtasis que da sentido a tu vida puede acabar por consumirte. 

 

«El tenis es una relación», dice uno de los personajes, y como tal, aunque lo habitual es que se trate de dos rivales, la red en el centro de esta obra homónima se trata de un tercero en discordia, Tashi Duncan, autora de dicha cita y dueña absoluta tanto de la cinta como de sus coprotagonistas. La dinámica de poder entre esta y sus amantes es el motor que mueve la trama al ritmo que ella marca, al mismo que ellos bailan. Ya que, mientras que Art y Patrick se desviven por conquistarla, el único y verdadero amor de Tashi es el tenis y se servirá de la compañía de quien la mantenga metida en el partido. Esta espiral de obsesión atrapa a los jóvenes, y con ellos al público, subiendo la temperatura gracias a la línea de erotismo que atraviesa el film de cabo a rabo. Desde las escenas más sonadas, como el ‘ménage à trois’ tan prometido en sus tráileres y que ha hecho más por dar a conocer la película que todo el resto de su campaña de marketing, a los detalles más sutiles, como las miradas que intercambian los dos ‘amigos’ mientras comen un churro, o un plátano; la tensión sexual se puede cortar con una cuchara. Pero estos niveles de concupiscencia no serían posibles sin el acertado casting de Mike Faist y el magnético Josh O’Connor, que embellecen todo este asunto, pero que se ven irremediablemente eclipsados por la deslumbrante Zendaya, cuyo rostro ya es el del futuro de la industria. 

Puedes sacar a ‘Rivales’ del tenis, pero no puedes sacar al tenis de esta cinta. Su mismo argumento está estructurado como si de un partido se tratara, con cada set marcando los tres actos en los que se divide la historia. En cada nuevo servicio se nos cuenta algo más de la intrincada y poliamorosa relación de sus protagonistas, a través de flashbacks a distintos momentos de su pasado, que se mantienen distinguibles gracias a los oportunos intertítulos y los cambiantes peinados de su apolíneo elenco. Una originalidad argumental que rivaliza con la de su puesta en escena, que se atreve a poner la cámara en lugares tan inéditos como dentro de la propia pelota de tenis, la misma que por momentos parece que vaya a atravesar la pantalla y darte en plena cara cuando se dirige directamente a cámara, como esos videos que te hacen tirar el móvil cuando te los mandan. La edición dinamiza aún más la infatigable película, pero aún se toma su tiempo para recalar, puede que en exceso, en inmersivas cámaras lentas, que suspenden el tiempo para centrarse en matices como el sudor, los gestos y las heridas que definen a sus personajes y sus motivos para que ese instante se les haga eterno. Esa atención al detalle, ese amor por su arte, es lo que hace sobresalir a películas como ‘Rivales’ o ‘Whiplash’ de Damien Chazelle por encima del resto, porque aquí no solo es una excusa para contarte una historia que desplace al deporte o profesión en cuestión, sino que este es consubstancial a la propia trama. Ya sea una raqueta o una baqueta, cuando los protagonistas de dichas cintas sujetan alguna de aquellas liberan el fuego que arde en su interior, alcanzando con ellas un fervor casi religioso por su vocación, capaz de despertar el interés por el tenis, o en el caso de ‘Whiplash’ por la batería, en propios y extraños. 

Entre sudor y lágrimas, ‘Rivales’ te pone a pie de pista junto con sus protagonistas, que compiten por mucho más que un simple torneo, en un partido que lleva años jugándose y cuyo premio nunca fue un trofeo. Sin embargo, finalmente la obra comulga con el deporte que vertebra tan telenovelesco romance a tres bandas, y toda la acción se funde en un ‘match point’ donde rivales y espectadores se entienden perfectamente sin necesidad de palabras, disfrutando del auténtico vencedor de toda esta historia: el tenis. 

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