«Estoy convencido de que lo mejor que podemos hacer por las personas mayores, hoy que es su día y los 364 días restantes del año, es escucharles y aprender de ellos y de su ejemplo; porque la solidaridad de estas gentes ha quedado tan patente a lo largo de la historia reciente que el mejor regalo que quieren recibir es saber que su esfuerzo no ha sido en vano, que disfrutamos ahora del bienestar que ellos sembraron con tanto esfuerzo como generosidad». Fueron las palabras iniciales de nuestro compañero Fulgencio Fernández, redactor de La Nueva Crónica, para abrir el filandón que el ayuntamiento de Murias de Paredes había preparado para el homenaje a varios vecinos de diferentes pueblos del municipio en el Día de las Personas Mayores. Representados este año en Amadeo Fernández García, de Vegapujín; Nieves González Álvarez, de Lazado; Salomé Manilla López y Darío González García, ambos de Villanueva de Omaña. Además del moderador del acto estuvieron presentes y participaron David Álvarez Cárcamo, panderetero, divulgador, recopilador y estudioso de la música tradicional omañesa; el acordeonista David Marcos y el violinista escocés Ken Slaven, que fueron intercalando con los relatos actuaciones musicales en las que lograron sumar sobre el escenario a varios vecinos que se animaron a bailar jotas, el baile chano y otros temas tradicionales.
Y así fue como el filandón —que en algunos pueblos era hilandero— y aclarando que también existía el serano, antes de cenar, propició que los homenajeados, desde el escenario, y algunos vecinos, desde sus propios asientos, fueran desgranando viejas historias para el recuerdo. Las características de una forma especial y más complicada de majar en algunos pueblos de Omaña, la tradición de madreñeros del Valle Gordo, la existencia del silbo de Omaña, cómo se pasaban los largos inviernos de nieve y frío, las verbenas o la historia de peculiares personajes, desde los hojalateros a músicos tan recordados como Salvador, el acordeonista de Villanueva de Omaña, «que recorría todos los pueblos y fiestas de la comarca amenizando el baile, comiendo y durmiendo por las casas y después siempre escribía alguna copla de cada pueblo en el que había estado», recordaron sus vecinos que, sobre todo, hablaron de una muy larga «de más de cuarenta estrofas, pues le dedicaba una a cada uno de los pueblos de Omaña en los que había estado tocando... que eran todos. Sería muy interesante recuperar no solo ésta, también otras muchas que guardaba en sus cuadernos y notas». La alcaldesa, Mari Carmen Mallo —nieta de otro autor de recordados poemas— prometió embarcarse en la recuperación de este patrimonio «que nos han legado nuestros mayores y no tenemos derecho a olvidar, pues sería un desprecio intolerable». David Álvarez Cárcamo señaló que él si tenía las citadas coplas a los más de cuarenta pueblos «pero hay otras muchas de Salvador, que además de gran músico era un excelente poeta popular»; y se mostró partidario, cómo no, en recuperar todo este patrimonio popular y otras tradiciones, sobre las que preguntó a los mayores allí presentes, abriendo una muy interesante conversación, que desembocó en un improvisado y animado baile.
Cerró el acto la entrega de placas a los homenajeados, a cargo de la alcaldesa, Mari Carmen Mallo, y las concejalas Angélica Benéitez, Rosa Mª Fernández y Emma García. En sus palabras señaló que «el futuro del mundo rural, si realmente se quiere apostar por él más allá de palabras vacías y vaciadas, está en dotar de servicios y, sobre todo, atender, acompañar, escuchar y facilitar que las personas mayores puedan quedarse a vivir en sus pueblos con las condiciones de vida y las comodidades que merecen. El acompañamiento de los mayores, que puedan seguir con su vida allí donde tienen su memoria, es fundamental, se lo debemos.
Con ellos vendrán sus nietos y familiares en vacaciones y en otras fechas, se mantendrá vida en los pueblos, podremos disfrutar de su memoria y sus vivencias. Y para que esto sea posible es necesaria una sanidad digna, cercana... Los pueblos no se vacían, los están abandonando las administraciones y ésa es una batalla en la que no podemos bajar la guardia», afirmó rotunda la alcaldesa, que mostró su predisposición a seguir con estos reconocimientos y, sobre todo, «escuchando y recogiendo de alguna manera el impresionante legado que nos han dejado y están dejando todavía los aquí presentes».
Un merecido chocolate, los tradicionales fisuelos y otros dulces típicos de la zona fueron degustados por todos los asistentes al acto en medio de conversaciones en las que muchos se iban animando a ofrecer testimonios de recuerdos, tradiciones, personajes y hechos que, tal vez, les había dado cierta vergüenza poner en común en el acto celebrado. «Es que yo no soy de hablar en público», argumentaban, «pero sí recuerdo...».