"Mi misión en esta vida era escribir este libro"

R. K. Yafa es el alter ego que firma ‘Yo, Rajel Ezra. La amante de Alfonso VIII’, una autobiografía cuya autora desvelará su identidad el 7 de octubre en el Hotel París

14/09/2023
 Actualizado a 14/09/2023
Cada año, en junio, Hospital de Órbigo recrea el torneo del Paso Honroso frente a su puente. | MAURICIO PEÑA
Cada año, en junio, Hospital de Órbigo recrea el torneo del Paso Honroso frente a su puente. | MAURICIO PEÑA

«¿Crees en la reencarnación? ¿En los pactos de amor? ¿En las señales? ¿En la magia? ¿En el poder del nombre? ¿Alguna vez has sentido que algo o alguien estaba guiando tus pasos?». Son preguntas que se plantean sin anestesia en la contraportada de una obra cuya firma no corresponde a una persona real. Quizá sí a un espejismo; un ente novato en esto de la escritura. Una voz femenina que tiene por alma máter las incógnitas que arrancan este párrafo, menos misterioso -de momento- que la identidad de quien guía su mano por medio de letras que ocupan los folios de una publicación de poco menos de quinientas páginas.

Su título: ‘Yo, Rajel Ezra’. Sin olvidar el subtítulo, el adorno literario que revela, a modo de carta de presentación, una pequeña dosis de la identidad de ese nombre que encabeza la portada. La firma es en hebreo: R. K. Yafa. ‘R. K. Bella’ en castellano, pues se decía que la misteriosa amante de Alfonso VIII -ahí llevas, lector, el subtítulo- «era una mujer judía muy bella». Así lo explica la voz detrás del alter ego. Una que suena melódica, como siguiendo el ritmo del entusiasmo que le suscita la información recopilada en este volumen. Y no es de extrañar, pues es su primogénito. El primero de los libros que investiga, escribe, modela y publica. Y el recorrido hasta llegar a él no tiene desperdicio. Pero, antes de nada, es oportuno detenerse en el tipo de publicación que hoy acapara la atención de este texto.

«Es un libro autobiográfico donde yo narro mi vida», cuenta la autora y parece mentira. ¿Una autobiografía en cuya contraportada se leen términos como ‘Reconquista’ o ‘templarios’ y nombres como el de Alfonso VIII? ¿Qué clase de autobiografía puede ser esta? ¿Es que esta tal Yafa habla, al otro lado del teléfono, desde tiempos remotos? ¿Es que ha conseguido desafiar al espacio-tiempo y presentarse en los que corren directa desde siglos pasados?... Nuevas incógnitas aterrizan en la cabeza pensante. En la que no piensa, también.

yafa2
De regreso a los tiempos de Suero de Quiñones. | MAURICIO PEÑA

Lo cierto es que todo comienza, lejos de los entresijos que desentrañan las páginas, en una ruta hacia Santiago hace unos siete años. «Ahí es cuando me empezaron a pasar esas coincidencias extrañas con Santiago y con Suero de Quiñones», continúa la intrigante Yafa: «Al llegar a León -porque salimos de León en esta ruta-, yo pedí un plano de la ciudad para ir al Barrio Húmedo y vi que en León hay una calle que se llama Suero de Quiñones». Su sorpresa no se explica con ese detalle, pero sí con lo que cuenta después: «Es la calle donde trabajo en Madrid». Pero la voz que relata esta historia no llegó al final de la senda hacia tierras de peregrinación y, a los cuatro días de trayecto, abandonó aquel camino. «Tuve que pasar una noche inesperada en Santiago de Compostela», y recuerda que se topó en plena calle con un mercadillo de libros. Entre ellos, reconoció uno de Paulo Coelho: «Se titulaba ‘El peregrino de Compostela’». Y, ya sumergida en las palabras del brasileño, de pronto, se encontró de nuevo con la figura de Suero de Quiñones. 

«¿Y este señor quién es?», se preguntaba Yafa, con todos sus sentidos ya bien alerta, como si fuese ese impulso la última presión sobre el botón del destino. Eso, similitudes entre su vida amorosa y la de aquel noble leonés y el descubrimiento de una iglesia consagrada al apóstol Santiago en Madrid; poco más, además de todas la conjeturas y cuestiones por resolver, como caldo de cultivo para ‘Yo, Rajel Ezra’, como el óvulo fecundado con el pseudónimo R. K. Yafa. «Me vino a mí, todo el tema me vino a mí», aclara la autora y, aun con el timbre -ciertamente modificado- de micrófono y altavoz de sendos aparatos, su asombro se deja notar: «Yo no he buscado nada».

Aunque sí ha buscado material; fuentes de información con las que probar sus sospechas. Todo con la ayuda de un hombre al que la inquietante Yafa se refiere como «agente de inteligencia». «He tenido que leer lo que no está escrito para poder escribir este libro de 474 páginas», confiesa. Y no es para menos, pues ha necesitado remontarse a épocas anteriores a Cristo para conocer algo más de aquel apóstol, siguiendo un recorrido a través del tiempo -parecido al que comenzó hacia Santiago- hasta descubrir la vida de Suero de Quiñones y enterarse de aquellas justas suyas. «Consulté a un cabalista para interpretar el Paso Honroso como lo he interpretado; utilizando la cábala y la alquimia, que eran los saberes prohibidos en la época», añade: «Y según este cabalista, somos espíritus, somos almas que venimos a este mundo, a esta vida, a cumplir una misión». 

Yafa, atenta como nadie a las casualidades, deseosa de comprender todo aquello que le rodea, de interpretar la historia y -como ella misma dice- «las señales» que se ha ido encontrado, identificó en este libro no sólo una forma de hacer justicia a personajes a los que, según indica, «la vida no ha tratado muy bien», sino una manera sutil de descubrirse a sí misma. Al seguir hablando, es contundente: «Creo que mi misión en esta vida era escribir este libro». El primero que publica; su estreno en el mundo literario; su puerta abierta a las librerías. Un método inesperado de encontrarle un sentido a su existencia. 

Portada Yo, Rajel Ezra. La amante de Alfonso VIII page 0001

Sobre si sus andanzas en la escritura van a terminar con el punto final de la publicación, no es demasiado clara. «Hay cosas que no he contado en el libro que me han pasado; que no he contado e investigaré, pero eso ya será otro libro», suelta: «Aunque no sé si habrá un segundo, ¡ojalá!». Aun así, parece que a esta historia -la del libro y la de su propia vida hasta zanjar las páginas que lo componen- nada le queda para terminar. «He conseguido descifrar las coincidencias que tenía, darles un sentido», dice: «Para mí, esta etapa, este tema, están cerrados». 

Una etapa que arranca en formato libro advirtiendo: «Mi padre murió el día en que nació Jesucristo». Una fase que dio comienzo un Día del Padre, como rindiéndole homenaje al suyo y siguiendo el hilo de las casualidades que despertaron la pulsión literaria en Yafa. R. K. Yafa, la responsable de la autobiografía de la bella amante de Alfonso VIII. Asesinada, igual que él; igual que Santiago Apóstol. Igual que Suero de Quiñones. Así lo cree -así lo escribe- la propia Yafa. La mano dibujante de letras que lleva detrás, escondida entre las sombras de la realidad y dejando en el aire lo cierto, lo incierto, lo ambiguo y lo límpido. Invadiendo las páginas y las conversaciones de un misticismo tan puro como la ilusión de revelar esta historia, como revelará su identidad el día 7 de octubre en el Hotel París de la capital provincial. Ilusión, también, por descubrir ante el lector su misión en esta vida -puede que distinta a la de otras- y de invitarle, en la misma lectura, a descubrir la suya propia. «Todos somos buenos en algo y hay que explorar ese potencial y tener momentos de soledad», zanja una voz de actitud solemne: «Quienes le tienen tanto miedo a la soledad, que no se lo tengan porque es buena para nosotros». 

Todo a partir del nombre de una calle. Uno que llevó a preguntas que, a su vez, llevaron a otros nombres. Nombres de justas y recorridos a lugares que plantearon nuevas incógnitas. Incógnitas que, por resolverse, pusieron sobre la mesa intensas investigaciones. De las investigaciones, al papel; del papel, a la literatura. De la literatura, al destino. Y, del atisbo cercano de ese destino, al descubrimiento de una razón de ser.

Lo más leído