– Desde 2015 en que publicó ‘Si no fuera yo, entonces qué me gustaría’ ha salido a un libro por año, con predominio de relatos y aforismos. ¿Qué le empuja a mantenerse fiel a esta cita anual con sus lectores?
– Intento todos los días dedicar mi tiempo a lo que Stephen Covey llama «círculo de influencia», es decir, a lo que depende de mí y me gusta. A lo que me desarrolla como persona y me hace madurar. Y la escritura entra de lleno en este ámbito, que me encanta. Así, escribo todos los días al menos una hora, al comienzo de la mañana. Este hábito es lo que genera que publique todos los años. Y también porque siento un impulso interior, como señalaba Juan Pablo ll en su ‘Carta a los artistas’, de «no malgastar el talento de la vocación artística, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad».
– ¿Qué se van a encontrar los lectores en el caso de su última publicación ‘Como teclas de piano?
– Cuestiones de fondo atemporales que contribuyen a dar mayor sentido a mi existencia y que han enriquecido mis conversaciones en estos últimos años: la alta sensibilidad o el minimalismo, los 5 lenguajes del amor o la autobiografía de Woody Allen, los cuatro sentidos de la vida para Esfahani o el destino universal de los bienes, la trascendencia de las redes sociales o de la televisión, el ikigai o la «mujer salvaje». Algunas de estas colaboraciones son reflejo directo de una conversación, de anotaciones que he tomado al asistir a una conferencia que ha despertado algo en mí o de la lectura de algún libro que por algún motivo me ha parecido especial (‘Los cuatro amores’, ‘Para ser escritor’ o ‘La consciencia plena de la realidad de los hechos’). Algunas otras son comentarios de algún documental (‘El juego de la muerte’, ‘Oeconomía’ o ‘The Dawn Wall’) que me ha llamado la atención. Cuando trato de estos libros o documentales intento ser lo más objetivo posible con sus autores y en mi ánimo está el que los lectores profundicen en ellos. Además, este libro está diseñado a propósito para dejar espacios en blanco con el fin de que el lector haga sus propias anotaciones o investigaciones. ¿Qué opino? ¿Qué tiene que ver este tema conmigo?
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– Escribo en ‘Como teclas de piano’ temáticas varias que me nutren vital e intelectualmente, de lo que para mí es significativo. Espero sinceramente que la lectura de estas «Crónicas» ayude a interiorizar que uno mismo y todo a nuestro alrededor es «terreno sagrado». Que resulten sugerentes, que descubran nuevos campos o ayuden a profundizar en otros. Ojalá contribuyan de alguna manera a configurar una sociedad más justa y respetuosa y generen interesantes conversaciones, diálogos constructivos y enriquecedores. Como dice David Rubio, son «Crónicas de lo que de verdad importa».
– Ha elegido un título y una imagen de portada muy cantarina y musical. ¿El lenguaje literario y musical tienen algo en común a su juicio?
– En su prólogo, Marta Redondo juega con estos dos tipos de lenguajes. Te recomiendo que lo leas. Con sus palabras: «Pretende que el lector realice un viaje al interior de sí mismo desprovisto de cualquier aderezo innecesario mediante una decidida opción por el minimalismo y el disfrute pausado del instante propio del adagio mesurado de la sonata». En todo caso, para mí lo significativo es lo que despiertan ambos lenguajes, esas emociones que nos transforman, que nos hacen ser otros, que nos equilibran. La portada me la diseñó Joaquín Olmo según su inspiración. Solo le dije de qué iba el libro y a él se le ocurrió dibujar un petirrojo, quizás porque es curioso y le gusta estar con los humanos, mientras toca delicadamente unas teclas de piano. Si lees estos 65 artículos –teclas de piano– creo que te pueden ayudar a componer una preciosa sinfonía, que es al fin y al cabo la vida de cada uno. A veces sucede que desafinamos un poco y estos «microensayos» pueden acompañar para tomar consciencia de cuál es nuestro sentido de vida, de cuál es nuestra esencia.
– Ahora toca la presentación. ¿Ese momento lo disfruta de igual manera que el ejercicio de redacción, una tarea más solitaria?
– Mis libros, publicados, ya no me pertenecen. Muchos lectores me han mandado una foto con la portada con el lema «Yo ya tengo mi petirrojo». En la presentación estaré bien acompañado por Marta y David, prologuistas; y por Chema y Alicia que nos enseñarán qué es eso del kembangan, una meditación ancestral en movimiento; y por Chus, José Andrés, Silvia y Ana que tendrán la difícil labor de vender el libro a personas que, en muchos casos, ya lo tienen. En todo caso, me dicen por ahí que tengo el arquetipo yunguiano de disfrutón. Así que también lo disfruto, claro. Ojalá que mis lectores quieran conversar conmigo de estos temas, quizás paseando por La Candamia.