Miguel Ángel Recio: "Mi cuarta novela puede que se inspire en la Sgae"

El autor cántabro presenta este viernes en el Colegio San Juan de la Cruz su segunda novela, ‘La seducción de la niebla’, la historia de amistad entre dos adolescentes con el telón de fondo del terrorismo yihadista

Joaquín Revuelta
24/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La sala Eutherpe sirvió de presentación a su anterior novela ‘La oficina de la cuarta planta’. | SAÚL ARÉN
La sala Eutherpe sirvió de presentación a su anterior novela ‘La oficina de la cuarta planta’. | SAÚL ARÉN
Tras su primera incursión en el mundo editorial con la novela histórica ‘La oficina de la cuarta planta’ (Incipit Editores), cuya presentación en León tuvo lugar en la sala Eutherpe en septiembre del pasado año, el escritor de origen cántabro Miguel Ángel Recio, que desde el pasado mes de marzo ostenta el cargo de director general de la Sociedad General de Autores y Editores (Sgae), regresa con su segunda novela, ‘La seducción de la niebla’, que ha publicado en el mismo sello editorial y cuya puesta de largo en la capital leonesa tendrá lugar este viernes a las 20:00 horas en el Colegio San Juan de la Cruz, en un acto que contará con la presencia del autor, que estará acompañado por la presidenta de Eutherpe, Margarita Morais; el director general de Proconsi, Tomás Castro Alonso, y el director de La Nueva Crónica, David Rubio. Un cuarteto de clarinetes pondrá la nota musical a un evento que además de literario tiene para el autor un fuerte componente sentimental, pues en este centro cursó sus estudios en la primera mitad de la década de los setenta y son varios los compañeros de promoción los que ya han comprometido su presencia en un acto que servirá de prólogo al encuentro de antiguos alumnos que tendrá lugar este sábado.

– Recuerdo que en la última conversación que mantuvimos a propósito de la presentación en León de ‘La oficina de la cuarta planta’ ya me avanzó que su segunda novela estaba terminada y que iba a ser muy diferente de la primera. Como avance me dijo que la acción transcurría en el momento presente, que sus protagonistas iban a ser dos chicas jóvenes unidas por un fuerte vínculo de amistad y que el terrorismo yihadista iba a servir como telón de fondo. Me imagino que ahora sí podrá profundizar un poco más sobre el tema.
– Uno escribe sobre lo que conoce, y durante los dos últimos años he estado trabajando en la Dirección General del Tesoro en temas como la prevención del blanqueo de capitales y la lucha contra la financiación del terrorismo. Esto me ha permitido estar en foros internacionales, por supuesto en contacto con agentes del CNI, de la CIA y del FBI, y esos eran unos ámbitos de información muy interesantes que podía plasmar en un libro. Pero evidentemente ligado luego a algo íntimo, porque lo que me importa en los libros es reflejar esa psicología íntima de los personajes. En este caso encontré ambas cosas. Dos personajes que son dos chicas de 16 años, que digamos conozco también porque en estos momentos mi hija tiene 17 años y por lo tanto era un reflejo de una personalidad compleja, de una mujer que se estaba haciendo, y la realidad del yihadismo, de la financiación y de todos los problemas que está habiendo en Siria y que se están cerrando ahora y que también suponen muchas situaciones personales muy complicadas. Un territorio donde conviven distintas culturas e intereses estratégicos internacionales. Así que esas dos cosas servían de contexto perfecto para una novela.

– ¿Le ha resultado más fácil articular esta segunda novela cuya acción no resulta tan dispersa como en la anterior, que transitaba entre dos siglos?
– La experiencia de hacer la segunda ayuda muchísimo, porque uno ya va aprendiendo de sus propios trabajos. Entonces, esta novela es mucho más dinámica que la anterior, pero yo creo que además la novela es un mundo distinto, tiene vida propia. De hecho, cuando yo empiezo a escribir, sé quiénes son mis personajes, pero luego cobran vida y no sé cómo va a terminar su historia, hasta que finalmente yo la cierro, porque si fuera por ellos creo que seguirían viviendo y por lo tanto nunca terminaría de escribir. Entonces, esta realidad es más cercana. No se identifica ninguna ciudad en concreto, pero se trata de una ciudad grande, donde viven estas dos chicas, donde hay barrios habitados por musulmanes y es evidente que refleja una realidad muy cercana a lo que puede ser Madrid, donde yo vivo. Pero luego, esto se traslada también a Siria, a paisajes que yo he visitado y en un momento dado hago mención a Palmira, donde estuve antes de la guerra. Son contextos que conozco, pero como bien dices la historia es más limitada en el tiempo. La anterior era más ambiciosa, pretendía ser un homenaje a mis abuelos y por tanto recorría dos siglos diferentes. Era más complicado, aunque también estoy muy orgulloso de aquello. Pienso que esta novela es más fácil de leer, es más corta, pero tengo que decir que estoy muy contento del resultado.

– ¿Qué le llevó a elegir a dos adolescentes como personajes centrales de la novela y si le ha resultado algo más complicado meterse en la psicología femenina?
– Unos días antes de decidir cómo empezar la novela coincidí con un editor y le hice saber mis dudas. Él me dijo: no te preocupes, te llegará. Lo cierto es que dos o tres días después de aquella conversación estaba en mi casa cenando y mi hija, que entonces tenía 16 años y ahora tiene 17, había invitado a una amiga de su edad pero con un carácter muy diferente. De repente me di cuenta de que tenía delante de mí a dos personajes maravillosos, que me cuentan sus cosas, porque mi hija me cuenta muchísimas cosas de su vida. De esta manera tan casual encontré a María y Ana, las protagonistas de la novela, inspiradas en dos personas reales que cenaban esa noche en mi casa.

– La amistad entre estas dos mujeres jóvenes es uno de los aspectos que refleja la novela. No sé si una amistad llevada al límite o hasta dónde.
– Evidentemente, la novela es ficción y la realidad ya no tiene nada que ver con la novela. Lo que yo sí quise reflejar era un valor tan importante como el de la amistad. Tengo la sensación de que la amistad, como otros valores ahora mismo, se cuestionan enseguida. No hay un compromiso para siempre. Quería defender que una amistad tiene que ser para siempre y con todas las consecuencias. Y si hay que buscar a alguien hasta el fin del mundo, porque es un amigo, hay que hacerlo. Eso es lo que quería reflejar con la amistad.

– ¿Qué es lo que lleva a estos personajes a adentrarse en un mundo tan oscuro como es el del yihadismo?
– Yo te diría que al final uno encuentra situaciones que no se imagina. Si uno se despierta por la mañana y hace el trabajo de todos los días y no quiere arriesgar, nunca saldrá de su zona de confort. Pero es increíble la cantidad de gente que si le preguntas qué ha hecho, dónde ha estado, a qué se ha dedicado, te cuenta unas cosas impresionantes. Y resulta que lo que tú pensabas que era una persona conservadora, tranquila, que tenía una vida apacible, ha estado en sitios que ni te imaginas. Eso es lo que hace que lo que nos parece extraordinario en una novela o en una película, hay gente que lo vive todos los días. Y son personas como nosotros, normales, lo que pasa es que les tocó vivir de ese modo. Yo lo he visto de cerca, personas que han estado luchando contra la financiación del terrorismo, personas que existen, por lo tanto coinciden en la vida de estas dos chicas circunstancias para ir a ese lugar.

– ¿Sus nuevas responsabilidades de gestión, desde hace algunos meses al frente de la Dirección General de la Sgae, le van a robar tiempo para seguir dedicándose a la literatura? ¿Tiene ya otra novela en marcha?
– Está ya muy avanzada y se trata de una historia sobre tres personajes muy complicados, con adicciones profundas, y lo más difícil que me estaba resultando era cómo cerrarla. Al final he dado con la solución, pero me falta aún redactarlo. El problema es que con esta nueva responsabilidad profesional ahora me es imposible del todo escribir. Hace ya dos meses que no cojo la pluma y no sé cuando podré retomar la novela. Lo que sí te puedo decir, yo que intento ser un tipo que ve los hechos con optimismo, es que también estoy haciendo otra cosa que te adelanto. Estoy viviendo situaciones tan interesantes, tan intensas. Ten en cuenta que el mundo de la Sgae es el mundo de los artistas, de los creadores, pero vinculado a la gestión institucional y económica, con lo cual esa combinación es impresionante. Estoy durmiendo poco, no por escribir sino por trabajar mucho, pero estoy seguro de que va a ser una fuente de inspiración para una cuarta novela.

– ¿Quiere decir que lo que se está encontrando en la Sgae puede dar para una trama novelesca?
– Estoy seguro de que sí.  

– Lo que sí está claro es que tiene ante sí un reto muy importante, como es cambiar la imagen bastante negativa que la sociedad tiene de esta institución.
– El reto profesional es muy grande, porque abarca muchas cuestiones. Lo que sí te puedo decir es que a pesar de una imagen y una reputación que se conoce que no es buena, me estoy encontrando con dos cosas muy importantes y que son la base para cualquier trabajo. Por una parte, un equipo técnico muy bueno, que eso es importante. Por otra, una vocación, tanto en los trabajadores como por supuesto en los órganos de gobierno, por ayudar a los autores, igualmente muy importante. Con esos dos ingredientes –lástima que también entre tantos miles de socios y tantos miles de intereses que hay en torno a esta institución salen cosas feas– confío en que también salgan las cosas buenas que se están haciendo y que son realmente muchas.

– Tengo entendido que la presentación este viernes de su segunda novela en un enclave tan poco habitual como es el Colegio San Juan de la Cruz tiene un significado especial para usted de carácter sentimental.
– Yo estoy encantado porque León es mi vida, es mi infancia, lo es todo para mí. Esta presentación se hace en el contexto de un reencuentro entre amigos que no nos hemos visto desde hace 40 años. Estudié en los carmelitas, por eso la presentación del libro va a tener lugar en el Colegio San Juan de la Cruz. El sábado nos juntaremos para comer alrededor de 25 de los 30 compañeros de la clase. En este colegio estudié entre los años 1973 y 1978. El hijo de Joaquín Pellitero, que era compañero mío de clase, va a venir a la presentación. No todos los compañeros podrán asistir el viernes a la presentación, pero un numeroso grupo quedaremos para comer el sábado. Ya te digo, para mí León es la infancia y son mis más sensaciones personales. Lástima que no he podido hacer una buena promoción, porque las circunstancias ahora no me lo permiten, pero en cualquier caso León es suficientemente abarcable, sobre todo con amigos como Margarita Morais, que es capaz de convocar a todo el mundo y está siendo muy agradable la celebración.
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